Steve Jobs como referente común en las elecciones americanas… pero con dos modelos distintos de sociedad
Publicado el octubre 9, 2012
Definitivamente, Steve Jobs, el que fuera fundador y director ejecutivo de Apple, es uno de los héroes norteamericanos modernos. Los dos candidatos a las elecciones presidenciales de Estados Unidos –republicanos y demócratas– han apelado a él para alabar sus propuestas y el modelo de sociedad que favorece la aparición de innovadores emprendedores como Steve Jobs. Ha sido en momentos solemnes, durante sus respectivas convenciones, en las que Romney y Obama fueron nombrados candidatos.
El republicano, Mitt Romney, dijo: “Los negocios y el crecimiento de empleo requieren asumir riesgos, en ocasiones fallando, triunfando otras veces, pero siempre luchando. Se trata de soñar. Por lo general, no funciona exactamente como se podría haber imaginado. Steve Jobs fue despedido de Apple. Regresó y cambió el mundo”. Por su parte, el demócrata, Barack Obama, evocó a Steve Jobs afirmando: “Creemos que una niña a quien se le ofrece la posibilidad de escapar de la pobreza gracias a un gran maestro o consiguiendo una beca para la universidad podría convertirse en el próximo Steve Jobs.”
Ambos candidatos coinciden en favorecer la existencia de gente como Steve Jobs, pero ¿qué tipo de sociedad preconizan? Obama hace hincapié en promover oportunidades, incluidas las becas, para salir de la pobreza, mientras que Romney subraya el valor de la libertad, la capacidad de tomar riesgos y la importancia del esfuerzo personal. Dos posiciones bien conocidas. La primera hace hincapié en la igualdad y la ayuda pública para lograrlo, la segunda se centra en la libertad y el espíritu emprendedor.
Uno se pregunta si estas posiciones –una centrada en la igualdad y la otra en la libertad– son irreconciliables. Obama atacó la falta de sensibilidad social de su oponente. Por su parte, Romney criticó la falta de entendimiento del actual Presidente del funcionamiento de los negocios. Pienso que ambos candidatos tiene algún punto de razón. La creación de una cultura del esfuerzo y el fomento de la iniciativa emprendedora favorece el desarrollo de talentos y esto contribuye al bien común. Dar oportunidades de educación y promoción a las personas también es un aspecto del bien común. Ésta sería la propuesta del Humanismo Cristiano. No es aceptable, en cambio, una libertad sin solidaridad con los más débiles o cuando se confunde igualdad de oportunidades con igualitarismo, o cuando el esfuerzo personal no cuenta para otorgar subvenciones, por ejemplo, en la concesión de becas, incluso cuando los resultados académicos son deficientes.
Armonizar libertad e igualdad es un reto, aunque no siempre sea fácil. Esta armonización requiere un elemento más, a menudo silenciado, que es el verdadero aglutinante: el valor de las personas, de cada persona y de todas las personas, y los lazos comunes que nos unen en una sola familia humana. A este tercer elemento, en la Revolución Francesa, se le llamó fraternidad, igual que los cristianos. Lástima que en aquella Revolución se hablara de fraternidad después de “matar” al Padre común. Quizá por ello sólo han prevalecido la libertad y la igualdad, cada una por su lado.
Algunos hablan también de solidaridad, que podría ser un sucedáneo de fraternidad. Pero a menudo queda reducida a ayuda voluntaria ante necesidades ajenas, más o menos extremas, o bien a obligaciones derivadas de la pertenencia a un grupo social. ¿No convendría recuperar un humanismo que armonice libertad, igualdad y fraternidad?