Se invierte la tendencia de divorciarse en países de tradición democráti

Las sentencias de nulidades, separaciones y divorcios, aunque tímidamente, siguen aumentando entre los españoles. Cataluña, Andalucía , Madrid y al Comunidad Valenciana lideran el ranking; las más fieles a su compromiso, La Rioja, Navarra y Cantabria.
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No es ninguna novedad que, desde la puesta en marcha de la ley del ‘divorcio exprés’ instaurada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en junio de 2005, casi nadie quiere casarse y el número de separaciones y divorcios no ha hecho otra cosa que aumentar.

Sin embargo, algo bien diferente está sucediendo en los países de tradición democrática como Estados Unidos, Holanda, Suecia, Noruega, Japón o Austria, que normalizaron antes sus legislaciones en este terreno, donde se ha invertido la tendencia y hoy son las mujeres universitarias las que se divorcian menos.

Así lo constata Juan Ignacio Martínez Pastor, profesor de Sociología de la UNED, que ha investigado los cambios en las parejas españolas y subraya que en las generaciones más jóvenes de este país ya no hay tantas diferencias. España, aunque tímidamente, está siguiendo un patrón evolutivo parecido al de los países citados.
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De hecho, según la ‘Estadística de Nulidades, Separaciones y Divorcios’ del año 2013, publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) el pasado 22 de octubre, el año pasado se dictaron 95.427 sentencias de divorcio, 4.900 de separación y 110 de nulidad matrimonial. Esas 100.437 sentencias supone una tasa de 2,1 por cada 1.000 habitantes y representa un aumento del 0,8% respecto al año anterior.

“Un antes y un después”

Siguiendo con los estudios de Martínez Pastor, en los años ochenta divorciarse tenía unos altos costes sociales y económicos. Por lo tanto, la posibilidad de hacerlo estaba sobre todo en manos de las mujeres con capacidad adquisitiva y con estudios, menos sujetas al modelo familiar imperante en el que el hombre era el proveedor y la mujer ama de casa.

Según informaba La Vanguardia este miércoles, 26 de noviembre, la evolución del divorcio ha ido de la mano de los profundos cambios familiares que se han dado en España, donde el gran salto tiene lugar con la incorporación masiva de las mujeres al mercado de trabajo y la consecución de la independencia económica. De la mano también de la secularización institucional y social, con una importante pérdida de peso de la religión.

Es la generación de nacidas a finales de los años cincuenta y a principios de los sesenta, “las que marcan un antes y un después”, sostiene Martínez Pastor. Muchas de ellas ya tenían una formación estudiantil orientada hacia el mercado laboral y cuando accedieron a él a finales de los setenta y durante los ochenta lo hicieron para quedarse. Casarse y tener hijos no les ha impedido seguir trabajando.

El proceso de incorporación al mercado de trabajo, la salida de casa, se fue extendiendo por lo que son ellas las que han protagonizado e impulsado los grandes cambios en el modelo familiar. Si de las mujeres nacidas en la segunda mitad de los años cuarenta trabajaba el 30%, entre las nacidas en la mitad de los setenta lo hace un 75%.

Sin embargo, en 2005, con el ‘divorcio exprés’, se agilizaron los trámites y los tiempos para separarse y se abarató el proceso. Es lógico, por tanto, que en torno a esta fecha se observe un pico en el número de divorcios, y sea ya palpable esta “democratización”. Es a partir de aquí donde hay que analizar lo que está sucediendo en Estados Unidos, Noruega u Holanda.

Menos proclives a separarse

Un nuevo estudio publicado este mes de julio por la socióloga Christine R. Schwartz en la American sociological rewiew constata que las parejas con el mismo nivel de educación son menos proclives a separarse que aquellas en las que el hombre está más formado académicamente, la que se entiende como pareja clásica. Y además, en aquellas en las que la mujer está más formada el riesgo de divorcio -como ha sucedido hasta hace muy poco- ya no es mayor que el de un matrimonio en el que él ha estudiado más.

La homogamia educativa (igualdad), según se sostiene en este amplio estudio, significa normalmente una mayor equiparación en los papeles que la mujer y el hombre tienen en el hogar y, por tanto, mayores posibilidades de “bienestar y satisfacción” en la relación. Una observación aún más válida cuando se habla de relaciones hipogámicas (ella tiene más estudios), donde el hombre puede tener más interiorizados los valores de la igualdad.

La investigación de esta socióloga de la Universidad de Wisconsin sitúa este cambio entre las mujeres que se casaron a principio de la década de los noventa, de la mano de un sorpasso que también ha sucedido en España: ya hay más mujeres universitarias que hombres en el conjunto de la sociedad. Con un desequilibrio educativo favorable a las mujeres, cada vez es más normal la formación de este tipo de parejas y la “desestigmatización” de los hombres que apuestan por ello ayuda a la estabilidad de las relaciones según sostiene Schwartz.

Además de las cuestiones citadas sobre el vínculo de igualdad en los papeles y estabilidad, Martínez Pastor indica que el hecho de que las mujeres universitarias se casen más tarde, se lo piensen más y tengan más habilidades comunicativas a la hora de resolver los problemas que se pueden plantear son elementos de estabilidad en la relación.

¿Dónde hay más separaciones y divorcios?

En cuanto al estudio del INE, que muestra esa relajación en el incremento de nulidades, separaciones y divorcios en España, es interesante señalar que Cataluña, con un total de 18.584, Andalucía (17.477), Madrid (13.913), y la Comunidad Valenciana (12.060) lideran ese ranking, mientras que las comunidades en las que menos se producen son La Rioja (633), Navarra (1.102) y Cantabria (1.193), como se puede observar en la tabla que sigue a continuación, reproducida a partid de los datos del INE.

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