Veneno oculto

De todas las causas de separación y divorcio que conocemos, existe una que aún pasa bastante desapercibida: la adicción a la pornografía de uno de los cónyuges. Desde la aparición de Internet, muchos matrimonios sufren las consecuencias de este veneno que penetra de forma “oculta” en la intimidad del hogar. Es tan poderoso y adictivo, que ha sido catalogado como “el crac del siglo XXI”.

LA PORNOGRAFÍA online seha convertido en una de las grandes amenazas para el matrimonio y la familia. Ya en el 2002, un estudio basado en los informes sobre divorcios de la Academia Americana de Abogados Matrimoniales en EE UU revelaba que en un 56 por ciento de los divorcios, uno de los cónyuges había demostrado “un interés obsesivo por las páginas webs con contenidos pornográficos”; en un 68 por ciento, uno de ellos había encontrado un nuevo amante por Internet; y en un 33 por ciento de divorcios, alguno de los dos pasaba demasiado tiempo en los chats (foros reconocidos por su contenido sexual). De igual manera, Mary Anne Layden, codirectora del Programa de Traumas Sexuales y Psicopatologías de la Universidad de Pensilvania, en un testimonio ante el Senado de EE UU, advertía de que cuando el consumo de pornografía alcanza el nivel de “adicción”, el 40 por ciento de los “adictos al sexo” es abandonado por su cónyuge, el 58 por ciento experimenta pérdidas financieras importantes y alrededor de un 33 por ciento pierde su trabajo.
Ante los efectos tan alarmantes que está provocando la pornografía en la familia, en el VI Congreso Mundial de Familias celebrado en Madrid, entre el 25 y el 27 de mayo, se dedicó un panel a explicar las consecuencias sociales de la pornografía. Patrick F. Fagan, expositor de la sesión plenaria, apunta en su estudio “The Effects of Pornography on Individuals, Marriage, Family and Community” (Los efectos de la pornografía en las personas, los matrimonios, la familia y la comunidad) que la pornografía socava las relaciones matrimoniales y provoca sentimientos de gran angustia, traición y desconfianza en las esposas de los adictos. La huella psicológica puede llegar a ser tan profunda, que algunas caen en depresión severa y requieren tratamiento clínico. Por su parte, los esposos, tras haber pasado largos periodos mirando (y deseando) a las mujeres que aparecen en esas imágenes, dicen amar menos a sus esposas, y muchos pierden el interés en las relaciones sexuales, indica Fagan.
Sin embargo, esto no significa que la adicción a la pornografía sea un fenómeno exclusivo de los hombres, aunque sí que es verdad que la inmensa mayoría de los consumidores son varones: 83 por ciento, en comparación con un 17 por ciento de mujeres, según las cifras del psicólogo Peter Kleponis, en una entrevista concedida a Zenit, el 23 de abril del 2012. Este especialista señala que el motivo por el cual los hombres desarrollan la adicción más fácilmente que las mujeres radica, precisamente, en las diferencias entre ambos. Mientras que ellos se excitan con solo mirar, ellas necesitan entablar, primero, una relación o, por lo menos, percibir una conexión emocional. Kleponis admite que está incrementando el número de mujeres aficionadas a la pornografía, pero ellas se enganchan de otro modo: a través de espacios virtuales, como pueden ser los chats, que les permiten fantasear con una relación romántica.

