Romeos sin Julietas

Familia actual.-Dice el refrán que “quien bien te quiere, te hará llorar”. No estamos de acuerdo. Si quien te quiere te hace sufrir, es que no te quiere bien. Lo que pasa es que, una vez más, se confunde la cantidad con la calidad y lo mucho se traduce por lo bueno, como si el más fuese siempre mejor.

Dicho refrán lo tienen como referencia muchos maltratadores que se escudan en el amor para hacer justamente lo contrario al amor: atemorizar, controlar, gritar, pegar, matar. Muchas de sus víctimas los excusan, los protegen y los defienden, porque se creen que las aman, que esos ramalazos de violencia (verbal, psicológica, sexual o física) son efectos del demasiado amor que les tienen.

Pero no es así. Quien maltrata a su pareja, sea de la forma que sea, no la está queriendo bien. Está equivocado y, cuanto más permanezca en su error, más difícil será que pueda mantener una relación sana, porque la llama del amor, para mantenerse encendida, necesita cariño, delicadeza, ternura, respeto, dedicación, sacrificio…, pero si le echamos suspicacias, celos, chantajes, amenazas, violencia… podemos provocar un gran incendio que lo convierta todo en cenizas.

El amor suele venir con una venda en los ojos, sobre todo, las primeras veces. Eso hace que en muchas relaciones adolescentes se oculte un futuro maltratador o, incluso, un maltratador presente. Muchas parejas jóvenes están viviendo como normales situaciones que no lo son y muchas chicas están siendo manipuladas, sometidas y violentadas sin ser conscientes de ello, pensando que eso es amor, y, cuando se dan cuenta, suele ser ya demasiado tarde. La violencia de género, como lo acabamos de comprobar en el caso del asesinato de Alba, de 14 años, a manos de su novio de 18, no es sólo cosa de adultos, sino que se palpa en muchas relaciones adolescentes.

Lógicamente, este caso se sale mucho de lo que podríamos considerar una relación de noviazgo normal. Primero, por la edad de la chica, que, según la nueva reforma del Código Penal, no llega a la edad de consentimiento sexual (16 años) y, segundo, porque, según ciertas informaciones, había habido un tiempo de cohabitación entre ellos. La propia inmadurez de los implicados convierte ese tipo de relaciones en tóxicas.

No obstante, aunque contemos con la madurez de nuestra hija, no debemos bajar la guardia. La forma de detectar a un maltratador (presente o futuro) pasa por quitarse la venda de los ojos. No es fácil que lo haga uno mismo, por eso, el papel de los padres es decisivo. Por de pronto, hemos de interesarnos por la relación que está manteniendo nuestra hija: con quién sale, quién es, desde cuándo, de qué forma, cuánto se ven, dónde, con quién… y estar alerta a los identificadores de un posible maltrato. Para determinar el grado de violencia a la que puede estar sometida una chica por su novio, puede sernos de gran utilidad la Escala de VEC (Norma Vázquez, Ianire Estébanez e Itziar Cantera):

Categoría Descripción
Control Saber todo lo que hace, con quién, controlar su forma de vestir.
Aislamiento Impedir que tenga vida social. Que sólo se relacione con él.
Celos Decirle que coquetea, que se comporta de forma provocativa.
Acoso Vigilarla, seguirla, esperarle a la salida, acosarla por teléfono.
Descalificación Críticas, frases despectivas, burlas, ataques a su autoestima.
Humillación Ridiculizaciones en público, revelar información, escándalos.
Manipulación emocional Chantaje para conseguir lo que quiere, trampas, presiones.
Indiferencia afectiva Mostrarse insensible, desatento, ignorarla, dejar de hablarle.
Amenazas Amenazar con pegarla, quitarle algo, dejarla…
Presión y negligencia sexual Imposiciones de relaciones sexuales no deseadas mediante enfados o acusaciones, irresponsabilidad sobre los riesgos.

Habla con tu hija, con confianza, con delicadeza, con sinceridad. Si ella observa estos comportamientos, ayúdale a quitarse la venda con que Cupido cubrió sus ojos para que desenmascare una relación insana que no puede acabar bien y para que no se convierta en una víctima más de esos Romeos sin Julietas.

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