¿Qué siento cuando mi hijo se porta mal?

Cuando un niño llora, podemos responder de forma diferente ante su llanto, podemos consolarlo, ignorarlo para que no se salga con la suya o simplemente esperar a que se le pase. ¿Pero qué es lo mejor? Quizás no se trata tanto de saber qué hay que hacer en cada momento, sino de ser conscientes de si nuestra respuesta está favoreciendo o no el desarrollo emocional de ese niño.

Es conveniente reflexionar si al tranquilizarlo le estamos ayudando a ser consciente de lo que siente para que en próximas ocasiones sepa tranquilizarse por si mismo, o simplemente queremos que deje de llorar porque su conducta nos está poniendo nerviosos.

También podríamos pararnos a pensar si cuando le ignoramos y conseguimos que cese la rabieta, hemos aprovechado esa oportunidad para darle herramientas con el fin de que pueda canalizar su enfado o simplemente pretendíamos controlar su comportamiento molesto.

Qué siento cuando mi hijo tiene una rabieta

Las familias que acuden a las escuelas de padres y madres o Aulahogar me habrán escuchado decir más de una vez, que no es tan importante la rabieta que tenga el niño sino la respuesta que tengamos ante ella. Si nos viéramos en un espejo cada vez que la conducta de nuestro hijo nos desagrada, probablemente no nos gustase lo que sale de nosotros.

Por lo general somos conscientes de que no queremos hablar con dureza pero no sabemos cómo gestionar la rabia o frustración que muchas veces generan nuestros hijos en nosotros y lo peor de todo es que esa falta de autocontrol va acompañada de sentimientos de culpabilidad.

Cómo gestionar mis propias emociones

Cuando los niños se acercan a los dos años, la crianza se vuelve un poco más complicada. La palabra NO empieza a ser protagonista en el lenguaje de los niños aún sin saber hablar y hay muchos momentos que resultan estresantes porque no sabemos entenderles.

Cuando se acercan a los tres años, parece que aumentan las rabietas y cada día tenemos exposiciones muy distintas, lloros a la salida del colegio, negativas a la hora de comer, se quitan los zapatos y se niegan a caminar más, etc.

En momentos así toca respirar y gestionar lo que el comportamiento de tu hijo produce en ti. El tipo de respuesta que tenemos que dar a nuestros hijos se gesta en nuestra mente, se trata de conectar con el mundo emocional de nuestros hijos sin juzgar la conducta sino entender la causa que lo genera.

¿Qué tipos de pensamientos podemos tener frente a un comportamiento?

¿Qué otros pensamientos se te ocurre que te pueden ayudar a tener mayor control de tus emociones a la hora de educar a tus hijos?