La solidaridad de los padres, educa a los hijos.
•25 Consejos para ser solidario
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La solidaridad es la adhesión a la causa, opinión, situación u objetivos de otros, e incumbe tanto al que da, como al que recibe, aunque sin perder de vista, lo que los receptores puedan y deban aportar para compensar.
La solidaridad también es apoyo, respaldo, unión, ayuda, protección, participación, favor, aval, defensa, adhesión, apego, fidelidad, caridad, generosidad, filantropía, lealtad, camaradería, fraternidad, etc. Lo contrario de solidaridad, es el individualismo, la indiferencia y el egoísmo.
La solidaridad trabaja en paralelo con el amor, la caridad, la generosidad, el altruismo, el voluntariado, la sensibilidad, el respeto, la justicia, la autoexigencia, la empatía. etc. La solidaridad no es solamente caridad, es principalmente sentir empatía y demostrarla por las causas justas. Tanto bien puede hacer una caridad en dinero, como una conferencia sobre la solidaridad por alguna causa, que arrastre a otros a ayudar. Esa conferencia, artículo, libro, mensaje, conversación o postura civil, puede mover a muchas más personas, en la dirección adecuada, que un simple donativo para la causa, aunque menos es nada. Una cosa es la caridad y otra cosa son los actos solidarios hechos de forma inteligente, proactiva, comprometida y coherente.
Una limosna puede no ser solidaria, puede ser un “acallar la conciencia” o “para quitarse un problema de encima”. La solidaridad va mucho mas lejos, pues está íntimamente relacionada con la identificación del problema o de la idea que se persigue.
La solidaridad no es solamente, cuando se aplica en casos de crisis puntuales, continuas o en determinados momentos, difíciles y extraordinarios. Es una actitud que debe mantenerse con hechos reales, para ayudar a que determinadas causas buenas, se consoliden y crezcan. La solidaridad es un proceso, que se va aprendiendo poco a poco, desde la infancia, para ejercerla con todos los que la necesitan, incluso aunque no la pidan.
Si la solidaridad esta bien asentada, como una de las principales virtudes y valores humanos, será mucho más fácil realizarla, siempre o en los momentos necesarios. Ese deseo y obligación de ayudar a los demás, no desaparecerá en el momento que se terminen o se nos olvide, voluntaria o involuntariamente, la crisis o la situación por la que en esa ocasión, nos hemos hecho solidarios. Es el apoyo inteligente, que se tiene que dar en cualquier ámbito de la vida, a los que lo necesitan, pero no solamente con el sentido de ayuda y limosna caritativa, ya que debe hacerse sin esperar recompensas, reconocimientos o pagos por lo realizado.
La solidaridad empieza con el prójimo más cercano, que es el necesitado “más próximo”. Hay muchas personas, organizaciones y buenas causas a nuestro alrededor, que tienen graves necesidades, al encontrase en situaciones difíciles económicas, laborales, familiares, muchas veces ajenas a su buen hacer.
La solidaridad no es solamente, un sentimiento circunstancial y voluble. Es una actitud frente a la vida, realizada de forma constante, razonable y desprendida, en beneficio del prójimo, la cual siempre repercute favorablemente en quien la ejerce.
Hay muchas formas de expresar la solidaridad con la familia, los amigos y la sociedad en general. Sobre todo en los momentos que la sociedad, las personas en particular, grupos excluidos, marginados o indefensos, tienen más dificultades económicas, sanitarias, religiosas, etc.
25 Consejos para ser solidario:
1. Acostumbrarse a trabajar desinteresada, voluntaria, gratuita y perseverantemente, a favor del prójimo, sintiéndose parte activa de las buenas causas.
2. Actuar con mucha generosidad, incluso con las cosas propias más apetecibles, no dudando en ofrecer, de lo que tenemos, no de lo que nos sobre, las 3 T’s (Tiempo, Talento y Tesoro). Procurando hacerlo en grupo, para aumentar la eficacia.
3. Aprender a anteponer al propio bienestar, los sacrificios solidarios que haya que hacer, por el bien común.
4. Comprender que si nuestro entorno está bien, nosotros también lo estaremos.
5. Conservar el espíritu abierto a todas las personas que tengan necesidades, sin importar su raza, política o religión.
6. Convertirse en los denominados “solidarios sin fronteras” compatibilizando la solidaridad, con el tiempo libre y el ocio, en beneficio de las personas o causas, que necesitan su tiempo, su tesoro o su talento. A muchas personas, principalmente a los jóvenes, pueden disfrutar de una nueva experiencia, viviendo en otro entorno o solidarizándose con otras causas, pueden reorientar su futura vida familiar, profesional y social.
