Las Comisiones de Asuntos Sociales y Justicia del Senado de Bélgica están examinando la posibilidad de aplicar la eutanasia a menores de edad. La mera posibilidad de que se legalice tal práctica sacude la conciencia de cualquier persona sensible a la vida humana y a su dignidad, especialmente en el caso de los niños, los más indefensos.
La eutanasia es legal en ciertos supuestos en Bélgica, pero solamente en el caso de adultos. Su mera existencia legal es una fuente innumerable de actos inmorales que suponen el acto directo de matar a una persona. Además, todos los pretendidos controles a través de complejos mecanismos que –según sus defensores- evitarían cualquier abuso, se han mostrado completamente inútiles, y el fraude de ley cuando no la actuación contra ley es casi indetectable (en muchas ocasiones, por la evidente falta de voluntad de las autoridades de perseguir tales actos).
Implicar a los niños en su propia muerte es un acto diabólico, por parte de un Estado (como el belga) que simplemente no permite, por ejemplo, que un menor compre una casa. ¿Cómo, entonces, puede considerarse válido su consentimiento para quitarse la vida? ¿Es ese el mejor interés del menor, que tanto cacarean politicos y legisladores, como el principio básico al que hay que atender cuando se trata de buscar su protección?
Bélgica ha entrado en un oscuro callejón sin salida, y lo peor de todo, es que en lugar de dar marcha atrás hacia la luz, ha decidido huir hacia adelante, e internarse con saña en el túnel de la cultura de la muerte. Banalizar el suicidio asistido a través de su legalización abre la puerta a una irrestricta violación de los derechos fundamentales más básicos. En 2012, el número de suicidios asistidos legales en Bélgica aumentó en un 25% respecto del año anterior (1.432 casos, frente a 1.133). Y esto es el principio.
La solución más humana al dolor extremo de la persona pasa por el cuidado y atención a las personas que sufre, el acompañamiento cercano y el cariño y el amor de los que le rodean, incluidos los profesionales de la salud. Cuando el dolor se intensifica la medicina moderna cuenta con los cuidados paliativos, que permiten amortiguar el sufrimiento. Esta es la verdadera solución humana médica al problema del dolor y sufrimiento y no la puerta trasera, inhumana e inmoral, de hacer creer al paciente que “colgando la toalla” para siempre, le permitirá dejar atrás el problema. El suicidio no es la solución humana a los problemas del hombre.