Sobre el salario mínimo Blog de Antonio Argandoña

Perdone el lector si vuelvo a los problemas del mercado de trabajo, especialmente en España, pero son suficientemente importantes como para dedicarles atención, ya que hace falta mucho debate, claridad de ideas y aclaración de temas importantes, aunque las emociones y los planteamientos políticos dificultan un análisis serio.

¿Hay que aumentar el salario mínimo establecido por ley? En España ha sido tradicionalmente bajo, aunque en 2017 ha experimentado un aumento del 8%, con la promesa de nuevos aumentos en los próximos años. A propósito de esto se ha planteado un debate que, como ya he dicho, dista mucho de arrojar luz sobre los problemas que nos ocupan. Aquí van algunos comentarios, nada originales, por supuesto.

El salario mínimo no es un problema de creación de empleo. La teoría dice que, en un mercado competitivo, los trabajadores reciben un salario que es, aproximadamente, igual a su contribución a la producción, de modo que fijar un salario más alto equivale a desanimar la contratación de esos trabajadores. Y como el nivel de salario tiene que ver con la productividad del trabajador, se tratará de empleados de baja cualificación, o de recién llegados al mercado de trabajo.

Ese argumento tiene, sin embargo, contraargumentos. El mercado de trabajo no siempre es un mercado competitivo (aunque el de personas de baja cualificación lo es, probablemente, más que otros segmentos), de modo que un aumento del coste del trabajo no tiene por qué provocar una inmediata reacción de las empresas, aunque, si no cambian otras cosas, esa será, probablemente, su respuesta a medio plazo, a no ser que les convenzamos de que vale la pena que reduzcan un poco sus márgenes, para favorecer a los empleados que más lo necesitan. Podemos facilitar esto mediante subvenciones a la contratación, pero esto suele ser pan para hoy hambre para mañana, y genera el problema de que hay que recabar fondos para financiarlas, lo que recaerá, probablemente, sobre los ingresos de los que cobran salarios superiores al mínimo, que quizás pìdan, a su vez, mayores salarios…

Un mayor salario mínimo puede aumentar la oferta de trabajo, con la entrada de personas desanimadas; puede hacer que los empleados se esfuercen más y mejoren su productividad; que ellos y sus empresas se decidan a invertir más en formación,… Pero también podemos acabar contratando parados más cualificados en lugar de los menos cualificados, o un incremento de la economía subterránea, o una intensificación del uso de capital y de nuevas tecnologías a costa de la mano de obra… Ahora, cada uno tome los argumentos que prefiera.

Pero volvamos a lo que dije antes: el salario mínimo no es un problema de creación de empleo, sino de aumento de las rentas de unos colectivos concretos, principalmente trabajadores de baja cualificación y recién llegados al mercado laboral. La pregunta es: ¿es este el mejor medio para conseguir esa redistribución o, al menos, es un medio adecuado para llevar a cabo una parte de esa redistribución? ¿Es sostemible, quiero decir: si se generan rentas más altas, se podrán mantener en el tiempo, especialmente después de la próxima recesión? ¿Mejora, de verdad, el nivel de vida y las oportunidades de las personas a las que se dirige la medida, o acabará aumentando las rentas de los no tan poco cualificados? ¿Compensará a las empresas participar en esas acciones? ¿Y querrán hacerlo? ¿Cómo las motivaremos?

Al final, lo que ocurre es que la economía española ha creado un sistema productivo en el que el paro es alto y endémico, y los salarios bajos, no para todos, claro, pero sí para muchos, para colectivos importantes. Es en ese marco en el que debemos discutir la subida de salarios mínimos. Cosa que no haré ahora, porque ya he cansado suficientemente al lector…

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