Blog Antonio Argandoña. Sanidad privada? No, no quiero que alguien gane dinero a costa de mi salud. ¿Escuela privada? No, no quiero que a mis hijos le cuenten historias los que ganan dinero con ellas. Me parece que hay no poca gente que piensa así. Privado = corrupto, malo, pervertido por el dinero, explotador de los trabajadores… Claro que también podemos oír el argumento al revés: público = ineficiente, politizado, corrupto, perezoso…
Me paré a pensar en esto hace unos días, leyendo una entrada de un blog -no me quedé con la referencia- cuyo título era parecido al que he puesto aquí. ¿Se fiaría usted de que un policía privado vigilase su calle? Bueno, ya lo hacen; quizás no mi calle, pero sí el banco y el supermercado que visito, el museo al que llevo a mis hijos y la universidad en que estudian…
El blog mencionado contaba el caso de una población, me parece que era en Texas, en la que habían sustituido a los policías funcionarios públicos por policías de una empresa privada. No seguratas, de esos que cuidan de la seguridad de un edificio, sino policías-policías, de los que van por la calle con su pistola, entran en las casas de sospechosos pegando una patada en la puerta y se los llevan al juzgado… Lo que contaba el blog es que el crimen se había reducido en esa ciudad más del 60%, y los costes habían bajado.
Antonio, me dirá el lector: se nota que eres liberal. Sí, claro. Pero lo que quiero ese señalar el siguiente criterio: me fiaré más de los policías privados si sus motivaciones para actuar como buenos policías son mayores que las de un funcionario público. Y hay razones para pensar que será así. Si la empresa de guardias lo hace mal, su contrato se cancelará; si los policía públicos lo hacen mal, se echará la culpa al alcalde, o a la falta de medios. Si el policía privado actúa mal, acabará en la cárcel; si el policía público actúa mal, es probable que los demás le protejan.
Pero los incentivos no son suficientes. Al menos, no lo son los incentivos económicos o materiales: premios, castigos, ascensos, aumentos de sueldo… Yo me fío de mi médico, público o privado, porque tiene capacidades técnicas demostradas. Y porque tiene incentivos para comportarse bien, desde la posibilidad de que le demande hasta las medidas correctivas del Colegio de Médicos y su código de buena conducta. Pero también porque es, o supongo que es, una buena persona, que no tiene ningún interés en hacerme daño. La selección de los posibles policías privados debería ser muy cuidadosa. Y quizás también deberíamos recuperar la motivación de los policías-funcionarios por el servicio a la sociedad. Que lo tienen, claro, pero que a lo mejor hay que potenciarlo, de modo que, ante una duda, les salga espontáneo aquello de “nunca haré esto, porque no es propio de un buen policía”. Bueno, esta es, más o menos, la definición de persona virtuosa en Aristóteles.