En una entrevista para el periódico Le Monde, Corine Pelluchon, profesora de filosofía en la Universidad Gustave Eiffel y miembro del consejo científico de la Fundación Nicolas Hulot para la Naturaleza y el Hombre, analiza la pandemia del coronavirus como un recordatorio «en primero, [de] la profunda vulnerabilidad humana en un mundo que ha hecho todo lo posible para olvidarla». Un análisis compartido en un artículo de crédito en el periódico Le Figaro por Michel Maffesoli, sociólogo y profesor emérito de la Sorbona, para quien «la pandemia del coronavirus socava la ideología progresista de las sociedades modernas y su pretensión de resolverlo todo». Un «progresivismo [que] pretendía justificar la dominación sobre la naturaleza» y cuyas «reformas sociales (matrimonio para todos, PMA-GPA, etc.) [son] formas caricaturizadas». «Ambición, pretensión de dominar todo.»
Para Corine Pelluchon, «nuestra forma de vida y todo nuestro sistema económico se basan en una forma de exceso, de omnipotencia, como resultado del olvido de nuestra corporalidad». Pero hoy, «nosotros que pensamos que estábamos definidos por nuestra voluntad y nuestras elecciones, nos detiene esta pasividad existencial, por nuestra vulnerabilidad, es decir, por la posible alteración del cuerpo, por su exposición a enfermedades y su necesidad de cuidado y otros. Así que «en lugar de querer dominar la naturaleza, estamos de acuerdo con ella», dice el sociólogo.
Y el filósofo lo certifica que «la conciencia de esta vulnerabilidad es una fuerza». Porque «sólo la experiencia de nuestros límites, la vulnerabilidad y la interdependencia pueden llevarnos a sentirnos preocupados por lo que les sucede a los demás, y por lo tanto responsables del mundo en el que vivimos».
De hecho, dice Corine Pelluchon, «la autonomía no es la fantasía de la independencia absoluta, sobre el suelo, sino reconfigurada a la luz de la vulnerabilidad, se convierte en la determinación de tomar parte en los ensayos comunes». Lo que el sociólogo atestigua: «la angustia de la finitas, una finita cuya realidad ya no se puede ocultar, incita (…) buscar ayuda mutua, compartir, intercambiar, voluntariado y otros valores de la misma yéqui que el materialismo moderno había pensado superar».
Para Michel Maffesoli, «la crisis de salud que trae la muerte individual es un indicio de una crisis de civilización, la de la muerte de un paradigma progresista que ha hecho su tiempo. Tal vez esto es lo que hace que el ambiente trágico, experimentado a diario, lejos de ser sombrío, sea consciente de que es de una resurrección continua. Aquel en el que en el ser-juntos, en el ser-con, en lo social visible, lo invisible ocupará un lugar de elección.»
Al recordarnos brutalmente nuestra fragilidad, esta crisis es también una oportunidad para hacer la pregunta de su responsabilidad», dice Corine Pelluchon. Una «experiencia de lo negativo [debe] ser conmutada a una reflexión sobre nuestros límites», en la «oportunidad de transformación individual y colectiva, para que la conciencia de nuestra vulnerabilidad, de nuestra pertenencia a un mundo más grande que uno mismo, de nuestra conexión con convertirse en un conocimiento encarnado y vivido que transforma nuestro comportamiento». El filósofo afirma: «La ciencia y la tecnología no son suficientes». Por lo tanto, «contrarrestar la tentación del exceso, de la omnipotencia -lo que los Antiguos llamaron la arrogancia- nos corresponde a nosotros tomarnos el tiempo individual y colectivamente para reflexionar sobre la sociedad en la que queremos vivir».
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Fuente: Genethique