Va de obispos || Blog Leopoldo Abadía

Se jubila

Leopoldo Abadía
Leopoldo Abadía
al cumplir los 75, siguiendo lo establecido. Me parece que está muy bien de cabeza y supongo que también físicamente. Tendrá los dolores propios de los que tenemos más de 40 años, pero eso es normal.

En La Vanguardia, en primera página, dan la noticia de su posible relevo. Me traslada a la página 13, que, sorprendentemente, es la primera de la sección de Política, en el mismo paquete en el que va la bofetada que le pegó una señora a Pere Navarro, la noticia de que el PSOE ve arruinada la estrategia electoral del PP y el logro de Fabra, que ha conseguido que la alcaldesa imputada de Alicante deje su escaño.

O sea, me dan la noticia política de que van a sustituir a mi obispo, o sea, al prelado de mi diócesis, a cuyo cargo está el cuidado espiritual de los diocesanos, es decir, de mí.

Pienso que es un error del maquetador, que, como no había sección de Religión en este ejemplar, ha colocado lo del obispo donde ha querido.

Dicen que es posible que venga como arzobispo el cardenal Cañizares, que está en Roma, donde ocupa un puesto importante.

Veo sus credenciales, según La Vanguardia:

1. Es valenciano, de Utiel.

2. No es valencianoparlante, porque Utiel está muy cerca de Cuenca.

3. Entiende el catalán.

4. Es hombre conservador.

5. Tiene demostrada habilidad para el pacto.

6. Ferviente defensor de la unidad de España.

7. Tiene una manifiesta rivalidad con el cardenal Rouco Varela, a quien le pareció que, junto con el arzobispo Blázquez, era demasiado amable con el PSOE.

8. Es amigo de Mª Teresa Fernández de la Vega.

9. Forzó el cambio de línea editorial de la COPE (o sea, echó a Federico Jiménez Losantos).

10. Mantiene una relación cordial con Mariano y varios de sus ministros.

11. Parece que le apetece venir a Barcelona.

Esa es su biografía, política, como puede verse, lo que hace que el maquetador haya acertado al ponerlo donde lo ha puesto.

Al día siguiente, para no perder tiempo, voy directamente a las páginas de Política. Allí veo que la Igle­sia catala­na aco­ge con pre­ven­ción la po­si­bi­li­dad de que venga don Antonio, y recuerdan aquellas pintadas que decían “Volem bisbes catalans”, contestadas por otras, que a mí me hicieron mucha gracia: “Como somos mayoría, lo queremos de Almería”.

Debo pertenecer a la Iglesia catalana porque vivo en Cataluña. No sé si cuando voy a Zaragoza me cambio de Iglesia. Me gustaría más que me hablasen de la Iglesia en Cataluña, y me quedaría más tranquilo. Así, cuando me tome una copa en el bar San Siro, de Zaragoza, estaré en la misma Iglesia, pero en Aragón.

Me parece que esa idea la tenemos muy clara en San Quirico, porque los domingos, con la parroquia llena, decimos en catalán que creemos en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.

Siempre he oído que “católico” quiere decir “universal”. Y como quiere decir universal, y en el Credo no me hacen decir que creo en la Iglesia catalana, me gustaría mucho que las próximas noticias sobre Cañizares dijeran que a unos señores que viven en Cataluña y que, por supuesto, no son la Iglesia catalana, el cardenal no les cae bien.

También me gustaría que me dijeran que el cardenal Cañizares es un hombre santo (seguro que lo es), piadoso (seguro que lo es), preocupado por la salud espiritual de los fieles de su diócesis (seguro que lo es) y que viene dispuesto a hacer que los católicos seamos católicos de verdad, y no señores/as que veamos en la elección de un obispo una ocasión para meter nuestras filias y nuestras fobias y para decir que qué buen obispo es porque va a ir a estudiar catalán a un monasterio en lugar de ir a una academia de idiomas.

Y que me digan que ese obispo me va a apretar y a no dejarme tranquilo ante las injusticias descomunales que hay a mi alrededor, y que va a visitar, una tras una, todas las parroquias y va a hacer que todas estén abiertas muchas horas, como acaba de decir el Papa. Porque así podremos ir a rezar cuando queramos y, si hay un cura en el confesionario, hasta nos confesaremos, que buena falta nos hace a casi todos.

Y si lo dice en catalán, bien. Y si no, también. Y, por favor, que no se meta en política, excepto para atacar violentamente a los que siembran odio con excusas de amor a la patria. Y si Cataluña se independiza, el obispo tiene que decir a los independizados que sean buena gente y que recen, porque por algo son católicos, y que ayuden mucho a los demás, por la misma razón.

Y si Cataluña no se independiza, que no se independizará, lo mismo.

Y tanto en un caso como en otro, tiene que luchar para evitar que haya buenos (los vencedores) y malos (los vencidos). Que de eso ya sabemos mucho y hay mucha gentuza que procura que no se nos olvide.

Y, por favor, La Vanguardia y otros periódicos: la religión, a las páginas de Religión. Messi, ya renovado (¡qué ocasión han perdido de venderlo!), a las páginas de Negocios. Si el Barça gana la Liga, a pesar de lo que dijo el pobre Tata, que a estas horas debe estar arrepentido de haber hablado, a la sección de Religión, subsección Milagros.

Cada cosa, en su sitio.

Porque todavía hay muchos personajes que, como dicen Les Luthiers, “razonan fuera del recipiente”.

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