Fuente: Educacióntrespuntocero
Basta con hacer un sondeo entre los niños y adolescentes (sin distinción de clase social o nivel cultural familiar) para edetectar el consumo masivo y descontrolado de contenidos inapropiados para ellos, lo que les impide en muchos casos realizar otras actividades más formativas o académicas:
- Según un estudio realizado por la Universitat de les Illes Balears y por la Red Jóvenes e Inclusión Social en 2021, uno de cada cuatro menores de 13 años consume contenidos pornográficos en España.
- La mayoría de mis estudiantes de 1º y 2º de Secundaria (12-14 años) han visto la serie Riverdale (Netflix la califica como para +16), La Casa de Papel (TV-MA 16+), Élite (TV-MA 16+) o la Isla de las Tentaciones de Telecinco (TV-MA 16+), entre otras.
- Muchos de mis alumnos y alumnas de 2º y 3º de ESO pasan entre 1 y 3 horas diarias de media en redes sociales. Las más comunes son Instagram, TikTok y Snapchat.
- Muchos de ellos (más común entre los chicos que entre las chicas) pasan varias horas al día de media participando en juegos online con alto contenido en violencia y con poco o ningún contenido educativo, destacando por ejemplo ‘Call of Duty’. Muy raramente producen ellos mismos contenidos y casi ninguna de sus producciones tiene algún objetivo o utilidad.
- Prácticamente la totalidad de ellos manifiesta no tener ningún control parental aplicado para el acceso a estos contenidos.
Es tal el nivel de estupor ante este escenario que a veces bromeo con mis estudiantes en clase diciéndoles que voy a tener que solicitar su ‘custodia digital’. Es más que evidente que entregar a un niño un móvil sin control alguno es como entregarle un arma de destrucción personal y, por extensión, también familiar.
La cuestión que subyace entonces es: ¿quién es el responsable de aplicar el pin parental del pin parental? ¿Quién se responsabiliza de controlar al supuesto controlador?
Cómo acompañar ‘digitalmente’ a los estudiantes
El acompañamiento digital de nuestros hijos, de nuestros estudiantes, es una tarea de todos. Requiere dedicación, tiempo (mucho y no solo de calidad), convivencia y esfuerzo, pero no hacerlo ya no es una opción. Estamos obligados a ello y debemos empezar por nosotros mismos: el móvil lejos, notificaciones desactivadas, y escuchémonos con los oídos y con los ojos. A ellos les bastará con vernos actuar (nuestro ejemplo) para imitar el modelo.
Es hora de tomar conciencia de la importancia suprema de la inteligencia colectiva. Todo educa y todos educamos, desde el ‘buenos días’ y la sonrisa que intercambiamos en la panadería, hasta el respeto en casa por las decisiones de los docentes y el colegio de nuestros hijos, aunque en algunas ocasiones tengamos nuestras propias opiniones al respecto de lo que acontece en la escuela.
Ya no vale la tan manida excusa: ellos saben más que yo de tecnología, yo no sé de eso…. En la era de la información somos conscientes que tenemos múltiples canales para asesorarnos y poder realizar un adecuado acompañamiento digital de nuestros hijos:
- Las plataformas de contenidos a la carta ofrecen la catalogación por edades de manera explícita, además de guías rápidas para configurar el control parental en la configuración de perfiles y acceso a contenidos.
- Los vídeojuegos poseen iconos del sistema PEGI (Pan European Game Information) para la recomendación de edad y la descripción del contenido.
- Existen numerosos portales de asistencia y ayuda para familias: is4k ,INCIBE , Empantallados, Family Link y AEPD, entre otros.
Ya se acabó aquello de: “ahí le dejo al niño en la escuela para que lo eduque”. Apliquemos de una vez el pin parental del pin parental, dejémonos de pantallas, de filtros que desvirtúan nuestros ‘yoes’ reales y vivamos cara a cara, aplicando la inteligencia emocional y no la artificial con los que más nos importan y que son, además, la llave del futuro de este mundo.