Las tarjetas opacas otra vez || Blog de Antonio Argandoña

Alguno de mis lectores se enfadó porque dije que el caso de las tarjetas opacas era aburrido. Todos los casos de ética me parecen aburridos, en cuanto que, si se trata de algo malo, no se debe hacer. La cosa se hace más “divertida” si consideramos qué puede hacer uno cuando no le queda otro remedio que hacer eso que no debe hacer, o cuando le parecía que estaba haciendo cosas que no estaban mal… Y, desde luego también es interesante las consecuencias que ha tenido el caso. Por tanto, debo hablar otra vez sobre las “tarjetas opacas”.

Antonio Argandoña,profesor del IESE
Dr.Antonio Argandoña,profesor del IESE

En primer lugar, me parece que este caso ha provocado un gran revuelo en la opinión pública, quizás porque la sensibilidad por estos temas es ahora muy alta. El caso se ha presentado en una caja de ahorros, luego convertida en banco, que protagonizó la más grave crisis financiera del país, que exigió su salvamento con fondos públicos, sin que a estas alturas se hayan depurado las responsabilidades profesionales y penales. Es verdad que parte del problema se debe a causas externas a la entidad, como el excesivo crecimiento del crédito, la burbuja inmobiliaria o el bloqueo de la financiación en los mercados internacionales; pero hubo también problemas de mala gestión: se asumieron riesgos excesivos, faltó transparencia en la información publicada, hubo decisiones imprudentes y otras que fueron injustas para con los clientes y los empleados, se ignoraron los deberes para con el bien común (por ejemplo, por el impacto que algunas decisiones pudieron tener sobre el conjunto de la sociedad), además de codicia, arrogancia, prepotencia, faltas de templanza…
Para los ciudadanos, todo lo anterior se combina con las injerencias políticas en el gobierno de algunas cajas de ahorros, nombramientos en que las razones políticas primaron sobre la profesionalidad y compromiso de los directivos, y remuneraciones desproporcionadas, que han llevado a pensar que esas personas utilizaron sus posiciones en el consejo de administración o en la dirección del banco para el lucro personal, no para los intereses de los clientes o de la sociedad que, en definitiva, es la “propietaria” de una entidad social como es una caja de ahorros.
En la imagen que muchos ciudadanos se han formado a través de los medios de comunicación, las “tarjetas opacas” forman parte de una grave crisis moral, política y económica, en la que se mezclan conductas personales incorrectas junto con errores en la gestión de algunas entidades, fallos en la supervisión y control y la crisis de un modelo económico, sin olvidar los casos de corrupción que, en el imaginario popular, forman una unidad con las altas remuneraciones de los directivos implicados.
Todo esto hace muy difícil valorar unas actuaciones concretas, como las de las “tarjetas opacas”. Pero esto lo dejo para una entrada posterior.8NOi3aEm.

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