7. Dar ejemplo de solidaridad durante todo el año, no solamente en ocasiones determinadas.
8. Demostrar mucha sensibilidad humana, ante la presencia de los problemas de los demás.
9. Disponer de mucha valentía y coraje, para comenzar y continuar conscientemente, con la solidaridad a pesar de los problemas, dificultades e incomprensiones, que salgan en el camino.
10. Educarse en saber comunicar a los demás, las ventajas de la virtud y valor humano de la solidaridad, para que los necesitados de ella, no se encuentren solos.
11. Empezar la solidaridad con la familia, la cual es mucho más que una unidad legal, social o económica. Es una comunidad de amor, solidaridad y convivencia, para trasmitir e instalar en las mentes, las virtudes y valores humanos, culturales, éticos, sociales, espirituales y religiosos. Es la primera red de solidaridad, e incluso egoístamente, es la mejor y más segura cuenta de ahorro, donde guardar el dinero y las buenas acciones, por si tienen que servir, para prevenir y sobrepasar las futuras dificultades y crisis económicas.
12. Enseñar a los hijos, para que sepan que no están solos en la sociedad, y que hay otras personas en la sociedad menos afortunadas. Hoy por ti y mañana por mí.
13. Escuchar con atención, dedicación, afecto y simpatía, las propuestas de interés general y bien común para la familia, los amigos o la sociedad.
14. Evitar el individualismo, la indiferencia y el egoísmo, ante los problemas o inquietudes justificadas de los demás.
15. Incrustar en la familia la educación del concepto de “Todos para uno, y uno para todos”, sin excepciones en los temas del dinero, del mutuo esfuerzo y del amor, solidarizándose con generosidad, principalmente ante las situaciones familiares.
16. Luchar por conseguir instaurar en la cultura, la ética de la solidaridad, principalmente en los jóvenes, para que vaya fortaleciéndose en ellos, a medida que vayan creciendo.
17. Mantener pase lo que pase, la perseverancia solidaria sin decaimiento, sabiendo que los demás, necesitan que hagamos el máximo esfuerzo posible, para ayudarles.
18. No desanimarse por el sacrificio que supongan la incomprensión, rechazo, apatía, ingratitud o desprecio, por causa de los que no aprueban esta virtud o por las abstenciones, en la participación.
19. No sentirse indiferentes a las buenas causas familiares o sociales.
20. Practicar el trabajo en equipo, cuando sea necesario, para aumentar los resultados de la solidaridad, a poder ser en unión y cooperación con las ONG’s.
21. Respetar, reconocer, comprender, apoyar y acoger, a los que necesitan nuestra solidaridad con discernimiento y empatía, poniéndose en lugar de los otros.
22. Ser solidario sin egoísmo ni arrogancia, para que las personas u organizaciones, alcancen a obtener un mejor nivel de vida familiar, social, económica y religiosa.
23. Tener muy claras las prioridades y primeramente, tener una gran solidaridad con las personas. Después tener la cabeza muy fría, aunque se tenga el corazón caliente, para analizar y actuar sin pasión, según los resultados del estudio de las prioridades. Está muy bien tener solidaridad con la vida de los animales, ballenas, focas, gallinas y con la madre tierra, pero primero son las personas.
24. Trabajar en grupo y cumplir lo mejor posible, los compromisos adquiridos con uno mismo o con el prójimo.
25. Usar la inteligencia y desarrollar los cinco sentidos, para comprender lo que necesitan los demás, incluso antes de que nos lo pidan.
La solidaridad se promueve en los hijos, con el ejemplo de los padres y con su enseñanza cotidiana, para que aprendan a ponerla en práctica. Educar hijos solidarios, es educar hijos inteligentes. Los padres preocupados por enseñar la virtud de la solidaridad, que inculcan a sus hijos el valor de tolerancia, esforzándose a que aprendan a discutir y negociar, de forma positiva sus conflictos, por muy pequeños que sean, están enseñando a sus hijos, a contemplar el mundo desde una perspectiva de justicia, igualdad y respeto. También los hijos tienen que aprender, por si solo, a practicar la solidaridad a través de sus experiencias personales o colectivas, incluso con los formidables libros que hay sobre el tema.
