Del blog “Economía, ética y RSE”.Economía con Vaores diario El País.- A estas alturas ya sabemos qué es una recesión: una situación en la que el producto interior bruto cae durante al menos dos trimestres seguidos, en términos reales (es decir, descontado el efecto del cambio en los precios). Correcto. Pero esta definición no nos cuenta lo más íntimo de la recesión.
Antonio ArgandoñaA lo mejor debemos buscar una definición más larga. Por ejemplo, la del National Bureau of Economic Research, un organismo privado norteamericano que se encarga de poner fechas a las fases del ciclo económico. “Una recesión, dice, es una caída significativa de la actividad económica, difundida por toda la economía, que dura más de unos pocos meses, y que suele identificarse en el PIB, la renta real, el empleo, la producción industrial y las ventas al por mayor y al por menor. Una recesión empieza inmediatamente después de que la economía alcanza su máximo de actividad y finaliza cuando alcanza su mínimo. Entre el mínimo y el máximo, la economía está en expansión“.
Bien, pero me parece que aún deja algo en el aire. Me atrevería a decir que lo más importante de la recesión es que rompe un equilibrio de expectativas, culturas, actitudes y disposiciones. Lo que esta definición sugiere es que la economía funciona sobre un conjunto de supuestos, expectativas y actitudes, que se han ido consolidando a lo largo del tiempo.
Por mi parte, que mi puesto de trabajo es relativamente seguro, y que mi nivel de vida podrá mantenerse o crecer, de modo que podré hacer frente a los pagos de una hipoteca para comprarme una vivienda. Por parte del banco, la expectativa de que yo podré hacer frente a la hipoteca que le pido para comprarme la casa. Por parte del constructor, que alguien conseguirá una hipoteca para comprar la casa que él planea construir, para lo que cuenta con un arquitecto, proveedores y trabajadores que, basándose en sus expectativas y supuestos, están dispuestos a colaborar en la construcción. Y así todos.
Pues bien: la recesión es la ruptura de todas esas relaciones. Y la recuperación no llega hasta que se recomponen, quizás no del todo, pero sí al menos lo suficiente como para empezar un nuevo consenso.
¿Verdad que ahora está más claro cuál es el problema de una recesión? ¿Y también que no es cuestión, simplemente, de gastar más para que las empresas produzcan más y creen empleo?
© Antonio Argandoña. Profesor de Economía y titular de la Cátedra “La Caixa” de Responsabilidad Social Corporativa y Gobierno Corporativo en el IESE-Universidad de Navarra. Doctor en Economía por la Universidad de Barcelona. Conferenciante, autor de numerosos libros y artículos y es titular del ‘Blog de Antonio Argandoña’.