Cómo educar a menores de 0 a 6 años sin caer en la sobreprotección

Educar a menores de 0 a 6 años evitando la sobreprotección implica fomentar su autonomía y proporcionarles un entorno seguro pero desafiante que les permita explorar, aprender y desarrollarse.

Fuente: Fundación Educamos en familia

Educar a menores de 0 a 6 años evitando la sobreprotección implica fomentar su autonomía y proporcionarles un entorno seguro pero desafiante que les permita explorar, aprender y desarrollarse. 

A continuación, algunos consejos para evitar caer en la sobreprotección durante esta etapa clave:

 
 
  1. Fomentar la autonomía desde temprana edad

     
    • A medida que el niño crece, se le puede animar a realizar pequeñas tareas por sí mismo, como vestirse, comer solo, o recoger sus juguetes. Esto fortalece su independencia y autoconfianza.

    • Permitirles tomar decisiones adecuadas a su edad, como elegir la ropa que quieren ponerse o decidir qué actividad quieren realizar. Esto les ayuda a sentirse capaces y responsables.

    • Encuentra más formas de fomentar la autonomía aquí.

     
  2. Establecer límites claros y consistentes

     
    • Los límites son necesarios para que los niños se sientan seguros y comprendan las normas. Sin embargo, no se trata de impedirles hacer todo, sino de establecer normas coherentes que les ayuden a aprender lo que es adecuado y lo que no.

    • Es importante que los límites no sean excesivamente restrictivos, ya que los niños también necesitan espacio para experimentar y cometer errores. 

       

    Sabemos que el establecimiento de límites y normas puede ser complicado, por eso te recomendamos que eches un vistazo a estos artículos.

     
  3. Permitir que experimenten y se equivoquen

     
    • Caer, mancharse o frustrarse son experiencias necesarias para el aprendizaje. Si los padres intervienen demasiado rápido para evitar cualquier inconveniente, los niños no aprenden a gestionar la frustración ni a solucionar problemas.

    • En lugar de evitar que el niño se enfrente a pequeñas dificultades, los padres pueden guiarlo en cómo superarlas, brindándole apoyo sin resolver el problema por él.

     
  4. Fomentar la exploración segura

     
    • Crear un entorno en el que el niño pueda explorar con seguridad permite que desarrolle su curiosidad e iniciativa. Los padres deben supervisar, pero no intervenir constantemente.

    • Dejar que los niños jueguen al aire libre interactúen con otros niños y prueben actividades nuevas. Esto les ayuda a aprender sobre el mundo que les rodea y desarrollar habilidades sociales.  El afán sobreprotector conduce a muchos padres a dejar a sus hijos confinados en casa los días de lluvia. ¿Qué harían los niños de países donde la lluvia es habitual? Y qué placer pisar unos charcos provistos de unas buenas botas de agua.

     
  5. Enseñar a gestionar las emocionen

     
    • Ayudar a los niños a identificar y expresar sus emociones les enseña a gestionarlas. Es importante no minimizar sus sentimientos ni solucionarles todas las situaciones que les hagan sentir mal, sino acompañarlos en el proceso de comprender lo que sienten.

    • Cuando el niño se frustra o se enfada, se le puede enseñar a respirar profundamente o hablar sobre lo que siente en lugar de evitar que experimente esas emociones.

     
  6. Promover el juego libre

     
    • El juego es fundamental para el desarrollo infantil y una herramienta para aprender a resolver problemas y enfrentar desafíos. El juego libre, sin intervenciones constantes de los padres, permite a los niños ser creativos, tomar decisiones y aprender de forma autónoma. 

     
  7. Modelar la resiliencia y la resolución de problema

     
    • Los niños aprenden mucho observando a los adultos. Mostrarles cómo abordar los problemas de manera tranquila y resolutiva les enseña a hacerlo  ellos también.

    • Se les puede involucrar en pequeñas soluciones diarias, por ejemplo, preguntándoles cómo podrían resolver un pequeño problema, como un juguete roto o una situación en el juego.

 

La clave a esta edad es acompañar, guiar y supervisar sin impedir que los niños adquieran experiencias que los fortalezcan y les permitan crecer de forma autónoma. Esto implica un equilibrio entre la protección necesaria y la libertad para explorar y aprender.