Espiritual, pero no religioso

La tendencia a considerarse “espiritual pero no religioso” representa para Allan Miller, director del centro de debates The New York Salon, un paso atrás en el progreso de las sociedades modernas. Mientras que la religión invita a cambiar de vida, la moda de las creencias blandas elude el compromiso de pensar las cosas en profundidad y de decidir en consecuencia.

Quienes militan en el bando de los “espirituales pero no religiosos”, explica Miller en un blog de la CNN, consideran la autonomía como el valor supremo. Es la experiencia individual, y no la pertenencia a una religión organizada, lo que proporcionaría un contacto más profundo con un Ser Superior.

“Esta actitud cuadra con el mensaje cada vez más extendido de que sentir algo de alguna manera es más puro, y quizá más verdadero, que adecuarse uno a la doctrina, las prácticas, los preceptos y las observaciones que vienen desde arriba de una institución”.

El problema es que la espiritualidad sin religión no ofrece ningún sistema de creencias a cambio, ni tampoco un conjunto de principios. ¿En qué cree alguien que se declara espiritual pero no religioso? ¿Qué doctrina practica?, se pregunta Miller.

A la pérdida de identidad se añade el debilitamiento del compromiso personal por mejorar uno mismo y por mejorar la sociedad. Mientras la religión organizada demanda de sus fieles cambios en los comportamientos y en las actitudes, la “espiritualidad sin religión” se limita a satisfacer la subjetividad; si el criterio supremo de conducta es “experimentar cosas bonitas y sentirse mejor”, entonces “hay poco que transformar y nada que apunte a un ideal que pueda inspirarnos o exigir de nosotros un cambio”.

Para Miller, detrás de la moda de la “espiritualidad sin religión” se advierte una falta de realismo. “Ser espiritual pero no religioso es evitar tener que pensar demasiado sobre nuestras decisiones”.
Fuente:Aceprensa