Publicado el 16 abril, 2013 por El sónar.-De vez en cuando irrumpen en la actualidad las feministas de Femen, el grupo de origen ucraniano que, senos al aire y con eslóganes pintados en su piel, protestan contra lo que consideran retrógrado y contrario a la mujer. Su última actuación tomó como blanco a Putin durante su visita a Alemania, para denunciar la condena de las Pussy Riots. Pero con el mismo método han actuado contra Berlusconi en Italia para protestar contra el bunga-bunga, en defensa de Amina Tyler, tunecina que imitó su topless en Facebook, así como han intentado irrumpir en Notre-Dame de París para criticar a la Iglesia por no apoyar el matrimonio gay, han denunciado el turismo sexual en Ucrania…
Por el momento disfrutan de esos momentos de gloria que nuestra civilización del espectáculo concede a todo el que le divierte un rato. El topless siempre ha sido un gancho para las audiencias y la “cabeza pensante” del grupo, Anna Hutsol, que ha trabajado antes en el show-business, cuenta con ello: “Para que una organización sea escuchada, debe ser popular, suscitar emociones, excitación”, ha dicho.
Pero es más fácil excitar que ser escuchada. ¿Realmente el público ve ahí algo que no sean los senos? ¿Han logrado alguna movilización a favor de sus causas? Quizá para dar un toque de feminismo intelectual a su “sextremismo”, Anna Hutsol justifica así su método: “Al manifestarse con los senos al aire, las mujeres se reapropian su cuerpo. Realizan un acto de liberación”.
¿Liberación? Hace pocas semanas hubo una polémica en Inglaterra sobre si Sun –el tabloide popular– debería suprimir la emblemática pin-up en topless que adorna tradicionalmente su página 3. Se decía que seguir tratando a la mujer como un gancho visual era algo indigno y sexista. Tras los escándalos del grupo Murdoch con News of the World parecía un buen momento para replantearlo en el Sun, otra de sus publicaciones. Pero, aun con una tirada de 2,3 millones de ejemplares, el Sun ha perdido un 11,6% de audiencia con respecto al año pasado. Y como la idea del Sun es seguir siendo el primero por cualquier medio, la chica de la página 3 va a seguir donde está.
Es curioso cómo el mismo recurso al topless puede ser feminista o sexista, según quién lo haga y cómo se mire. Seguro que las chicas que pasan por la página 3 del Sun se han reapropiado de su propio cuerpo y han concluido que vale la pena exhibirlo para defender una buena causa, su propia causa. Los propietarios del Sun también piensan que para que el periódico sea popular debe “suscitar emociones, excitación”. Solo que, puestos a ello, prefieren recurrir a modelos profesionales no a feministas gritonas.
Lo que parece un tanto ingenuo es pensar que manifestarse en topless resulta transgresor en la sociedad europea actual. Cuando es casi de uniforme en algunas playas, cuando la publicidad lo utiliza como reclamo, y la cirugía estética lo esculpe de encargo, hay motivos para pensar que es ya algo perfectamente integrado en el sistema. Si las de Femen quieren cambiar realmente las actitudes, tendrán que ir pensando en algo que no sea una provocación inútil en una sociedad adormecida en la transgresión. Si no, cuando pase su novedad, no van a tener más remedio que comprarse una blusa.