La hidroxicloroquina, un medicamento utilizado para prevenir y tratar los ataques agudos de malaria en adultos y niños que pesan más de 31 kg, fue recetada a pacientes hospitalizados con Covid-19 durante la primera ola del virus. Su uso podría estar relacionado con aproximadamente 13.000 muertes prematuras en seis países, de las cuales 2.799 ocurrieron en España.
En un artículo publicado en Biomedicine & Pharmacotherapy, un grupo de investigadores ha estimado la mortalidad prematura en relación con el tratamiento con hidroxicloroquina en seis países: Bélgica, Turquía, Francia, Italia, Estados Unidos y España.
El objetivo del estudio fue calcular el número de muertes atribuibles al uso de este tratamiento en 2020, durante los primeros meses de la pandemia.
Utilizando las estimaciones medianas del uso de hidroxicloroquina en cada país, 13.226 muertes hospitalarias pueden estar relacionadas con la prescripción de este medicamento en los seis países evaluados. Por países, los datos son los siguientes: en Bélgica 10.018 pacientes recibieron tratamiento y fallecieron 231, en Turquía lo recibieron 15.656 y fallecieron 77, en Francia lo recibieron 15.600 y fallecieron 299, en Italia lo recibieron 72.635 y fallecieron 2.237, en EEUU lo recibieron 551.471 y fallecieron 7.583 y en España lo recibieron 87.437 y fallecieron 2.799.
Sin embargo, y según Diario Médico tras analizar los datos del estudio, el doctor Javier de Miguel, jefe de Neumología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, ha declarado que «sobre todo, precaución. Es evidente que el tratamiento con hidroxicloroquina ha demostrado que no es útil en pacientes con Covid-19 y, por lo tanto, se descarta para esta enfermedad. Pero también parece muy contundente, y no prudente, afirmar que la mortalidad ha aumentado entre los pacientes que la recibieron».

El Dr. De Miguel también afirma que la terapia con hidroxicloroquina se administró junto con muchos otros medicamentos, como la azitromicina, también relacionada con efectos secundarios cardíacos. Además, los pacientes más graves también estaban sujetos a otro tipo de afecciones, como patologías previas o la edad, que también podrían haber jugado un papel posterior. «Los estudios demostraron que no era eficaz porque no reduce la mortalidad en pacientes con Covid-19. Pero otra cosa muy distinta es que aumente la mortalidad, como ya se ha señalado. Me parece un poco arriesgado».
Cabe recordar que en 2020, durante la crisis del Covid-19, el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tomaba hidroxicloroquina como medida preventiva para evitar contraer la enfermedad, a pesar de las pocas evidencias de su eficacia y la intensidad de sus efectos secundarios.
Trump recomendó repetidamente su uso durante las sesiones informativas de la Casa Blanca sobre la pandemia de coronavirus, a pesar de que la FDA desaconsejó su uso en julio de 2020.
Evaluación bioética
Por un lado, el uso de medicamentos sin la debida autorización por parte de las agencias reguladoras constituye una práctica que debe evitarse. Excepcionalmente, se acepta el «uso compasivo» de algunos medicamentos no autorizados para el tratamiento de determinadas patologías en ausencia de alternativas terapéuticas eficaces. Y también cuando existe una condición grave que no permite esperar el desarrollo del complejo procedimiento para la autorización del medicamento.
Con el fin de garantizar si un fármaco es lo suficientemente eficaz para tratar una patología, qué dosis debe utilizarse, los efectos secundarios que se esperan después de la administración y los pacientes a los que está destinado, se realizan costosos ensayos clínicos para proporcionar certeza sobre un balance beneficio/riesgo positivo.
Durante la pandemia de Covid-19, la falta de tratamientos efectivos disponibles, dada la naturaleza desconocida de la enfermedad, llevó a numerosos intentos de aplicar diferentes tratamientos en un intento desesperado por frenar la alta mortalidad registrada, especialmente en las primeras etapas.
La noticia que ahora se publica plantea la posibilidad de que uno de estos tratamientos probados, la hidroxicloroquina, pueda haber causado muertes prematuras en pacientes afectados sin aportar ningún beneficio a la evolución de la enfermedad. Este hecho refuerza la necesidad de aplicar escrupulosamente criterios prudentes en el uso de tratamientos farmacológicos que no han sido suficientemente probados.
Sin embargo, también hay que tener en cuenta que asumir una relación inequívoca entre la administración de hidroxicloroquina y el aumento de la mortalidad por Covid-19 también es imprudente si no hay
La hidroxicloroquina, un medicamento utilizado para prevenir y tratar los ataques agudos de malaria en adultos y niños que pesan más de 31 kg, fue recetada a pacientes hospitalizados con Covid-19 durante la primera ola del virus. Su uso podría estar relacionado con aproximadamente 13.000 muertes prematuras en seis países, de las cuales 2.799 ocurrieron en España.
