fraileUn familiar de San Pío V dudaba sobre el Opus Dei y consultó al Padre Pío: «Es cosa santa», dijo

Nombrar el apellido Ghisleri (o Ghislieri o Gisileri, como también aparece en la documentación histórica) es, en Italia, decir mucho. De origen boloñés, algunos expertos en genealogía remontan sus orígenes hasta Islerio, un noble constantinopolitano que habría llegado a Bolonia en el año 430 acompañando a San Petronio, patrón de la ciudad, donde fue obispo desde entonces hasta su muerte.

En cualquier caso, los Ghisleri tomaron parte en las durísimas luchas familiares por el poder que caracterizaron la vida política en las ciudades de la Italia medieval. Conocieron triunfos y derrotas en Bolonia, incluso el exilio, con lo que fueron diseminándose por todas las grandes poblaciones del norte (Mantua, Vicenza, Ferrara, Pavía) y del centro (Perusa, Asís… Roma) de la península.

De una de esas ramas, en el Piamonte, provenía San Pío V, uno de los más grandes pontífices de la historia de la Iglesia, el único santo en cuatro siglos, hasta San Pío X.

El Papa Antonio Michele Ghisleri (1504-1572) gobernó la barca de Pedro solamente seis años, desde 1566 hasta su muerte, tras haber sido comisario general de la Inquisición e inquisidor general de la Cristiandad. Su impulso reformador fue sustancial. Puso en práctica las disposiciones del Concilio de Trento. Codificó de forma irreformable el multisecular rito latino de la misa, hoy vigente, conocida como Misa de San Pío V o misa tradicional. Nombró Doctor de la Iglesia a Santo Tomás de Aquino. Utilizó su poder temporal para frenar el avance protestante en la Europa continental, aunque no lo consiguió en Inglaterra, donde excomulgó a la sanguinaria Isabel I.

Y confió al Rosario la victoria de Lepanto en 1571, que conoció milagrosamente ese mismo día. Por eso instituyó la festividad de Nuestra Señora del Rosario cada 7 de octubre, en agradecimiento por haber salvado a la Cristiandad, mano a mano con la espada, los cañones y los barcos de Don Juan de Austria, del islam turco.
Muchos Ghisleri continuaron jugando un papel relevante en la sociedad italiana durante los siglos posteriores, y a la altura de mediados del siglo XX uno de ellos era sin duda el ingeniero Luigi (Gino) Ghisleri, uno de los grandes constructores y promotores del país. Ghisleri fue un gran amigo del Padre Pío y uno de sus más estrechos colaboradores, responsable principal, junto con el doctor Guglielmo Sanguinetti, de la construcción de la Casa Sollievo della Sofferenza, su obra predilecta. En la entrada del hospital, ambos son honrados por ese motivo con sendos bustos.
Además, una hija de Luigi, Anna María (protagonista de un milagro que relata José María Zavala en El Santo), estaba casada con el médico personal del santo, Giuseppe Sala, lo que cerraba el círculo de la íntima relación entre los Ghisleri y el fraile.

Precisamente en los años en los que se ponía en marcha el centro, a Gino Ghisleri le rondaba otra cosa por la cabeza: la inquietud por la vinculación de su hijo Giancarlo con el Opus Dei.

Giancarlo Ghisleri Staumont, doctor ingeniero de caminos, se había convertido en supernumerario de la Obra.

San Josemaría, con Salvador Canals en Villa Tevere, casa general del Opus Dei en Roma, en 1955.
En los años 50, para su padre era una incógnita aquella realidad eclesial, recién aprobada por la Santa Sede (entonces como instituto secular) en 1947, año en el que llegaron las primeras peticiones de admisión de italianos como numerarios. Hasta entonces los únicos miembros en el país eran españoles, un camino que abrieron en 1942, como estudiantes de doctorado, José Orlandis y Salvador Canals.
Hasta oídos de Luigi Ghisleri habían llegado las reticencias que suscitaba el Opus Dei, ya fuese por la concepción del laicado que implicaba, ya fuese por la conocida desconfianza con la que fue acogida por algunos influyentes jesuitas. Quizá pesase también su carácter entonces foráneo, en cuanto casi exclusivamente español.

Don Gino no dudó en abrir su corazón al Padre Pío y explicarle su preocupación por Giancarlo. La respuesta del capuchino fue clara: “Tranquilo. No te preocupes. El Opus Dei es cosa de Dios. È cosa santa!” Lo que dejó a Luigi muy reconfortado.También San Josemaría Escrivá de Balaguer, aunque no consta que llegase a conocer al Padre Pío, le defendía siempre que alguien ponía en duda la santidad del capuchino.
Religión en libertad.

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