Aceprensa.-Dos grandes problemas atenazan al gobierno de François Hollande: el progresivo incremento del paro, y el riesgo de que el 13 de enero se produzca una gran manifestación contra su proyecto de matrimonio gay, bautizado como “matrimonio para todos”. Ante el desempleo, el presidente ha subrayado que en 2013 se frenará, “cueste lo que cueste”. No menos voluntarismo están demostrando sus ministros ante la reforma del derecho de familia, tachando a los que se oponen de retrógrados, integristas y homófobos.
También existe una oposición en la izquierda
No esperaba el ejecutivo una oposición tan fuerte, que comienza dentro de las filas del partido socialista. Georgina Dufoux, que, bajo la presidencia de François Mitterrand, fue secretaria de Estado para la familia (1981-84), ministra de asuntos sociales y solidaridad nacional (1984-86) y, en fin, ministra de familia (1988) ha afirmado que participará el próximo domingo en la manifestación popular contra el “matrimonio para todos”.
Muchos ciudadanos piensan que el proyecto aprobado por el Gobierno habría requerido un auténtico debate social, que no se ha producido
Georgina Dufoux se convirtió al protestantismo evangélico en los años noventa, pero, en declaraciones a La Vie, afirma que François Hollande va mucho más allá de lo que afirmó en su campaña electoral: va a dar carta legal a la teoría del género que viene de los Estados Unidos, y considera que varón y mujer son intercambiables. Precisa que no toma postura en función de su fe religiosa, sino de su convicción acerca de la realidad social de la familia, y de la estabilidad que proporciona a la convivencia democrática. Recuerda, en concreto, que la adopción busca que un niño tenga una familia, no que adultos satisfagan su deseo –derecho– de tener niños.
Para una mayoría de ciudadanos, el proyecto aprobado por el Gobierno el pasado mes de noviembre, que equipara las parejas gay al matrimonio heterosexual y reconoce la adopción a favor de homosexuales, habría requerido un auténtico debate social. Recuerdan que el actual presidente de la República había prometido esa participación ciudadana, para distanciarse de la praxis más autoritaria de Nicolas Sarkozy. Pero, de momento, sólo habría conseguido provocar la división de los franceses, así como reabrir viejos debates en torno al laicismo y, en concreto, respecto de la escuela.
Otra voz que ha intervenido activamente en la campaña contra el matrimonio gay es la de Virgine Merle, más conocida por su pseudónimo Frigide Barjot, humorista y articulista francesa, que no está en contra de que la parejas homosexuales tengan un estatus legal reconocido. De hecho, en Francia existe desde 1999 el llamado PACS (pacto civil de solidaridad), abierto a parejas de cualquier sexo. “El problema –dice Barjot– no es la homosexualidad, sino la filiación humana”, pues un niño necesita conocer su filiación y tener acceso a sus padres biológicos. “Para hacer un niño se necesita un hombre y una mujer”. Que una pareja del mismo sexo se convierta en padres legales es algo “totalmente contrario a la realidad”.
El Ministro de Educación pide que en los centros católicos concertados no se hable del tema
Hollande trata de rebajar tensiones
El Elíseo niega la existencia de tensiones con las Iglesias, tras la habitual reunión de comienzos de años entre el presidente de la República y los representantes de las principales confesiones de Francia. François Hollande ha subrayado que “no tiene ningún sentido resucitar una guerra escolar” a propósito del “matrimonio para todos”.
Gilles Bernheim, gran rabino de Francia –con una postura muy seria contra el proyecto de ley, de la que se ha hecho eco L’Osservatore Romano–, comentó a los periodistas que “la conversación había sido sosegada e interesante”. Apenas se habló del polémico proyecto gubernamental, como tampoco se mencionó la manifestación convocada en contra de esa política el próximo domingo.
Un portavoz oficial insiste en que “el presidente ha garantizado que escuchará a todas las religiones y creencias”, pero reitera que “esta reforma, que concierne exclusivamente al matrimonio civil, es para él y para millones de franceses un avance en términos de igualdad de derechos y, por tanto, el proyecto se llevará a su término”.
A fin de no complicar más la aprobación del proyecto, el grupo parlamentario socialista ha decidido no plantear una enmienda para abrir la procreación asistida a las parejas de lesbianas. El primer ministro, Jean-Marc Ayrault, ha asegurado que el asunto se tratará en otro proyecto de ley sobre cuestiones de familia y de filiación que se presentará el próximo marzo.
El arzobispo de París señala el riesgo de que las directrices ministeriales constituyan la imposición de “una doctrina oficial”
La polémica del ministro con la escuela católica
A su vez, el ministro de educación, Vincent Peillon, ha sido protagonista de una agria polémica con los representantes de la escuela católica. El secretario general de la enseñanza católica, Eric de Labarre, dirigió en diciembre una carta a los centros escolares, en la que sugería a “los miembros de las comunidades educativas” organizar debates sobre el matrimonio gay.
Esa postura, fundada en el carácter propio de los centros, expresamente reconocido por la ley Debré de 1957, le pareció al ministro un atentado a la neutralidad de establecimientos que han firmado un contrato con el Estado. Incluso, se dirigió a los rectores de los distritos universitarios –autoridad educativa de carácter general en Francia– para vigilar el cumplimiento del deber de neutralidad en el equivalente a los colegios concertados, así como evitar que se produzcan “fenómenos de rechazo y estigmatización homófobos”.
La advertencia de Peillon ha suscitado un amplio rechazo. Para el ex ministro de Educación Nacional, Luc Chatel, supone negar ese “carácter propio de los centros privados”. A juicio de Laurent Wauquiez, ex ministro de universidades, refleja el intento de “reducir la oposición al matrimonio para todos a un solo grupo reaccionario: los cathos”. Supondría una desviación inquietante del principio de laicidad. Aparte de emplear en la polémica términos casi insultantes, que nadie aceptaría si se dirigieran a musulmanes o judíos. Pero Peillon insiste en que no habrá guerra escolar, a la vez que promete actuar con una laicidad abierta…
Desde luego, el secretario general de la enseñanza católica, Eric Labarre, tampoco quiere echar leña al fuego. Precisa que no pretendía organizar debates en las clases, sino “entre adultos”, es decir, profesores y padres. Pero, ha respondido al ministro que no tiene conciencia de haber cometido ninguna falta y que volvería a escribir la misma circular sin cambiar una coma.
Pero el arzobispo de París y presidente de la Conferencia Episcopal de Francia, el cardenal André Vingt-Trois, no ha dejado de manifestar su postura contra el riesgo de que las directrices ministeriales constituyan la imposición de “una doctrina oficial” y una auténtica “policía del pensamiento”.
En la mente de todos gravita la reacción popular de 1984 contra la reforma educativa preconizada por François Mitterrand, que debió abandonar ante la magnitud de las concentraciones de protesta.