ENTREVISTA A ANDRÉS OLLERO, MAGISTRADO DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Páginas Digital.-Europa nació en torno a palabras como persona, trabajo, progreso y libertad. Sin embargo los fundamentos de esas palabras cada vez están más diluidos. ¿Qué ha sucedido?
Predomina la idea de que las palabras no se corresponden con realidades objetivas; serían más bien fruto de un problemático consenso entre ocurrencias subjetivas. La Carta Europea de Derechos Fundamentales, cuando aborda la familia o la objeción de conciencia, tiende a refugiarse en las legislaciones estatales; al parecer, en Europa no está muy claro en qué pueda consistir significar el contenido de esos derechos. Al go habrá que hacer para que Europa se pregunte quién es realmente. No es fácil identificarse con quien no parece tener identidad.
En el centro del proceso de construcción de Europa está la experiencia de libertad. Ratzinger denunciaba hace algunos años que la lucha contra la discriminación se ha ensanchado tanto que ha surgido un dogmatismo que se ha vuelto en contra de la libertad. ¿Le parece excesivo ese punto de vista?
Estábamos acostumbrados a que la derecha defendiera una libertad individualista y la izquierda una igualdad colectivista. Ahora la izquierda ha optado por una igualdad individualista, esgrimiendo presuntas discriminaciones indirectas. Basta leer a Dworkin para verlo expresado con envidiable claridad; pero no parece suficientemente leído…
Permítame seguir con Ratzinger. En el Bundestag el entonces Papa aseguró que la cuestión de determinar qué es justo e injusto no ha sido nunca fácil, pero que en Europa se ha hecho especialmente complicado. ¿Tiene esa situación algo que ver con la crisis?
La justicia se ha convertido en uno de esos cruces de ocurrencias subjetivas, porque está prohibido hablar de derecho natural; también lo dijo… Repercute en los orígenes de la crisis, porque ha alimentado un eclipse del derecho. Si no hay exigencias objetivas de justicia, habrá que remitirse a las ocurrencias. Parece que a más de uno se le ha ocurrido convertir la estafa en ingeniería financiera.
Europa está a la cabeza del desarrollo de los que se han llamado nuevos derechos. Nuevos derechos que empezaron a proclamarse en los años 70 y que quieren dar respuesta a múltiples deseos subjetivos. Hablamos de aborto, matrimonio homosexual y un largo etcétera. ¿Cuál es la raíz de este afán por proclamar nuevos derechos?
Si no hay exigencias objetivas de justicia, no podemos seguir diferenciando arbitrarias pretensiones individuales y derechos fundados en un título de justicia. Acaba considerándose derecho a cualquier deseo que no genere rechazo social; de esto último se encargan los jerarcas mediáticos de lo políticamente correcto, que es el nuevo dogma.