Página digital.La Universidad Complutense no tutela derechos fundamentales. No tutela ni la libertad de expresión. Ni tampoco el derecho de reunión. Este miércoles un grupo de universitarios de Comunión y Liberación (CL) se reunieron en la entrada de la Facultad de Ciencias Políticas para repartir el manifiesto “Es un bien que tú existas”.
El texto, que se pregunta si es posible ser feliz con un embarazo no deseado, apoya la reforma Gallardón y dice cosas tan “peligrosas” como “los cristianos no tenemos nada que imponer a nuestra sociedad. Más bien, comienza para nosotros una nueva responsabilidad histórica, marcada por el abrazo a todas las necesidades de nuestros hermanos”. Tan pronto como empezó “la panfletada” aparecieron un grupo de feministas radicales que intentaron amedrentar a los universitarios de CL acusándoles de fascistas. Las feministas estaban acompañadas de integrantes de otros colectivos antisistema que amenazaban a los miembros del CLU –así es como se denomina a la comunidad de CL que está en la Universidad– con “romperles la cabeza” si no desistían y se marchaban.
Pero las amenazas no surtieron efecto y la tensión fue en aumento. Hasta que una de las feministas se abalanzó sobre una de las universitarias de CL, la zarandeó durante unos minutos y le tiró los ejemplares del manifiesto por el suelo. Las mismas medidas de presión se ejercieron sobre el resto de los miembros del CLU que rechazaron la acusación de fascistas y respondieron a las feministas recordándoles que una verdadera posición de izquierda y progresista siempre ama la libertad de expresión. Tras la agresión, se “invitó” a los miembros del CLU a marcharse. Los manifiestos habían quedado esparcidos por el suelo. Y los miembros del movimiento católico quisieron recogerlos antes de marcharse. La agresión provocó una división entre los radicales y alguno de ellos, para manifestar el apoyo a los zarandeados, aunque era claramente pro-abortista, solicitó un ejemplar.
Después de lo sucedido muchos de los asistentes se dirigieron de forma discreta a los miembros del CLU. Algunos les mostraron su respaldo. Otros les pidieron que siguieran haciéndose presentes en la Facultad para que fuera posible la libertad. Una de las radicales, que reconoció haber abortado, les explicó que no lo volvería a hacer porque “era eliminar a una persona”. Otros solicitaron correos electrónicos para mantenerse en contacto.
Todo esto sucede después de años de pasividad de las autoridades académicas que son tolerantes con los violentos y con los intolerantes.