Análisis digital.-En su reciente exhortación apostólica sobre la alegría del Evangelio, que cada día cobra más actualidad, el Papa Francisco denunciaba sin paliativos la “nueva idolatría del dinero” que niega la primacía del ser humano, al tiempo que desarrolla una especie de globalización de la indiferencia. Podría pensarse que la adoración de este nuevo becerro de oro es practicada, sobre todo, por financieros sin escrúpulos que tan solo piensan en acumular riqueza para conservarla en paraísos fiscales, sin ninguna inversión productiva que beneficie el empleo ni la producción de nuevas fuentes de desarrollo. Por desgracia, esta idolatría surgida de la cultura del nihilismo, no es privativa de grupos de especuladores financieros, sino que abarca a amplios sectores de la sociedad e, incluso, a las instituciones dedicadas específicamente a ayudar a los desempleados, principales víctimas de la crisis económica que padecemos.
En este contexto, mientras la instrucción del caso de los Eres falsos de Andalucía prosigue su curso, acaba de detectarse un nuevo fraude masivo en los cursos de formación, en esta misma comunidad, que podría suponer la “desaparición” de dos mil millones de euros en los bolsillos de funcionarios, sindicalistas y “empresarios fantasma”. Según la investigación en curso, ese supuesto fraude ha sido posible gracias a la complicidad de responsables de la Junta de Andalucía, encargada de la gestión de los fondos destinados a la formación de trabajadores en paro. De momento, la presidenta de la Junta, Susana Díaz, guarda silencio sobre este nuevo fraude que, para mayor vergüenza, coincide con el dato revelado ayer en Bruselas que sitúa a Andalucía en la cabeza de mayor índice de paro regional en toda Europa. Por lo que se ve, la crisis económica está sirviendo para enriquecer a quienes más empeño debieran tener por combatirla, en una muestra más de la magnitud de la crisis cultural y moral que afecta a la sociedad.