Por: Esther Samper | 24 de abril de 2013.-Doctora Shora.-El País.-Sábado por la noche en una famosa zona de botellón. Jóvenes veinteañeros comienzan a reunirse en torno a coches equipados con subwoofer especiales para ambientar la velada al ritmo de sus potentes graves. Los asistentes portan bolsas de supermercados repletas de bebidas alcohólicas y refrescos para mezclar.
La fiesta comienza y, enseguida, los vasos comienzan a vaciarse con rapidez. Una maceta de sangría vuela en minutos, el calimocho de un vaso gigante desaparece a una velocidad pasmosa.
A alguien se le ocurre utilizar un embudo para hacer más amena la tarea. "A ver quién es capaz de beber todo lo que le echemos" dice un chaval desafiante. A las 2 horas de comenzar, ya hay algunos borrachos y la noche sigue, entre el desenfreno de la embriaguez y el alcohol como medio y fin de diversión. Probablemente alguno termine en Urgencias por intoxicación etílica esa noche.
Lo anterior es un relato típico de cualquier fin de semana para una multitud de jóvenes españoles. Al fenómeno nada nuevo del botellón, se suma un comportamiento de riesgo tampoco nada reciente en nuestro país, pero sí uno al que se le había prestado poca atención hasta hace poco, especialmente por los profesionales sanitarios. Es el binge drinking, un término anglosajón tan novedoso que no existe un que no existe un equivalente definido en castellano, aunque lo más aproximado sería denominarlo "atracón alcohólico.
¿En qué consiste el binge drinking?
El binge drinking o atracón alcohólico consiste en la ingesta masiva de bebidas alcohólicas en un periodo breve de tiempo (unas pocas horas) con la clara finalidad de emborracharse lo más rápido posible. La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria en su última revista FAMIPED, dirigida especialmente a familias y padres, describe esta problemática sanitaria:
Con el nombre de “atracones, colocones” o, en inglés, “binge drinking” (BD) se conoce un proceso, más o menos reciente, en el que se beben más de cuatro bebidas para las chicas o cinco para los chicos (cada una de ellas de un mínimo de 10 mgrs. de etanol), en una sola vez o en un período de pocas horas, con el fin de “colocarse” y con un importante matiz de falta de control.
Esta conducta no sólo se da en botellones, sino que también puede darse en discotecas, pubs u otros lugares en los que sea habitual el consumo de alcohol. Según recogía la Encuesta sobre alcohol y drogas en la población general de España (EDADES) de 2011-2012, el 15,2 % de la población había realizado alguna vez esta práctica en los últimos 30 días y son especialmente los hombres entre 20 y 24 años quiénes más habían realizado esta actividad con un alarmante porcentaje: superior al 35 %.
¿Por qué es preocupante el binge drinking?
El binge drinking se ha convertido en una conducta frecuente e incluso normal entre la población joven pero son pocas las personas que son conscientes de los riesgos de esta práctica. El consumo masivo de bebidas alcohólicas en un breve periodo de tiempo conlleva unos riesgos superiores a un consumo de alcohol equivalente durante un mayor intervalo de tiempo.
Los efectos más inmediatos son los que trae consigo la desinhibición propia de la rápida borrachera. El binge drinking hace más proclive al joven a realizar actividades de riesgo a lo largo de la noche (consumo de otras drogas como cocaína, relaciones sexuales sin protección, accidentes de tráfico, peleas, suicidios…). Si el consumo se va aún más de las manos puede llevar a una intoxicación etílica, a una pancreatitis aguda, al coma o a la muerte en los casos más extremos. Además, en estudios realizados a adolescentes se ha comprobado que provoca problemas en la atención, en el procesamiento y recuerdo de información y en la planificación de tareas y organización. En definitiva, conlleva una merma en la capacidad mental para realizar multitud de actividades de la vida diaria.
Los efectos más desconocidos por la población general tienen lugar a largo plazo y aún hoy siguen investigándose las consecuencias de esta forma de consumo de alcohol. Así, por ejemplo, se sabe que los individuos que han realizado esta práctica a lo largo de su vida tienen un riesgo incrementado de desarrollar síndrome metabólico y diabetes tipo 2.
Además, hace poco, tuvimos noticia de experimentos llevados a cabo en ratones a los que se les administraba alcohol siguiendo la pauta del binge drinking. Éstos desarrollaban un mayor riesgo de desarrollar resistencia a la insulina.
Por si lo anterior no fuera suficiente, estos días la revista Journal of the American College of Cardiology se hace eco de otros riesgos añadidos al binge drinking. Esta práctica induce cambios en la circulación sanguínea, concretamente en el funcionamiento del endotelio y del músculo liso de los vasos sanguíneos que intervienen en la regulación del flujo sanguíneo. Lo que estos investigadores comprobaron es que estos cambios que aparecían en jóvenes que habían practicado el binge drinking (una media de 6 episodios en el último mes y un historial de 4 años) ¡eran equivalentes a aquellos cambios detectados en personas con un historial de consumo crónico, abundante y diario de alcohol (más de 6 bebidas al día durante más de 8 años)! Además, estos cambios incrementan el riesgo de desarrollar en el futuro enfermedades cardiovasculares tales como infarto de miocardio, muerte súbita cardíaca o ictus.
Y esto es sólo una parte lo que se conoce por el momento, no resultaría nada sorprendente que próximamente se descubrieran nuevos riesgos asociados al binge drinking. Mientras la ciencia intenta conocer mejor cuáles son los peligros de esta práctica, ¿qué pueden hacer los padres? La Asociación Española de Pediatría de atención primaria da una serie de excelentes recomendaciones que pueden orientarles a tratar con sus hijos acerca de este asunto y tratar de encontrar una solución.