¿Por qué somos perseguidos los católicos en España?

– ¿Usted podría explicarme por qué somos perseguidos los católicos en España? ¿Por qué se quieren cerrar las capillas en la Universidad Complutense?¿Por qué el Gobierno del PP ha cedido a las presiones de la izquierda y no se ha atrevido, con su reforma de la enseñanza, a respetar los acuerdos con la Santa Sede sobre la asignatura de Religión y la ha reducido a una sola clase semanal de 45 minutos? ¿Es que la enseñanza de la religión católica supone un trastorno para el Estado y la sociedad? ¿No son católicos la inmensa mayoría de los españoles?
– Muchas preguntas son esas, amigo, pero usted es católico como yo y podría darse una respuesta tan válida como la que pueda darle yo o cualquier padre de familia… Pero, en fin, vamos a intentar aclarar las cosas. Yo diría, en primer lugar, que la religión católica molesta a muchos ciudadanos, especialmente a la izquierda atea que ve en la Iglesia una institución represora a la que no le gusta cómo ha cambiado el comportamiento de la sociedad en lo que se refiere a sus costumbres públicas y privadas. La memoria de la Inquisición está todavía muy presente en las ideologías de corte laicista…
– Hombre, no me venga usted ahora con la Inquisición. Eso es cosa de un pasado enterrado bajo siete losas. Aquí pasa algo más.
– No tan enterrado. El mero hecho de que la Constitución, en su articulo 16 sobre la libertad ideológica y religiosa, declare aconfesional al Estado en lugar de definirlo abiertamente laicista y, además, recomiende a los poderes públicos tener en cuenta las creencias religiosas de la sociedad, con su colofón de mantener las consiguientes relaciones con la Iglesia católica y demás confesiones, es considerado por muchos como un privilegio de la Iglesia que debe desaparecer.
– Perdone que le insista: si la sociedad en su mayoría se sigue considerando católica, ¿por qué esa intromisión ideológica de algunos que solo parece que están pensando en denunciar los Acuerdos con la Santa Sede? ¿Tan malo es tener buenas relaciones con la Iglesia? Que sepamos, la Iglesia enseña los valores espirituales contenidos en el Evangelio y la principal misión de la Iglesia es evangelizar, sin tratar de imponer sus enseñanzas. Cada cual es libre de aplicárselas a su conducta como todos sabemos ¿O es que el Evangelio se opone a la convivencia, a la libertad, al bien común… y todo lo que defienden los propios partidos políticos?
– Responder a ésta y demás preguntas que plantea supone todo un análisis sociológico cultural y político de lo que es España hoy. Pero en su misma exposición puede encontrar usted las supuestas razones de la hostilidad que provoca la Iglesia en ciertos ámbitos de la sociedad. Por ejemplo, la Iglesia enseña que la dignidad humana se basa en la filiación divina: somos criaturas de Dios y, por tanto, llamados a la eternidad, lo cual conlleva un respeto sagrado a la vida y a la naturaleza, a la libertad individual, al discernimiento del bien y el mal tan bien sintetizado en los Diez Mandamientos… Es decir, la Iglesia enseña unos valores espirituales que parten del amor a Dios y que se hacen tangibles en nuestra conducta de cada día mediante el amor a los demás. Pues bien: eso mismo choca con las corrientes ideológicas modernas que niegan la existencia de Dios y, por tanto, de la trascendencia humana. Dicho de otra manera: para estas ideologías “laicistas”, estrechamente vinculadas en los últimos tiempos a la llamadas “corrientes de género”, lo único importante es pasarlo bien en la tierra porque no existe ni cielo ni infierno. Y pasarlo bien supone dar rienda suelta a los instintos, a lo que apetece en cada momento, sobre todo en el ámbito de las relaciones humanas. Por eso se ve a la Iglesia como una represora moral y la confunden con una especie de “policía” de la moralidad pública. De ahí que ni siquiera se quiere admitir a la Iglesia que eleve su voz cada vez que el Estado atenta, con sus leyes, contra la dignidad humana y contra la vida misma. Más aún: todo lo que la Iglesia considera pecado, -desde el aborto al divorcio, desde el matrimonio contra natura al adulterio- el laicismo lo rechaza como si fuese una coacción moral intolerable. Eso lo hemos visto muy de cerca con las leyes permisivas de la etapa de Zapatero en las que llegó a afirmarse que la única moral pública admisible es la que emana de las leyes aprobadas por la mayoría parlamentaria…
– Bueno, vale, pero eso no me explica que el Partido Popular haya mantenido esas leyes y que ni siquiera se atreva a reconocer la clase de Religión como una aportación valiosa de la Iglesia al bien común.
– El PP, en realidad, se está debatiendo entre sus inclinaciones “modernistas” tan parecidas a las laicistas, y sus promesas electorales, pensadas en su día para atraer el “voto católico”. Hoy cree que con mejorar la situación económica le basta para recuperar el voto perdido en las ultimas elecciones europeas. Y peor aún: piensa que puede contentar a un sector de centro-izquierda manteniendo las distancias con la Iglesia. También cree que la mayoría de la sociedad no podrá soportar una deriva izquierdista que nos traiga un nuevo “frente popular” de tan nefasta memoria. Pero creo que se equivoca: la mejora del empleo no le va a dar un solo voto más de los que ha tenido el pasado mes de mayo y le queda muy poco tiempo para emprender una regeneración democrática que ilusione a la clase media, la principal victima de la crisis y de los recortes, además de no soportar ni un día más la corrupción de partidos y sindicatos. Le digo más: a buena parte de esa clase media no le importa en absoluto dejarse engañar por los cantos de sirena de la izquierda, que se va a recomponer base de promesas imposibles…
– Es decir, que el PP está aún más desorientado que el propio PSOE, que ya es decir.
– Dejemos al PSOE en paz: bastante tiene con sus divisiones internas, su insensatez y su falta de propuestas realistas para salir de una vez de la crisis. El problema real de España es el desafío nacionalista, la falta de consenso para reformar la Constitución y la destrucción masiva de valores éticos y morales que no parece importarle mucho al actual Gobierno. Todo lo cual me lleva a resumirle como respuesta a sus preguntas que los católicos lo vamos a seguir pasando mal, entre otras cosas porque tampoco hemos sabido cantarle las cuarenta a esta Gobierno, a pesar de que la Iglesia no tiene pelos en la lengua al denunciar sus desafueros. Léase, reléase la reciente reflexión que hacia el cardenal Rouco sobre la clase de Religión y la burla que supone al derecho constitucional de los padres a elegir la educación que quieren para sus hijos, cosa que ya hizo en los tiempos de Zapatero.
– Le prometo que lo haré…

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