Ricardo Hausmann escribió hace poco en Proyect Syndicate sobre “¿Redistribución o inclusión?” (aquí, en inglés). Ofrece una vision distinta de las causas de la desigualdad en la distribución de la renta, con especial referencia a los países en desarrollo. Señala que la producción moderna requiere la participación de muchos recursos complementarios, que están presentes en las economías avanzadas, pero no en las emergentes. Hace bastantes años me contó un amigo mío que habia pasado unos días en Egipto, en un modernísimo hotel donde algunos enchufes no funcionaban porque, cuando uno se estropeaba, no había recambios en el mercado local.
La conclusión de Hausmann es que “hay que invertir en inclusión, proporcionando capacidades a las personas y conectándolas a los recursos y las redes que pueden hacerlos productivos. El dilema de los países pobres es que carecen de medios para conectar todos los lugares con todos los recursos”
“El otro problema de la producción moderna es cómo distribuir la renta generada por todos esos recursos complementarios”. Cuando varias personas trabajan juntas en un proyecto o prestan su colaboración en el mismo, crean un valor que es mayor que los costes de oportunidad de sus miembros, es decir, que la suma de lo que recibirían esas personas trabajando en otro lugar. “¿Quién se apropia el excedente del valor creado por el equipo? Tradicionalmente, se supone que va a parar a los accionistas. Pero el enorme incremento en la compensacion de los altos directivos (…) puede reflejar su habilidad para interferir con el equipo del que obtienen el excedente. En definitiva, la experiencia de caídas vertiginosas de la remuneración de los altos directivos cuando son despedidos indica que se les había pagado más de lo que justificaba su coste de oportunidad”: habían capturado parte de los rentas creadas por sus empleados.
Hausmann concluye que se puede tratar de reducir los ingresos de los que reciben más, pero que “tendría mucho mayor impacto conseguir que los ingresos generados vayan a financiar la inclusión. Al final, el crecimiento inclusivo puede generar una sociedad más próspera e igualitaria, mientras que la mera redistribución puede no beneficiar ni a la inclusión ni al crecimiento”.