La comunidad educativa protesta contra el adelanto de los itinerarios educativos, las evaluaciones externas y la reducción de materias. La escuela pública piensa que se incentiva la enseñanza concertada y privada.
Expertos rebaten con investigaciones algunas críticas: las ‘reválidas’ elevan el rendimiento e incentiva a los centros; adelantar la FP reduce el fracaso escolar; y la redención de cuentas alimenta la autonomía de los centros.
En lo que respecta al contenido de la LOMCE, la séptima ley educativa de la democracia que ahora se tramita en el Senado, los argumentos en contra son que segrega al alumnado con el adelanto de itinerarios educativos y la elección de la FP a los 15 años; que mercantiliza la educación por la instauración de las evaluaciones externas, llamadas reválidas, y que favorece la escuela concertada con el blindaje de las subvenciones a los centros que dividen el aula por sexo. Ante estos motivos, se presentan investigaciones de estudiosos de la educación que rebaten algunas críticas: adelantar la FP reduce el fracaso escolar; la redención de cuentas alimenta la competencia y autonomía de los centros, y las evaluaciones externas eleva el rendimiento.
1. Las evaluaciones externas aumentan el rendimiento e incentivan a los centros
Así lo mantiene Eric Hanushek, profesor de la Universidad de Stanford, en un estudio en el que relaciona el progreso educativo con las evaluaciones externas y la autonomía de los centros. La combinación de ambos factores puede incrementar hasta un 50% el rendimiento del alumnado.
Antonio Villar, catedrático de la Universidad Pablo Olavide, que ha analizado los resultados de PISA en su “Índice de Desarrollo Educativo”, mantiene que las pruebas externas permiten contrastar qué hay detrás de los programas de estudio formales e identificar las prácticas docentes que mejor funcionan para poder replicarlas.
Alejandro Tiana, catedrático de la UNED, expone en un documento de análisis que estas evaluaciones influyen en la eficacia escolar, porque permite conocer el currículo empleado y la metodología de aprendizaje; la planificación del centro y la participación en la toma de decisiones y el trabajo del personal. “La evaluación de las escuelas constituye un factor importante para la mejora de la calidad educativa, porque estimula la actividad docente y permite conocer las distintas dimensiones de la vida escolar”.
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Un total de 17 de los 34 países de la OCDE aplican estos exámenes, como Bélgica, Canadá, Dinamarca, Austria, Francia, Italia o Portugal.
Según otro estudio del profesor Victor Lavy, de la Universidad de Jerusalén, la productividad de las horas de clase es mayor entre los centros con más autonomía de gestión y que son controlados en evaluaciones externas.
2. La rendición de cuentas da más autonomía a los centros
FEDEA (Fundación de Estudios de Economía Aplicada) ha publicado artículos que establecen que la rendición de cuentas de los centros deriva en mayor autonomía de las escuelas y la consecuencia de esto último es la mejora del rendimiento y la calidad educativa.
Si se conoce el funcionamiento de un colegio, se puede saber dónde implementar más recursos y que áreas del currículo hay que reforzar. “Alumnos diferentes requieren tratamientos distintos, pero los centros sin autonomía no pueden adaptarse a ellos en la actualidad”.
Un trabajo de los investigadores Hanushek y Woessmann de 2010 apunta que no hay correlación entre el gasto por estudiante y los resultados académicos. No importan tanto los recursos escolares como la autonomía de los centros, los incentivos a los profesionales de la enseñanza y la rendición de cuentas. Por ejemplo, en China existen cuatro niveles en la carrera profesional y si quieren avanzar en ella tiene que demostrar “que pueden cambiar las cosas” y “dar la vuelta” a centros que rinden mal o que pueden desenvolverse en entornos educativos difíciles.
