Las tres patas de las mafias que controlan las fiestas nocturnas para jóvenes
Quienes trafican con alcohol y drogas, junto con los empresarios de la noche y la necesaria conexión municipal, forman una ‘tríada’ indispensable para que el ‘negocio’ funcione a costa de los jóvenes, para “ganar dinero chupándoles la sangre”, denuncia Félix de Azúa en El País.
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El desgraciado suceso que se llevó la vida de las tres jóvenes que acudieron al Madrid Arena para celebrar la macrofiesta de la noche de Halloween, en lo que resultó ser una ratonera para los más de 16.000 asistentes, vuelve a poner en evidencia las consecuencias que se pueden derivar de la actuación de las mafias que controlan las masivas fiestas nocturnas de los jóvenes.
Así lo denuncia el escritor y colaborador habitual de El País Félix de Azúa en un artículo de opinión publicado en este diario el pasado 9 de diciembre. En ese artículo, ‘Viejos amigos de los jóvenes’, el también doctor en Filosofía advierte de que “las mafias que trafican con alcohol y drogas (suelen, además, adjudicarse la “seguridad”), los así llamados empresarios de la noche (dueños de locales que en su mayor parte no son suyos) y la conexión municipal”, forman una ‘triada’ sobre la que se sustenta un gran negocio.
“Si falla una de estas tres patas, el negocio no funciona. Se necesitan entre sí como líquenes parasitarios”, añade. “Los jóvenes tienen derecho a divertirse y los mayores a ganar dinero chupándoles la sangre. Luego dejan el cadáver tirado en una cuneta”, subraya.
“Encerradas en una ratonera”
En relación a la desgracia del Madrid Arena, De Azúa puntualiza: “no estoy diciendo que la muerte de cinco pobres muchachas hace una semana sea debida a las tres patas antes mencionadas ni a la rampante criminalidad madrileña, pero que las tres patas andaban metidas en el negocio de las dieciséis mil criaturas encerradas en aquella ratonera, no puede dudarse”.
En cualquier caso, “equipos de seguridad que no actúan o que se van a tomar un café cuando se produce la avalancha. Un segundo cuerpo de seguridad (igualmente pagado a alguien por alguien) que sólo se ocupa del exterior, pero que en realidad no se ocupa de nada. Venta de entradas sin control alguno”, no son la mejor garantía para que una desbordada macrofiesta de este tipo acabe bien.
Por no hablar de un “edificio municipal sin las menores garantías de evacuación. Inspectores inexistentes. Médicos zarzueleros que vienen a salir a uno por cada ocho mil personas. En fin, el conjunto de chapuzas que acabó con la vida de esas cinco muchachas habría sido imposible si alguien hubiese creído que podía tener alguna responsabilidad. Pero no. Todos eran irresponsables”.
“Del mafioso al munícipe y de este al ’emprendedor'”
“Quizás algún día, cuando vuelva a existir el periodismo, a alguien se le ocurra seguir la senda (por otra parte facilísima de trazar) que lleva del mafioso al munícipe y de éste al “emprendedor”. Porque los tres se necesitan, los tres se protegen, los tres se encubren, tienen el mismo despacho de abogados y sólo alguien externo puede señalarlos cuando pasean por la calle”, insiste De Azúa.
En cualquier caso, “de los tres, el que más repugnancia produce es el topo introducido en el ayuntamiento. No tiene que hacer absolutamente nada. Sólo controlar los papeles: que entren los que han de entrar, que no salgan los que no han de salir. Y vigilar el matasellos cubierto de telarañas junto a los dos mil expedientes amontonados” sigue.
“Me pregunto cuánto dinero, qué cantidad exacta, habrán dejado como beneficio estas cinco vidas. Y a quién corresponde cada parte”, concluye el colaborador de El País.
Estas últimas afirmaciones de Félix de Azúa vienen a denunciar algo que es a todas luces una evidencia, es decir que de forma generalizada y no solo en el caso del Madrid Arena, en todas las grandes ciudades, una de las patas que sustentan esas mafias de la diversión nocturna tiene que ver con un problema de corrupción municipal, con implicaciones del equipo de gobierno o sin ella.
Una corrupción municipal que, en cualquier caso, salpica al equipo de gobierno porque quiere decir que no ejerce un control efectivo sobre este tipo de eventos.
Y es que el mundo de la droga, el mundo de los empresarios nocturnos y el mundo municipal están conectados, si no, ¿cómo se explica por ejemplo que durante muchos años no se haya podido combatir el ruido nocturnos desde los ayuntamientos? Solo hasta que un juez empezó a dictar sentencias se crearon unos fundamentos de derecho que hacía más difícil al ayuntamiento mirar hacia otro lado.