En Estados Unidos, la deuda contraída por los universitarios para pagar sus estudios no deja de crecer, y la situación económica cada vez ofrece menos posibilidades para devolverla.
La deuda que los estudiantes universitarios norteamericanos contraen para financiar sus estudios crece continuamente. Numerosos analistas piensan que la confluencia de varios factores macroeconómicos y microeconómicos hace cada vez más difícil liquidar unos préstamos mayoritariamente públicos, y por tanto con cargo al contribuyente.
Con una cuantía cercana al billón de dólares, según la Reserva Federal, y una carga media de 26.600 dólares para los graduados en 2011, la deuda estudiantil supera ya la de las tarjetas de crédito y es, junto con la hipotecaria, la más importante para los hogares estadounidenses. Además, es la única de las tres que está aumentando. Desde finales de 2007, justo antes del estallido de la crisis, la deuda total estudiantil ha crecido más de un 56%, con datos ajustados a la inflación.
Muchos economistas piensan que no queda otra salida que el rescate. Pero una quita saldría muy cara: según algunos cálculos, perdonar las deudas actualmente en suspensión de pagos costaría 74.000 millones de dólares.
Espiral de deuda
Los factores que están alimentando la espiral de deuda se refieren, por un lado, a los propios programas de préstamo, y por otro a la situación económica general, aunque lógicamente ambos fenómenos están relacionados.
La deuda estudiantil supera ya la de las tarjetas de crédito y es, junto con la hipotecaria, la más importante para los hogares estadounidenses
El paro juvenil entre los que tienen un título universitario es del 9%, algo por encima de la tasa general, pero inferior al de los que no han pasado de la high school, que se sitúa en torno al 16%. Más que la tasa de desempleo, el problema para los recién graduados es que ganan poco. Casi cuatro de cada diez (37,8%) trabajan en puestos para los que no hace falta cualificación universitaria, por ejemplo como camareros o vendedores, y los sueldos no son suficientes para devolver los créditos que pidieron cuando las perspectivas laborales eran más favorables.
La deuda ha ido engordando por otros factores coyunturales. Por un lado, muchos graduados volvieron a la universidad (para cursar estudios de postgrado) después de comprobar que el mercado laboral no les ofrecía lo que ellos esperaban, con lo que volvieron a endeudarse. Por otro, la crisis hipotecaria dejó sin muchos recursos a una gran cantidad de hogares norteamericanos, por lo que se acudió en mayor medida a los préstamos federales auxiliares, como el programa Parent Plus. Este programa ayuda a los padres a financiar los estudios universitarios de sus hijos, pero en el actual contexto económico se están dando cada vez más casos de padres que, sin haber terminado de pagar sus propios estudios, se encuentran cargando con los de sus hijos.
El gobierno federal como prestamista
Dos de cada tres recién graduados se marchan de la universidad con deuda a sus espaldas. En 2010 la administración Obama impulsó una reforma por la que el gobierno federal pasaba a tener un papel de prestamista directo, y no solo de garante, en la mayor parte de los créditos universitarios. Esta medida buscaba proteger a los estudiantes frente a los intereses abusivos de muchos préstamos privados, ofreciéndoles créditos a interés fijo y adecuados a su capacidad para devolverlos. Hoy en día el gobierno federal es el prestamista en el 93% de los casos.
El programa Stafford Loans acapara el 75% de estas ayudas federales. Los préstamos están sujetos a un interés distinto según la situación del estudiante. La tasa depende de si se justifica la necesidad económica (en cuyo caso son préstamos subsidiados) o no, y también del nivel de estudios que se quieran cursar. Por ejemplo, es del 3,4% para los estudiantes de grado que hayan demostrado su necesidad económica; en cambio, el interés llega al 6,8% para los que no la justifiquen o estudien un programa de posgrado.
En el caso de los préstamos subsidiados, los intereses son sufragados por el gobierno hasta que el estudiante termine la carrera. Si el préstamo no está subsidiado, el alumno –o su familia– paga desde el principio los intereses. Si no puede hacerlo, se van acumulando al saldo primero, con lo que la cantidad va aumentando. Este fenómeno, conocido como “curva exponencial del interés compuesto”, está afectando a cada vez más estudiantes.
La morosidad aumenta
Según datos del Departamento de Educación norteamericano publicados a finales de septiembre, un 13,4% de los estudiantes con ayudas federales habían suspendido los pagos ya en los tres primeros años después de acabar la carrera. Varias instituciones y particulares habían pedido al Departamento de Educación que modificara sus criterios para el cálculo de la morosidad. Argumentaban que los parámetros vigentes (solo se tenían en cuenta los dos primeros años después del periodo de gracia) escondían la verdadera y dramática situación de la deuda universitaria e incentivaban a las universidades a maquillar la morosidad de sus alumnos.
Los datos ofrecidos ahora por el gobierno demuestran la importancia de cambiar de criterio: si se tiene en cuenta el tercer año, la morosidad pasa del 7,2% al11% en las universidades públicas, del 4,6% al 7,5% en las privadas sin ánimo de lucro y del 15% al 22,7% en las privadas con ánimo de lucro. En general, supone un aumento de casi el 50% con respecto a la morosidad en los dos primeros años.
Suponiendo que la tasa de morosidad no hubiera crecido desde octubre de 2011 –algo poco probable, considerando el aumento de la deuda contraída y la trayectoria de la propia tasa–, el dinero en mora llegaría actualmente a 110.000 millones de dólares.
Si el volumen de deuda sigue creciendo al ritmo actual –y es más que probable después de que la administración Obama haya anunciado sus intenciones de facilitar el acceso a los préstamos–, en 16 meses alcanzará un total de 1,3 billones de dólares. Si a esto se le aplica una morosidad cercana al 20% (teniendo en cuenta algunos préstamos que actualmente se encuentran en aplazamiento o reducción de pagos pero que presumiblemente acabarán en mora), el panorama se parece mucho al del mercado subprime (hipotecas basura) antes de que la burbuja explotara. Por eso, algunos investigadores avisan: no es que la burbuja universitaria sea un riesgo real, es que ya está reventando.
Más allá de las consecuencias a corto plazo (falta de ingresos públicos), la deuda universitaria plantea una seria amenaza para la emancipación de los jóvenes.
Fuente:Aceprensa