La solidaridad no es un sentimiento privado, sino que implica justicia, verdad, coherencia y testimonio. Conlleva la valentía de demostrarla ante los demás, poniendo nuestra inteligencia y medios, a disposición de los necesitados de ella. No podemos desentendernos de los problemas, ni inquietudes de los demás, mirando para otro sitio o mirándonos egoístamente a nosotros mismos. Uno solo, puede hacer algo por los demás, pero si a ese esfuerzo solidario, se le añade con el ejemplo otros, poco a poco se va incrementando y multiplicando el poder solidario, ante una causa. “Las manos poderosas, deben ser manos generosas”
La solidaridad no puede confundirse, con la ayuda a la pobreza extrema, pues va mucho más allá de los bienes físicos. También hay que ser solidario con las ideas, situaciones y objetivos. También se desarrolla al intentar solucionar las carencias espirituales de los demás, expresada en la sociabilidad al cooperar y sentirse unido a los demás.
La solidaridad es un acto de la inteligencia, de la voluntad y del conocimiento. Cuando ésta se produce, es debido a que previamente se ha utilizado unas operaciones mentales y sentimentales muy específicas: La observación, la identificación, las posibilidades, las alternativas, la comparación, la diferenciación, las prioridades, las estrategias, etc. Lo que produce el fomento del criterio, la reflexión y el aprendizaje de la toma de decisiones. La persona solidaria es una persona que tiene sentimientos positivos.
La solidaridad hay que aprender a practicarla, primero en cosas sencillas, hasta que se llega a disfrutar de la sensación de plenitud y satisfacción, que resulta de ayudar a otros, aun asumiendo los problemas y dificultades, que conlleve hacerlo. Los hijos, en función de su edad física y mental, tienen que aprender a disfrutar pensando en los demás y en la forma de ejercer la solidaridad.
Una persona solidaria, es una persona básicamente generosa en actitudes, pensamientos, ideas, etc. El egoísmo personal, es incompatible con la solidaridad. Es incongruente realizar actos solidarios puntuales, pero sin ser solidario.
La solidaridad empieza con la familia, sintiendo y demostrándose ayuda, compromiso y respeto entre todos los miembros. Ofreciendo el tiempo, circunstancias, talentos y lo que cada uno pueda compartir. Empezando por los padres entre si y continuando con los hermanos y demás familiares. Si se consigue introducir la solidaridad en la familia, será mucho más fácil, practicarla en el exterior.
Para cambiar la vida, ordenarla, sentirse útiles y valorados por los demás, no haya nada que de mejores y mayores frutos, que ejercer la solidaridad en trabajos voluntarios, a favor de alguna buena causa. Incluso cuando se ejercita la empatía, acompañando a otros para ayudarles, o simplemente, aliviándoles el dolor al darles consuelo.
La solidaridad con el prójimo, es la primera y más valiosa acción, que hay que desarrollar diariamente en la familia y en la sociedad, sabiendo que al final, la persona solidaria, es la más beneficiada, incluso al sentirse ha gusto consigo mismo, principalmente si no se cierra en círculos elitistas, o burbujas que le aíslen de su entorno, y sobre todo si aprecia la recompensa satisfactoria, de la estabilidad emocional propia, al hacer el bien, sin esperar nada a cambio.
La empatía con el prójimo, es la mejor herramienta para sensibilizarnos y actuar solidariamente con ayudas materiales, consejos o apoyo emocional, aunque no nos lo hayan solicitado o no hayamos buscado las necesidades.
La solidaridad es una actitud personal o colectiva y una forma de conducta, cuando se materializa en acciones hacia los demás, principalmente cuando más lo necesitan y tomándolas, como si fueran propias, incluso sacrificando nuestras propias apetencias.
Los padres tienen la obligación, de ser solidarios con los maestros, educando dentro de la familia, para que cuando los hijos lleguen a la escuela, tengan muy asentadas las virtudes y valores humanos, que les ayudarán a estudiar más y mejor. Las asociaciones de padres, con la aportación de sus tiempos, talentos y dinero, son las que pueden ayudar a lograr los objetivos escolares propuestos y a suplir, las carencias materiales y humanas, dentro del ámbito escolar completo.
La solidaridad es la determinación, de una obligación moral de todos para todos, para procurar el bienestar de los demás, ayudándoles fraternal y desinteresadamente, por el simple hecho de ser personas, como si fueran otro yo. Todos somos responsables de todos. De la misma forma, que también tenemos todos el derecho a recibirla, en casos de necesidades importantes. La persona solidaria, reconoce la importancia de formar parte de una comunidad. Las cosas que nos interesa que cambien, no lo hacen por si solas.
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