Es verdad: la paciencia no abunda en la política, ni en la economía, ni en la empresa, ni en la familia, ni en la vida privada… El lector ya conoce mi veneración por las ideas de John Kay, vertidas en su columna del Financial Times. Recojo aquí una idea (aquí, en inglés), que él expone a propósito de la prisa con que los políticos se han puesto a legislar sobre el terrorismo, a raíz de los sucesos de Charlie Hebdo.
Después de citar “el sesgo a la inmediatez y a la acción” que es “patente en la política y las finanzas”, ofrece este delicioso párrafo: “En Gran Bretaña, la Ley sobre terrorismo de 2000, quizás razonablemente inadecuada a la luz de los ataques del 11 de septiembre de 2001, dio paso a la Ley de antiterrorismo, crimen y seguridad de 2001. Los poderes concedidos a las fuerzas de seguridad se extendieron en la Ley de prevención del terrorismo de 2005, que fue también insuficiente para prevenir los ataques de Londres, por lo que fue sustituida por la Ley de teorrismo de 2006. Le siguió la Ley de contraterrorismo de 2008, y una nueva ley ha iniciado su marcha en el Parlamento, antes incluso de los recientes acontecimientos”.
Reconozco que un político no puede estar con los brazos cruzados, cuando la opinión pública pide que se haga algo: “incluso cuando no hay nada que hacer, haz algo”, añade Kay. Y acaba su artículo con una frase de Warren Buffett: “cuando tienes razón, puedes esperar indefinidamente”.