Al 76 % de los adolescentes nadie les prohíbe nada de las redes sociales

La Voz de Galicia.-Las redes sociales son un mundo ajeno a la formación de los adolescentes: nadie habla con ellos sobre cómo usarlas ni los límites que deben poner; ni profesores ni padres. Los menores son autodidactas y además creen que lo hacen muy bien. Esta es una de las muchas conclusiones de la tesis que Isabel Dans Álvarez de Sotomayor defendió ayer en A Coruña, y para la cual hizo una encuesta a 1.144 niños de 4.º de la ESO de colegios de A Coruña -todos los centros de la ciudad con ese curso excepto dos-.

En el cuestionario se preguntaba qué prohibían los padres en relación con las redes sociales, y el 76 % (es decir, tres de cada cuatro alumnos) decía que nada. Incluso, solo la mitad de los estudiantes apuntaba discusiones en casa por Internet, aunque se limitaban al tiempo empleado en navegar y chatear.

«Me parece importantísimo -explicó después de la lectura de la tesis Isabel Dans- cómo no se trata el tema de la identidad digital» ni en las casas ni en los colegios, donde se usa mucho menos Internet de lo que parece. Para esta filóloga y profesora en el colegio Montespiño de A Coruña, más que preocuparse de qué redes usan los jóvenes o de qué contenidos ven en Internet, lo que debería ocupar a los adultos es saber qué persona muestra y crea el menor en las redes, qué rastro e intimidad expone. Para los alumnos (77 %), no hay dobleces, son iguales en la vida analógica y en la digital.

El cuestionario indica que ellos saben que hay peligros, pero «tienen claro» que «no les va a pasar nunca nada». Su «experiencia» así se lo indica, ya que solo el 33 % reconoce haber dicho algo ofensivo (insultos, cotilleos falsos o incluso amenazas) de otra persona; y menos son los que aceptan haber sufrido en sus carnes alguna ofensa.

Autodidactas

En general, los estudiantes de 15-17 años suele conectarse con amigos que conocen físicamente, jóvenes de la misma edad, del mismo colegio o de la misma ciudad. En menor medida se relacionan con adultos, y casi nadie tiene contacto virtual con sus padres y profesores. De estos últimos no quieren saber nada, posiblemente porque están seguros de que ellos realmente no saben nada: «Si ni siquiera puede encender el ordenador, ¡cómo va a saber de redes sociales!», comentaba una alumna en el cuestionario de Isabel Dans.

¿Y qué piensan los mayores? En la tesis, Dans habló con dos grupos, mucho más reducidos, de padres y maestros, y parece que ambos colectivos son conscientes de las posibilidades educativas de las redes sociales, pero nadie concreta en qué casos podrían aprovecharse. Además, ningún grupo tiene formación específica en este campo -la mayoría, profesores y padres, son autodidactas- aunque todos quisieran conectar con los menores.

Detectó Isabel Dans que entre las familias hay más tranquilidad sobre el uso de las redes sociales, que considera que «son como la vida misma» mientras que entre los profesores se echa en falta más formación. Parece claro, pues, que «hay mucha más demanda de uso de las redes sociales -dijo Dans- que oferta». Con todo, cree que solo cambiará el uso de las redes sociales en los colegios cuando se «programen las asignaturas de otra manera» y «se evalúe de otro modo», pero la selectividad parece perpetuar el pensamiento teórico.

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