Informa del Vaticano, que algo queda

El Sonar.-Si algo ha demostrado la renuncia del Papa, desde el punto de vista mediático, es el interés que suscita el gobierno de la Iglesia Católica. Hasta los medios que habitualmente consideran que la Iglesia es una institución superada por los aires del tiempo, se han apresurado a enviar corresponsales, colocar las cámaras de televisión en la plaza de San Pedro y solicitar entrevistas a cardenales que estén a mano. Y así, los mismos que aseguran que la base ya no hace caso a lo que diga el Papa, atribuyen una importancia excepcional a la elección del que se sentará en la cátedra de San Pedro.

Para responder al interés de los lectores, se han publicado estos días buenos trabajos periodísticos, con informaciones y análisis. Pero también han surgido bastantes muestras de ese género de ficción disfrazado de reporterismo, tan peculiar en la “información” sobre el Vaticano.

No hace falta estar bautizado para escribir sobre la Iglesia. Pero, como para informar de cualquier organización, hay que tener en cuenta cómo se ve a sí misma, con qué criterios se rige, cuáles son sus objetivos. Aunque uno no los comparta, debe pensar que influyen en las acciones y las decisiones de sus dirigentes, de lo contrario no se entiende nada. Algunos periodistas son incapaces –o no quieren– hacer este esfuerzo mental, y acaban aplicando claves interpretativas que lo que realmente explican es su propio pensamiento.

Para calentar motores ante el cónclave, algunos han creado un thriller donde las pautas explicativas son las clásicas del género: poder, dinero y sexo. La renuncia del Papa se debería a su incapacidad para poner orden en las luchas de poder que desgarran la Curia, y que se habrían puesto de manifiesto en el Vatileaks. El famoso informe al Papa de los tres cardenales Herranz, Tomko y De Giorgi, nadie lo ha leído, pero algunos invocan una anónima fuente vaticana para asegurarnos que revela forcejeos por el poder, turbios manejos financieros y algo de sexo por exigencias del guión.

Ciertamente, la Curia tiene también un componente humano, con lealtades y debilidades, espíritu de servicio y ambiciones. No siempre los que deberían ser buenos colaboradores del Papa aciertan a serlo. Como en toda organización, hay distintos puntos de vista y algún eclesiástico puede pensar que la Iglesia iría mejor si él ocupara determinado puesto para aplicar sus ideas. Esto sucede en la Curia, … y en un periódico y en un hospital. Pero lo que en otras organizaciones se interpretaría como pluralismo, en la Curia Romana revela disgregación, luchas de poder y puñaladas traperas. Sin embargo, el mero hecho de que el Papa pueda renunciar y que su sucesor sea elegido conforme a un procedimiento establecido y sin dramas, es señal de buena salud en la Iglesia.

El foco mediático se centra también sobre el banco vaticano, presentado siempre como origen de oscuras maniobras financieras. Sin duda, se podrá mejorar tanto la gestión como la trasparencia, como en cualquier otro banco. Pero no está de más recordar que, en el deseo de adecuarse a los estándares internacionales, las finanzas vaticanas se sometieron por primera vez el pasado año al escrutinio de Moneyval, organismo del Consejo de Europa que evalúa las medidas contra el blanqueo de dinero. El informe dice: “Aunque ha habido recientemente en la prensa acusaciones no probadas de corrupción, no hay pruebas empíricas de que haya corrupción en el estado de la Ciudad del Vaticano”. En concreto, el informe consideró que el Vaticano estaba “conforme” o “en buena parte conforme” –las más altas calificaciones– en 9 de los 16 criterios principales. Estos resultados colocan a las finanzas vaticanas en el tercio superior de las naciones europeas en lo que se refiere a trasparencia financiera, con notas similares a las de Alemania o Italia.

No podía faltar el ingrediente del sexo, que siempre ayuda a vender. ¡Y luego dirán que la Iglesia siempre está hablando de sexo! Se menciona a un “lobby gay” que por sus relaciones con altos jerarcas podría someterlos a chantaje. No hay por qué excluir cualquier debilidad humana. Lo curioso es que en el Vaticano son tan retorcidos que hasta los gays pueden ser malos. Está uno tan acostumbrado a que últimamente los gays son siempre los buenos de la película que cuesta trabajo pensar que los haya aprovechados y chantajistas, y que alguien se atreva a decirlo sin ser descalificado como homófobo.

Pero es que en la información sobre el Vaticano la exigencia de los estándares de calidad está muy rebajada en comparación con otros campos. Con fuentes anónimas, rumores no verificados y mezcla de algunos datos ciertos con interpretaciones forzadas, puede armarse un reportaje y despachar tus opiniones como si fuesen noticias. La tradicional “opacidad vaticana” lo justifica todo. Luego le pones un titular como “Los escándalos enturbian el cónclave” y te vas a casa con la satisfacción del deber cumplido.

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