Sexualidad ficticia
Ron Kaufmann, un estadounidense que padeció esta adicción, cuenta a Misión que cuando consumía pornografía pensaba: “Mientras ame a mi esposa y mientras tengamos una buena relación, ¿a quién le importan mis demás placeres? ¿Qué problema hay en que yo intime con alguien que está del otro lado de la pantalla?”. Sin embargo, tras siete años de matrimonio en los que no logró dejar de consumir pornografía, finalmente tuvo que marcharse de su hogar. Su esposa había encontrado muchas veces sus imágenes pornográficas en el ordenador; él había prometido dejar el vicio, pero no pudo hacerlo, y la situación se volvió insostenible. Afortunadamente, hoy Kaufmann está recuperado, logró salvar su matrimonio y se dedica a asesorar a hombres con este problema en el Heart Counseling Center de Colorado Springs, EE UU.
Ramón Lucas, L.C., especializado en ética sexual, explica que la maldad de la pornografía no radica en mostrar un desnudo o un acto sexual, sino en presentar como “verdad” algo que en realidad es “falso y mentira”. Esas imágenes se van guardando en el cerebro como “basura mental reminiscente” y se convierten en recuerdos que tienden a ser imitados. Por eso, cuando la persona se enfrenta a la relación sexual, ya no le encuentra sentido pues ha perdido “la espontaneidad, la capacidad de sensibilizarse, de emocionarse, de amar”, advierte.
En algunos casos, para evitar la brecha emocional que provoca el consumo solitario de pornografía, algunos intentan que sus esposas se aficionen con ellos. Así les ocurrió a Tom y a Susan, un matrimonio al que Kaufmann asesoró. “Cuando ella comenzó a quejarse de la adicción de su esposo, él le dijo que la amaba, pero que el sexo entre ellos ya no le entusiasmaba. Pensaron que si veían las imágenes juntos, sería maravilloso para los dos. Lo intentaron durante dos años, hasta que ella perdió el interés: se sentía temerosa de que sus hijos descubrieran la adicción de su padre… Dejó de confiar en él como esposo y como padre”.
Kaufmann asegura que cuando se emplea la pornografía en el lecho nupcial, sus efectos parecen menos nocivos, pero su veneno puede ser letal para el matrimonio: “No es posible compartir el vínculo que tenemos con nuestro cónyuge, con una imagen-objeto que está en nuestra cabeza, pues, poco a poco, el matrimonio pierde su intimidad”. Por eso, Ramón Lucas asegura que la pornografía nunca puede utilizarse como excusa para solucionar un problema sexual entre los cónyuges, pues cuando un matrimonio “necesita” pornografía para realizar el acto conyugal, algo no funciona en su relación: “Consumir pornografía no conduce a una mejor relación, sino todo lo contario. Si tratamos de imitar una falsedad, nunca llegaremos a mantener una verdadera relación amorosa conyugal… En una relación íntima, lo importante no es la técnica, sino el amor”. Y sentencia: “¡Para tener relaciones sexuales no se necesita ‘saber’, se necesita amar! Los hombres que miden cada movimiento y evalúan todas las reacciones de su compañera son los peores amantes”.

Antídoto para los matrimonios

Christian Meert, presidente del curso online de preparación al matrimonio Agapè (www.catholicmarriageprep.com), indica que no solo debemos evitar la pornografía, sino que debemos asegurarnos de que estas imágenes no nos encuentren a nosotros. Para lograrlo, recomienda a los esposos proteger activamente su matrimonio:
• La oración de los cónyuges, la mejor arma. Dedicadle atención diaria a Cristo, los dos juntos, como hacéis con vuestros buenos amigos.
• Crear espacios de comunicación para comentar lo más íntimo. Hablad de los problemas y las tentaciones de cada uno, en una atmósfera de confianza, libre del sarcasmo y crítica.
• Utilizar los métodos naturales. La continencia durante los periodos fértiles puede hacer que afloren cuestiones que están ocultas y ayudar al autodominio.
• Controlar el uso de Internet. Introducid filtros y situad los ordenadores en lugares de paso, nunca en los dormitorios. De igual manera, evitad que entren en casa todo tipo de revistas y películas con contenido erótico.
• Hacer ejercicio con frecuencia. El deporte ayuda a descargar tensiones.
• Mantenerse en contacto durante los viajes de trabajo. Si uno de los dos cónyuges tiene que viajar, conviene que este llame al otro todos los días. Además, se debe tratar de evitar quedarse solo en el hotel durante periodos prolongados, se debe buscar áreas públicas para trabajar y aprovechar bien el tiempo.
• Buscar ayuda. Si tu cónyuge es adicto y no lo reconoce, busca tú la ayuda.
Fuente: Revista Misión.-Por Isabel Molina E.