3. El número de alumnos por clase es relevante, pero no determinante en el rendimiento
El Ministerio de Educación acordó en 2012 elevar un 20% el número máximo de alumnos por clase. La ley educativa vigente marca 25 estudiantes por aula en Primaria de máximo y 30 en Secundaria. Este indicador es distinto a la ratio de alumnos por profesor, donde España está por debajo de la media de la OCDE, con un docente por cada 9,1 alumnos en el conjunto del sistema educativo. Matthew Chingos, profesor de la Brookings Institution, sostiene en un estudio que influye más en el rendimiento del aula que el profesorado no tenga la cualificación adecuada para atender a los alumnos con problemas en el aprendizaje, que el hecho de que se aumente el tamaño de la clase. “Si los colegios eligen al menos a profesores efectivos puede compensar esto el incremento del número de alumnos en el aula”. El experto sugiere flexibilidad en los ajustes.
Fedea suscribe esta conclusión. El catedrático Antonio Cabrales sostiene que no se puede aumentar el ratio de alumnos por aula de forma “indiferenciada” sino que hay que valorar circunstancias, como la presencia de un alumnado más “diversificado o complicado” donde se necesita una mayor atención. “Recortes lineales a todos por igual no son recomendables y seguramente son perjudiciales”.
4. Adelantar la FP reduce el fracaso escolar
En España el 54% de los españoles de entre 25 y 64 años tienen estudios de Secundaria, cuando la medida de la OCDE es del 75%. Este desajuste no solo se debe al retraso histórico de que se partía. Un trabajo académico de Florencio Felgueroso, María Gutiérrez y Sergi Jiménez-Martín sugieren que el retraso en la edad de inicio de la FP de los 14 a los 16 años por la LOGSE no contribuyó a combatir el abandono escolar temprano. Estos expertos sostienen que adelantar la elección de la FP a 3º de la ESO, como establece la ley Wert, o aplicar una FP básica para los que no acaben la Secundaria, puede reducir el absentismo escolar, que afecta al 30% de los estudiantes, casi el doble de la media europea.
En Alemania los alumnos de 11 años pueden seguir diversos itinerarios: hacia la formación profesional o a las distintas modalidades y niveles de Bachillerato. “Allí el sistema es hexagonal, mientras que aquí es de reloj de arena. Hay muchos universitarios y faltan especialistas de formación profesional dentro de la educación superior”, sostiene Juan José Dolado, catedrático de la Universidad Carlos III, uno de los autores del informe PIACC.
La falta de tradición de la formación profesional entre los alumnos de la ESO se ve en las estadísticas: en la OCDE, el 33,5% de los estudiantes de la segunda etapa secundaria recibe una formación profesional, mientras que en España la proporción es del 8,4%. En Alemania, el 55,8% de los alumnos recibe una educación secundaria orientada a la FP; en Japón, el 53,5% y en EEUU, el 46,8%.
La Universidad Autónoma de Barcelona, la Caixa y la Asociación Catalana de Universidades Públicas han publicado un estudio sobre movilidad laboral en el que una de las conclusiones es que el sistema educativo debe dar más protagonismo a las actividades profesionales. Es decir, lograr que la formación se adapte a lo que demanda el mercado y a lo que requieren las empresas, y de esta manera reducir el paro juvenil que supera el 50%.
5. Una escuela a varias velocidades y el foco en la escuela infantil para combatir la tasa de repetición
La tasa de repetidores en España roza el 40%, según la OCDE, el doble que la media de los países del entorno. Según el Ministerio de Educación, la alta tasa de estudiantes que repiten cuesta al sistema 24.000 millones de euros al año.
FEDEA plantea una escuela con diferentes velocidades y que no todos los niños comiencen la educación primaria a la misma edad. La idea es “limitar la rigidez del sistema educativo”.
El otro pilar es reforzar el trabajo pedagógico en la enseñanza infantil. El investigador James Heckman sostiene en una investigación que una escuela de calidad con un profesorado excelente en la primera infancia fomenta las capacidades del alumnado y permite atacar la desigualdad en origen.