El proyecto del gobierno español de proteger el derecho a la vida del feto, de modo que el aborto no sea discrecional, ha despertado una fuerte reacción por parte de los que defienden que la decisión de la mujer no debe estar limitada a unos supuestos. En esta campaña, se recurre también a voces extranjeras, para hacer ver que en Europa estas cosas ya no se llevan.
Con este fin, El País (16-02-2014) ha llamado por teléfono a Birgitta Ohlsson, ministra europea de Asuntos Europeos, para que le diga lo que quiere oír. Y Ohlsson se ha mostrado muy categórica. “El derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo es extremadamente importante, es un derecho humano básico”. Por lo tanto, sostiene que la ley española, de aprobarse, sería “un gran retroceso para los derechos de la mujer”. Hay que tener en cuenta que la ley sueca permite el aborto libre hasta la semana 18 y hasta la 22 en caso de riesgo para la salud física o mental de la madre.
Uno puede compartir o no sus ideas, pero esperará que una ministra con tan firmes convicciones esté a favor de que una mujer decida sobre su propio cuerpo en todos los casos. Pues Ohlsson tiene la oportunidad de defender este derecho humano básico de una mujer de su propio país cuyo caso se ha convertido en noticia y en polémica.
Ellinor Grimmark, de 37 años, es una comadrona que considera que su profesión consiste en traer niños al mundo, no en eliminarlos. Y ha decidido que su cuerpo no va a servir para practicar abortos, que nadie la va a obligar a utilizar sus manos y su cabeza en esta tarea.
Pero esta decisión sobre su propio cuerpo no ha sido bien aceptada en los hospitales de su país. El pasado verano perdió su empleo por negarse a asistir a abortos. Y, aunque hay escasez de comadronas en Suecia, nadie ha querido emplearla. Ahora ha adquirido notoriedad pública por ser la primera comadrona que denuncia a su hospital ante el Ombudsman anti-discriminación sueco, alegando haber sido discriminada por sus convicciones éticas y religiosas. Su abogado afirma que se trata de una cuestión de derechos humanos, y por eso ha denunciado a Suecia ante el Consejo de Europa, y piensa que Grimmark tiene buenas bazas para ganar su caso en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Hay que tener en cuenta que en 2011 el Consejo de Europa adoptó una resolución en la que reconocía el derecho a la objeción de conciencia del personal sanitario, siempre que se informara a los pacientes de cualquier objeción dentro del tiempo adecuado y se les remitiera a otro profesional. Así ocurre en la mayor parte de los países europeos, con la excepción de Finlandia y Suecia, donde en la práctica no se reconoce la objeción de conciencia.
En Noruega, el nuevo gobierno ha anunciado que va a permitir que los médicos ejerzan la objeción de conciencia ante el aborto. En Suecia todavía no se ha descubierto este derecho humano. Como ha dicho el parlamentario Mats Selander: “En nuestra cultura hemos sido superficiales en cuestiones éticas, y pensamos que es legítimo que el Estado invada las conciencias de la gente. Esta es una cuestión de vida y muerte, y la persona debe ser respetada”.
Un país que tiene a gala que la mujer decida sobre su propio cuerpo no debería tener inconveniente en que también las comadronas lo ejerzan.