Fuente:Aceprensa.-François Hollande evitó en su programa electoral una mención expresa a la eutanasia; incluyó sólo la posibilidad de que toda persona mayor, en fase avanzada o terminal de una enfermedad incurable, con un sufrimiento físico o psíquico insoportable, que no pudiera ser aliviado, demandase, en condiciones precisas y estrictas, una asistencia médica para terminar su vida con dignidad.
Encargó luego al profesor Didier Sicard, protestante, próximo al Partido socialista, que fue Presidente del Comité consultivo nacional de ética francés de 1999 a 2008, una “misión de reflexión sobre el fin de la vida”. Después de un trabajo serio, estaba previsto que presentase su informe el 22 de diciembre. Pero La Croix (17-12-12) ha anticipado buena parte de su contenido. También Le Monde se hizo eco de esa información, que se resume a continuación, en espera de disponer del texto oficial.
El informe de la comisión Sicard rechaza la eutanasia, pero entreabriría la puerta al suicidio asistido en enfermos terminales
La ponderación de la ley Leonetti de 2005
Hasta ahora, en esta delicada materia, la referencia es la ley Leonetti: Jean Leonetti, cardiólogo, diputado centrista, presidió una comisión parlamentaria sobre el acompañamiento del enfermo ante el fin de la vida. Fue luego ponente de esa ley de 2005, bastante positiva en su intento de compaginar los avances de la medicina con la protección de la dignidad de la persona. Esta norma prohíbe el encarnizamiento terapéutico y establece el derecho de “dejar morir”: los médicos pueden administrar tratamientos para aliviar el sufrimiento, aunque tengan como “efecto secundario el acortamiento de la vida”.
Si algo se critica, es justamente que la ley sea poco conocida y no siempre aplicada. Pero lo cierto es que, según un reciente informe del instituto francés de estudios demográficos, publicado en la revista científica BMC Palliative Care, la sociedad francesa no está por la eutanasia (cfr. Aceprensa, 10-12-2012).
No obstante, según La Croix, el informe de Sicard entreabriría la puerta al suicidio asistido: a pesar de reflejar una posición extremadamente prudente respecto de la posible asistencia activa para la muerte, considera que el suicidio asistido podría ser considerado en casos de enfermedad incurable y progresiva.
Se recomienda que en la formación de todos los médicos se incluya la competencia en cuidados paliativos
Necesidades no satisfechas
Tras reconocer el trabajo realizado por la comisión, La Croix resume que el informe “bascula” entre dos convicciones: la ley Leonetti de 2005 sobre el final de la vida es un texto importante, que debe ser objeto de un mayor esfuerzo de incorporación “por la sociedad y por el conjunto de médicos y cuidadores”; pero la misión refleja la insatisfacción de los ciudadanos. Recoge literalmente frases expresadas durante las audiciones celebradas en diversas ciudades de Francia, como: “He visto morir a mi hermano en condiciones lamentables durante más de tres meses; la familia pedía cuidados paliativos, que sólo han llegado 15 días antes de morir: era demasiado tarde”.
Los testimonios de los pacientes y las familias reflejan una “gran insatisfacción de los ciudadanos” por el trato dispensado al fin de la vida. Se muestran severos con la actitud de médicos que persiguen una curación a toda costa, reflejan una “mala comprensión del dolor”, o muestran “indiferencia frente a la angustia psicológica y los deseos de los enfermos”.
El informe afirma que la gente “desea ante todo que se supere esa incertidumbre (…) relativa a sus últimos momentos”.
El suicidio asistido no puede ser una “solución alternativa” a la ausencia de los cuidados paliativos y de acompañamiento
Consejos para la formación de los médicos
Por esto, el informe recomienda vivamente mejorar la educación médica, para favorecer “que en toda práctica clínica se incluya una competencia en cuidados paliativos “, pues no se trata de encerrar la medicina paliativa en las unidades especializadas. Sería preciso establecer en la carrera de Medicina un periodo de formación en cuidados paliativos, profundizar en el conocimiento de opiáceos y sedantes, y dar criterio a los futuros médicos sobre una “obstinación no razonable”.
Los autores del informe analizan a fondo las ventajas e inconvenientes de la ley Leonetti, siempre sobre la base de que es poco conocida, como confirma una encuesta de Sofres encargada por la propia comisión parlamentaria. A pesar de sus limitaciones, y de posibles mejoras, la misión no considera urgente “adoptar una nueva legislación para las situaciones de fin de la vida”, como podría sugerir el programa de François Hollande. Sin embargo, incluye algunas reflexiones sobre la ayuda activa a morir.
De la sedación a la ayuda a morir
En “las fases últimas del acompañamiento en el fin de la vida”, cuando la persona solicita la interrupción de los tratamientos, la misión estima que “sería cruel ‘dejar morir’ o ‘dejar vivir’ sin proporcionar la posibilidad de un acto médico para acelerar el momento de la muerte”. Pero esta grave decisión, “tomada por un médico comprometido en conciencia, siempre iluminada por una discusión colegiada”, reenvía a las circunstancias de la sedación profunda prevista por la ley Leonetti.
Por otra parte, el suicidio asistido no puede ser una “solución alternativa” a la ausencia de los cuidados paliativos y de acompañamiento, aunque responda al deseo de algunas personas, en la fase terminal de una enfermedad incurable, de “disponer de un último recurso”, especialmente si los médicos no prescriben los medicamentos previstos en esos casos.
En ese caso límite, la misión Sicard advierte al legislador de que sería preciso respetar condiciones estrictas, que incluyen la voluntad libre, explícita y repetida del paciente. El informe es crítico respecto de la eutanasia, “acto médico que, por su radicalidad (…), interrumpe de repente y prematuramente la vida”; no puede ser confundido con una “asistencia al suicidio asistido, en el que el acto letal se realiza por la propia persona enferma”. Para los autores, “la praxis eutanásica desarrolla su propia dinámica resistiendo a todo control efectivo y tiende necesariamente a expandirse”. Además, “interioriza representaciones sociales negativas de las situaciones de vejez, enfermedad y discapacidad”, y comporta el riesgo de alejar la medicina de su “deber universal de humanidad en el cuidado y el acompañamiento”.
La reacción del presidente Hollande
A tenor de la información publicada por Le Monde (19-12-12), François Hollande ha reaccionado con una rapidez inusitada, como si no tuviera en cuenta la infinidad de matices que se proyecta sobre el problema. Según una nota oficial del Elíseo, el presidente convocará inmediatamente al Comité Consultivo Nacional de Ética, para conocer su criterio sobre tres puntos: las directivas anticipadas escritas por los pacientes, que la misión Sicard querría mejorar; “las condiciones estrictas para permitir a un paciente consciente y autónomo, que sufre una enfermedad grave e incurable, ser asistido de acuerdo con su voluntad para poner fin a su vida por sí mismo”, y las condiciones para “hacer más dignos los últimos momentos de un paciente cuyo tratamiento haya sido interrumpido como consecuencia de una decisión tomada a petición de la persona, sus familiares o sus cuidadores”. La nota anuncia que será presentado un proyecto de ley al Parlamento en junio de 2013.
Entretanto, el pasado 12 de diciembre la Academia de Medicina recordó con toda claridad que “ningún médico puede consentir en dar la muerte”. Y el propio Le Monde señala que el informe Sicard no dice nada sobre una eventual cláusula de conciencia para los médicos.