Blog del Profesor del IESE Doménech Melé.-
Hay colores y palabras que colectivamente se asocian a conceptos. Así, el color rojo se asocia a peligro y a la obligación de pararse. Hay estudios que muestran que el color verde, sobre todo en el mundo de la empresa, se asocia a responsabilidad ecológica y aún a responsabilidad en general. En las portadas de una gran mayoría de informes empresariales de sostenibilidad abunda el color verde. Desde hace cinco años, en algunos países, McDonalds está utilizando fondo verde en su logos en lugar del tradicional rojo, sin duda para dar imagen de responsabilidad. Esta empresa ha sido muy criticada por inducir a una alimentación poco sana a los jóvenes que suelen frecuentar sus establecimientos. ¿Es verosímil que McDonalds sea ahora una empresa responsable? No, si sólo existe un cambio de logos, pero puede contribuir a cambiar la imagen si va acompañada de otras acciones.
También las palabras son importantes. Las empresas utilizan frases cortas para resumir la misión corporativa y dar una imagen de lo que hacen. Es lo que se llama la “gran idea” (big idea). Dos ejemplos: Nokia, con su lema “connecting people” y Google, que resume su misión como: “organizar la información del mundo y hacerla accesible y útil de manera universal”. Más aún se utilizan frases cortas que evoca cierta imagen en campañas publicitarias. Aun recuerdo un automóvil que en mi juventud se anunciaba como “un coche para gente encantadora”. Me preguntaba y me sigo preguntando, ¿los que adquirían otras marcas no lo eran?
Colores y palabras son también utilizadas en el mundo de la política. Blanco y negro para designar algo viejo y colores brillantes para dar imagen de progreso y modernidad. En cuanto a las palabras, en la arena política, con frecuencia se utilizan palabras que evocan provocan una reacción favorable o adversa. De aquí a la manipulación por el lenguaje hay un paso. En lo que ocurre en tres temas de gran trascendencia social: el aborto, la eutanasia y la educación diferenciada.
Es bien sabido que mientras unos hablan de aborto (voluntario), otros hablan de interrupción voluntaria del embarazo y de derecho a decidir. Aborto significa “privación de nacimiento”. Coincide bastante con su significado etimológico. Viene del latín “abortus” (compuesto de “ab”, privación y “ortus”, nacimiento). En estas segundas expresiones hay palabras atractivas pero con una clara manipulación ideológica. La sensación positiva viene respectivamente de los términos “voluntaria” – algo voluntario es bien recibido – y de “derecho”, que también tiene una connotación favorable – ¿quien no quiere tener derechos? Pero “interrupción voluntaria del embarazo” no expresa lo que es esencial al aborto: privar de la vida al ser humano concebido pero aun no nacido. Además es equivoco. Un parto inducido prematuramente es también una interrupción voluntaria del embarazo, pero no un aborto. En la expresión “derecho a decidir” (se supone de las mujeres) hay un abuso de la palabra derecho. Un derecho se distingue de una reivindicación en que es soportado por un título de derecho. Tenemos derecho a decidir muchas cosas, pero nadie tiene derecho a decidir sobre si matar o no a un ser humano inocente (incluso si no es inocente, como ocurre con la pena de muerte, es muy cuestionable). Sin derecho a la vida caen por su base todos los demás derechos.
Algo parecido ocurre con la eutanasia. Etimológicamente significa “buena muerte”, viene del griego, “eu” (bien) y “thanatos” (muerte), pero se aplica a dar muerte para evitar sufrimientos. Aquí bueno tiene, por tanto, un significado hedonista. Matar para evitar sufrimientos no significa que sea una buena muerte, al menos en sentido moral. Es más bien privar de la vida a un ser humano en lugar de ayudarle a un auténtico bien morir, incluyendo cuidados paliativos. Aquí el leguaje se manipula al equiparar la eutanasia con un supuesto “derecho a una muerte digna”, como si el sufrimiento hiciera perder dignidad. Además se eleva a la categoría de derecho a la muerte por compasión o al suicidio asistido.
El último ejemplo lo encontramos en el ámbito educativo. Las escuelas primarias y secundarias especializadas en niños o niñas se defienden como escuelas con educación diferenciada. Lo hacen atendiendo a la diferente psicología masculina y femenina y a otras ventajas educativas derivadas de educar por separado a alumnos de diferente sexo. Algunos se oponen a esta opción y hablan de educación segregada. Esto último es también manipulación del lenguaje. Segregación, del latín segregatio, es la acción y efecto de segregar, que significa “separar, marginar o apartar algo o alguien de otras cosas o personas”. En la educación diferenciada ciertamente se separan niños y niñas para una mejor educación, no para marginar, o apartar. Lo más significativo es que, en la práctica, “segregación” se asociacia mentalmente con adjetivos como “racial” , y así segregación evoca algo negativo. En esta línea, otra definición de segregación en educación, más ajustada a la actual terminología política, es eneteder la segregación como “actitud discriminatoria y racista de una comunidad que consiste en separar y excluir de la sociedad a un grupo de personas que pertenecen a una etnia o religión diferente que consideran inferior.” La educación diferencial no es esto en absoluto.
Lo dicho, de la imagen a la manipulación hay un paso, y eso es lo que no debe ser. La veracidad ética exige que la imágen -colores y palabras- corresponda a la realidad.