Hoy deseo hablar sobre la familia y la educación de sus hijos. Creo, espero no equivocarme, que el ministro Wert y su equipo lo tienen más o menos claro. Sin embargo, la sociedad, en su conjunto, no es consciente de que en un estado democrático la responsabilidad y la obligación educativa recae, primero y ante todo, sobre los padres y la sociedad entera ha de facilitarles y contribuir con ellos en este deber, pero nunca ha de suplantarles.
Tribuna Salamanca.-Hoy deseo hablar sobre la familia y la educación de sus hijos. Creo, espero no equivocarme, que el ministro Wert y su equipo lo tienen más o menos claro. Sin embargo, la sociedad, en su conjunto, no es consciente de que en un estado democrático la responsabilidad y la obligación educativa recae, primero y ante todo, sobre los padres y la sociedad entera ha de facilitarles y contribuir con ellos en este deber, pero nunca ha de suplantarles.
Así se declara en tres de los tratados internacionales firmados por España [1], en los que se reconoce a los padres como primeros educadores y responsables de la educación de sus hijos y, al mismo tiempo, se reconoce que la familia por sí sola no puede desarrollar esta obligación moral, social y cívica. Por ello, el Estado deberá facilitar y organizar un Sistema Educativo que ayude a las familias a cumplir su principal tarea que es la crianza, educación y cuidado de sus hijos. Tal vez, el error más habitual está en que, por un lado, el Estado está suplantando a los padres y, por otro, que de forma inconsciente, los padres se dejan y se sienten cómodos en esa tesitura.
En un informe publicado en el año 2001 por la Fundación “La Caixa” [2] que, a estas alturas del debate educativo sobre el proyecto LOMCE nos viene como anillo al dedo, se desgranan una serie de propuestas sobre la mejora de la educación desde la perspectiva de la familia. Se trata de un trabajo titulado “La familia española ante la educación de sus hijos” del que extraigo sintéticamente sus conclusiones e invito a mis lectores a profundizar en la reflexión leyendo todo el informe.
- Los autores del informe, ya en el año 2001, reconocen que sus “propuestas sólo servirán para preparar el camino de un cambio que, quizá, tenga lugar dentro de una generación, y a remolque de lo que ocurra fuera del país”.
- Los padres, si fueran conscientes de que las calificaciones de sus hijos no lo son todo y que incluso pueden ser equívocas, podrían reaccionar positivamente. El futuro de sus hijos no está garantizado por el hecho de que estudien y no es suficiente su matriculación en un buen colegio, sea este público, concertado o privado.
- La actual generación de padres podría acabar por tomar conciencia de la enorme delegación que está haciendo en instituciones que no controla o controla a mucha distancia.
- Muchos padres son conscientes de su responsabilidad en la tarea educativa, por ello, se implican con sus hijos en sus tareas escolares, participan en la vida de los colegios, reajustan sus prioridades entre los contenidos educativos de la escuela o dan más importancia al estudio de unas asignaturas como las ciencias, las humanidades, las matemáticas, las lenguas modernas y la informática.
- Se propone el “back to basics” (ir a lo esencial), pero formulado en términos del repertorio instrumental básico tradicional: saber leer, escribir, contar, saber estar. (Lo que ahora se llama las Competencias Básicas que todos conocemos a la perfección, pero que son muy difíciles de concretar de forma unívoca).
- Hay consenso social sobre la escolarización obligatoria hasta los dieciséis años, pero no el de una de sus formas de aplicación: la comprehensividad. Sin embargo, sí es conviene dejar un margen para llevar a cabo experiencias de diversificación y adaptación curricular.
- En el informe se reconoce que los padres de alumnos podrían acoger de buen grado instituciones educativas que favorezcan una experimentación local.
- El uso del cheque escolar podría sacar a la mayoría de los colegios concertados de la rutina, que se asemejan a los públicos pero con actividades extraescolares, pues sentirían verdaderamente el aliento frío de la competición con los centros privados.
- Un cambio en el en el modelo de contratación de los profesores otorgaría más autonomía de gestión a los centros y ayudaría a que la oferta pública sea diversa y diversificada.
- Se aconsejan reactivar la competencia entre centros públicos, que pasaría por la publicación de la información relevante que revele la evolución comparada del rendimiento académico medio de los centros.
Hablar de competencia entre centros públicos, de cambio de perspectiva en el modelo funcionarial del docente público, de modificación del modelo de financiación o de cambio en la titularidad de los centros acercándolos al ciudadano y a su administración más cercana, el ayuntamiento, hace despertar con aire malhumorado a los gigantes dormidos y estancados en el sistema estatalista, igualitarista y monolítico que tenemos. ¡Bienvenidos a la realidad Europea!
Notas
[1] Declaración Universal de los Derechos Humanos, 1948; Art. 26.3; Declaración de los Derechos del Niño, 1959, principio nº 7; Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, 1966, Parte II, art. 18.4.
[2] Pérez-Díaz, V., Rodríguez, J. C. y Sánchez Ferrer, L. (2001). La familia española ante la educación de sus hijos. Fundación “La Caixa”.