Excelencia, no perfección

By ANTONIO ARGANDOÑA, Profesor del IESE

Me gustó algo que leí en las declaraciones de una empresaria americana, propietaria de una empresa de Relaciones Públicas, cuyo nombre no recuerdo. Era un consejo que le dio alguien: Nunca podrás ser perfecta, pero sí puedes esforzarte por ser excelente. Ella decía que es una cosa que se aprende con el paso del tiempo. Y es verdad.

Pero, ¿qué significa ser excelente? Una definición que encontré en Google dice que «es muy bueno o que sobresale en alguna cualidad con respecto a otras cosas de su misma especie«. Y otra, «que sobresale en bondad, mérito, estimación«. La primera se aplica a las cosas, la segunda a las personas. Sobresalir, ¿sobre qué? Puede referirse a otras personas; o a un ideal dado, deseado o buscado; o a uno mismo, respecto del pasado. Y esto último me convenció: «Nunca podrás ser perfecta, pero sí puedes esforzarte en hacer las cosas mejor, para ser un poco más excelente en algo«. Esto está al alcance de cualquiera. Aunque, claro, no es fácil conseguirlo: hay que esforzarse cada día.

Y entonces seguí leyendo las declaraciones de aquella directiva, a ver si me enteraba de qué cosas definían para ella la excelencia -«su» excelencia: porque era ella la que establecía sus metas, no porque los demás no pudieran hacerlo, sino porque ella asumía ese deber de excelencia.

Y encontré cosas como «la agenda de mi vida consiste en ayudar a otros a tener éxito». Y explicaba que, para ella, excelencia significaba ser honesta, tener integridad, ayudar a las personas, no ser susceptible, jugar en equipotrabajar duro, esforzarse siempre por lo mejor, sonreír… Y añadía: no puedes ganar siempre, pero siempre puedes esforzarte por hacer las cosas mejor. Y ya he dicho que no hace falta conseguir esto en todos los frentes: un día lucho por ser más puntual, otro por ser más ordenado, aquí por sonreír siempre, allá por pedir perdón…

A veces nos preguntamos cómo enseñar a ser éticos a otros. Y decidimos que hemos de volver a leer a Aristóteles, a Kant, a Hume… Es más sencillo: di a los demás que se pongan metas, metas pequeñas, asequibles, pero cada día un poco más altas; hoy aquí, mañana allá… Y empieza por darles ejemplo tú.

Y acabo con otro consejo de aquella exitosa mujer: devuelve lo que hayas recibido, da a los demás, porque esto es lo que te hace crecer. Y dar, añadía, es cuidar a la familia, a los amigos, ayudar a otros, hacer el bien… Volvamos a la tesis anterior: busca la excelencia y dala a los demás.