En un artículo publicado en Biomedicine & Pharmacotherapy, un grupo de investigadores ha estimado la mortalidad prematura en relación con el tratamiento con hidroxicloroquina en seis países: Bélgica, Turquía, Francia, Italia, Estados Unidos y España.
El objetivo del estudio fue calcular el número de muertes atribuibles al uso de este tratamiento en 2020, durante los primeros meses de la pandemia.
Utilizando las estimaciones medianas del uso de hidroxicloroquina en cada país, 13.226 muertes hospitalarias pueden estar relacionadas con la prescripción de este medicamento en los seis países evaluados. Por países, los datos son los siguientes: en Bélgica 10.018 pacientes recibieron tratamiento y fallecieron 231, en Turquía lo recibieron 15.656 y fallecieron 77, en Francia lo recibieron 15.600 y fallecieron 299, en Italia lo recibieron 72.635 y fallecieron 2.237, en EEUU lo recibieron 551.471 y fallecieron 7.583 y en España lo recibieron 87.437 y fallecieron 2.799.
Sin embargo, y según Diario Médico tras analizar los datos del estudio, el doctor Javier de Miguel, jefe de Neumología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, ha declarado que «sobre todo, precaución. Es evidente que el tratamiento con hidroxicloroquina ha demostrado que no es útil en pacientes con Covid-19 y, por lo tanto, se descarta para esta enfermedad. Pero también parece muy contundente, y no prudente, afirmar que la mortalidad ha aumentado entre los pacientes que la recibieron».

El Dr. De Miguel también afirma que la terapia con hidroxicloroquina se administró junto con muchos otros medicamentos, como la azitromicina, también relacionada con efectos secundarios cardíacos. Además, los pacientes más graves también estaban sujetos a otro tipo de afecciones, como patologías previas o la edad, que también podrían haber jugado un papel posterior. «Los estudios demostraron que no era eficaz porque no reduce la mortalidad en pacientes con Covid-19. Pero otra cosa muy distinta es que aumente la mortalidad, como ya se ha señalado. Me parece un poco arriesgado».
Cabe recordar que en 2020, durante la crisis del Covid-19, el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tomaba hidroxicloroquina como medida preventiva para evitar contraer la enfermedad, a pesar de las pocas evidencias de su eficacia y la intensidad de sus efectos secundarios.
Trump recomendó repetidamente su uso durante las sesiones informativas de la Casa Blanca sobre la pandemia de coronavirus, a pesar de que la FDA desaconsejó su uso en julio de 2020.
Evaluación bioética
Por un lado, el uso de medicamentos sin la debida autorización por parte de las agencias reguladoras constituye una práctica que debe evitarse. Excepcionalmente, se acepta el «uso compasivo» de algunos medicamentos no autorizados para el tratamiento de determinadas patologías en ausencia de alternativas terapéuticas eficaces. Y también cuando existe una condición grave que no permite esperar el desarrollo del complejo procedimiento para la autorización del medicamento.
Con el fin de garantizar si un fármaco es lo suficientemente eficaz para tratar una patología, qué dosis debe utilizarse, los efectos secundarios que se esperan después de la administración y los pacientes a los que está destinado, se realizan costosos ensayos clínicos para proporcionar certeza sobre un balance beneficio/riesgo positivo.
Durante la pandemia de Covid-19, la falta de tratamientos efectivos disponibles, dada la naturaleza desconocida de la enfermedad, llevó a numerosos intentos de aplicar diferentes tratamientos en un intento desesperado por frenar la alta mortalidad registrada, especialmente en las primeras etapas.
La noticia que ahora se publica plantea la posibilidad de que uno de estos tratamientos probados, la hidroxicloroquina, pueda haber causado muertes prematuras en pacientes afectados sin aportar ningún beneficio a la evolución de la enfermedad. Este hecho refuerza la necesidad de aplicar escrupulosamente criterios prudentes en el uso de tratamientos farmacológicos que no han sido suficientemente probados.
Sin embargo, también hay que tener en cuenta que asumir una relación inequívoca entre la administración de hidroxicloroquina y el aumento de la mortalidad por Covid-19 también es imprudente si no hay evidencias suficientemente sólidas para poder afirmarlo.
Al igual que en otros ámbitos, también en la medicina, el deseo de crear titulares de prensa que busquen ofrecer noticias o crear alarmas innecesarias se aleja de la ética que debe acompañar al manejo de la información, que debe ofrecerse con rigor y prudencia.
Julio Tudela y Ester Bosch
Observatorio de Bioética – Instituto de Ciencias de la Vida
Universidad Católica de Valencia
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