Solo faltan cinco meses para la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas, y todas las encuestas apuntan a que los tres candidatos más votados pertenecen a la mitad derecha del espectro político. Por otro lado, ningún candidato que se reivindica de izquierdas llegaría ni siquiera a obtener un 10% de los votos.
Los estudios de opinión prevén hoy por hoy que el actual presidente Emmanuel Macron llegaría en primera posición con un 25% de los votos a las presidenciales francesas. La segunda posición se la disputarían dos candidatos de la derecha dura.
Por un lado, encontramos a la líder de la ex Front Nacional, Marine Le Pen, que ha suavizado su posición en un intento de ganar votos moderados. Por otro lado, el outsider Éric Zemmour, un popular (y controvertido) periodista y ensayista convertido en todo un fenómeno político.
Los últimos sondeos no se ponen de acuerdo en si el rival de Macron en la segunda vuelta sería Le Pen o Zemmour: la distancia se ha reducido a 3 puntos porcentuales en la última hornada de encuestas, realizadas entre el 3 y el 11 de noviembre. Dependiendo del estudio, la segunda plaza sería para uno u otro.
El podio que se dibuja para la primera vuelta de las elecciones francesas no podría ser más sorprendente para un país a menudo visto como un feudo progresista
El podio que se dibuja para la primera vuelta no podría ser más sorprendente para un país a menudo visto como un feudo progresista: un presidente que se quiere de centro-derecha, con el partido tradicionalmente tildado de extrema derecha (aunque el actual «Frente Nacional» poco tiene que ver con el «Frente Nacional» del padre Le Pen) disputándose la segunda plaza con un independiente que quiere avanzarlo… por la derecha.
Llaman la atención dos cosas: la primera, que aunque el discurso «de derechas» (en inmigración, en seguridad, y en menor medida en los campos de la economía y la familia) se convierte en hegemónico, el partido que tradicionalmente ha defendido estos postulados llegaría tan sólo en cuarta posición.
En efecto, los Republicanos, que aún deben designar a su candidato a las presidenciales en un congreso que se celebrará en diciembre, están, según todos los sondeos, condenados a una cuarta plaza .
La derecha tradicional francesa, que se quiere heredera del gaullismo, está tomada en una tenaza formada por la derecha liberal de Macron y la derecha identitaria de Le Pen y Zemmour
La derecha tradicional francesa, que se quiere heredera del gaullismo, está tomada en una tenaza formada por la derecha liberal que Macron encarna y por la derecha identitaria que Le Pen, y sobre todo, Zemmour, reivindican.
Tocados también por la escasa credibilidad de sus líderes, muchos de ellos cargos electos que no han hecho durante sus mandatos lo que ahora reivindican, los Republicanos parecen paralizados.
Pero no es la derecha tradicional quien se acerca a la cita electoral del próximo abril en peores condiciones. En los vagones de cola de todos los sondeos -sin excepciones- se aglutina la familia de las izquierdas al completo: hace meses que ningún candidato de izquierdas supera ni siquiera el 10% de intención de voto.
Entre las fuerzas progresistas, la que los sondeos prevén que saldría mejor parada es también la más extremista. Se trata de Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, que rozaría según los estudios más optimistas el 10% en la primera vuelta de las presidenciales francesas.
En última posición llegaría la actual alcaldesa de París, Anne Hidalgo, que no hay que olvidar es la candidata oficial del partido socialista francés
Tras él llegarían los ecologistas y quien cerraría el tren electoral sería la actual alcaldesa de París, Anne Hidalgo, que no hay que olvidar es la candidata oficial del partido socialista francés. En estos momentos, su intención de voto se sitúa en torno al 5%.
¿Serían posibles unos resultados similares en España?
En España, pese a la supuesta “caverna” de Madrid, el discurso progresista sigue siendo mucho más hegemónico que en Francia. Sin embargo, históricamente el principal factor de derrota de las izquierdas españolas no ha sido ideológico, sino económico.
Precisamente, la recuperación española, pese a los fondos europeos y al contexto internacional extremadamente favorable al gasto público, está decepcionando. Las previsiones de crecimiento para 2021 se han recortado drásticamente , y según el Banco Central Europeo, España será el único país europeo -sí, el único- que en 2022 todavía no habrá recuperado el PIB previo a la pandemia.
Por otro lado, aunque por el momento, una derrota de las izquierdas españolas tan dramática como la de Francia parezca lejana, hay que tener en cuenta que hace tan sólo cinco años gobernaba en París un socialista. En un espacio de tiempo tan corto la mayoría de semillas se han desintegrado.
Fuente: Forum Libertas