Los padres son los primeros que tienen que aprender a ofrecer disculpas. Si no lo aprenden y practican, será imposible que lo puedan enseñar a sus hijos.
La disculpa es la razón o causa ofrecida, presentada, alegada o pedida, para explicar o justificar un comportamiento, un fallo, una falta, una culpa o un error cometido. Es la excusa, justificación o pretexto presentado por lo realizado.
La diferencia entre disculparse y pedir perdón. Disculparse es dar explicaciones, pruebas o razones, para que algo que se haya hecho, y que ha podido no gustar a otros, no sea tenido en cuenta como una falta, culpa o delito, aunque haya causado o pueda causar daño.
Una cosa es disculparse u ofrecer disculpas por algún acto realizado, y otra cosa es pedir perdón por un delito. Conceder perdón es potestativo del que lo da, pero cuando alguien ofrece disculpas por algo que ha hecho sin querer, hay que aceptarlas.
No cabe ninguna disculpa, para los padres con formación religiosa, que no facilitan todos los medios posibles a sus hijos, para que cuando se vayan haciendo mayores, estén bien preparados religiosamente, para las cada vez más difíciles etapas de su desarrollo personal. Llega el momento de confirmar su formación religiosa y siempre, sale a relucir alguna disculpa por parte de los padres o de los hijos.
Las 6 Principales disculpas esgrimidas por los padres, por la que no dedican tiempo a la formación religiosa de sus hijos:
1. Necesitan convivir con los amigos de su misma edad.
2. Necesitan divertirse en lo que a ellos les gusta, y no en lo que les digan que hagan.
3. Necesitan hacer asiduamente mucho deporte, para crecer sanos y olvidarse de los vicios que les ofrecen continuamente.
4. Necesitan hacer muchas actividades extraescolares, para explorar si quieren seguir por alguna de ellas.
5. Necesitan tener tiempo para ellos mismos, sin explicar a nadie lo que hacen.
6. Necesitan una entrega total a los estudios.
Pero son disculpas que nadie las pide y a nadie se las ofrecen, simplemente son disculpas de los padres, para autojustificar su desidia, hacia la formación religiosa de los hijos. Por eso hay que explicarlo muy bien a los padres, para que vayan adelantando e intensificando la formación religiosa, de ellos y de sus hijos.
Los padres no pueden argumentar disculpas, cuando tienen que enseñar, corregir errores, o modificar determinados comportamientos y tendencias de los hijos. Tienen que hacerlo, pues es su irrenunciable y no delegable obligación. Para hacerlo bien, tienen que estar muy seguros de lo que tienen que hacer, de lo que no tienen que hacer y de la forma de hacerlo.
Las 24 Características de las buenas disculpas:
1. Que conlleven reparación de lo disculpado.
2. Que demuestren arrepentimiento.
3. Que estén bien pensadas y expresadas.
4. Que estén dirigidas a que las puedan aceptar.
5. Que estén soportadas con buenos modales externos.
6. Que estén soportadas por acciones de arrepentimiento y cambio de actitud.
7. Que las causas sean reales.
8. Que se hagan utilizando medios prácticos, como las redes sociales privadas o públicas, si no se pueden hacer personalmente.
9. Que se ofrezcan aunque produzcan vergüenza.
10. Que sea incondicional.
11. Que sean afectivas.
12. Que sean bien meditadas.
13. Que sean claras, sinceras y a tiempo, aunque no haya costumbre de ofrecerlas.
14. Que sean concretas, sin divagaciones, ni ambigüedades.
15. Que sean creíbles.
16. Que sean dichas con suavidad, pues son más elocuente que las voceadas.
17. Que sean examinada previamente, por si debe conllevar la obligación de restituir, en caso de daño material o inmaterial, calumnia, insulto, humillación, etc.
18. Que sean ofrecidas lo más inmediatamente posible, a la causa que las originó.
19. Que sean públicas, si el error ha sido público.
20. Que sean sinceras.
21. Que sean sobre los errores propios, no en nombre de terceros.
22. Que sean valientes, sin temor a la reacción de incomprensión.
23. Que sean voluntarias, no obligatorias.
24. Que tengan respeto, corrección y verdad.
Las 10 Características de las malas disculpas:
1. Cuando se ofrecen bajo el pretexto, de eximir las responsabilidades de los hechos realizados.
2. Cuando se ofrecen continua y repetitivamente, sobre el mismo asunto.
3. Cuando se ofrecen de forma fría, sin que sirvan para desagraviar, ni para curar lo lastimado.
4. Cuando se ofrecen de forma interesada, con el fin de obtener favores o privilegios.
5. Cuando se ofrecen descargando la culpa en otros, o en las circunstancias.
6. Cuando se ofrecen ocultando lo que haya que decir y cuanto hay que decirlo.
7. Cuando se ofrecen para intentar defender lo indefendible, apoyándolas con falacias.
8. Cuando se ofrecen para intentar justificar lo injustificable, ante otros.
9. Cuando se ofrecen para que sirvan como descargo, de algo que tenían la obligación y el conocimiento para hacerlo bien.
10. Cuando se ofrecen y engañosamente, incluyen indirectamente acusaciones o denuncias a otros.
Algunos creen que cualquier disculpa es buena, para justificar lo injustificable. Primero hacen o no hacen lo que quieren, posteriormente buscan una disculpa para justificarlo. Siempre hay expertos en encontrar disculpas para sus acciones, tanto en la familia, como en los negocios, política o sociedad. Además se convencen, que los otros son medio tontos y que por bondad o por ignorancia, tienen que aceptar las disculpas que les presentes. Incluso cuando las disculpas son tan burdas, que son increíbles.
No tiene que importar ofrecer disculpas a otros, aunque esa no sea la costumbre, o los otros no las pidan nunca. Hay que saberse dominar muy bien, para ofrecer disculpas, máxime cuando cuesta hacerlo. Ofrecer disculpas honra y hace superiores a los que lo hacen, sobre los que nunca las ofrecen. Es más fácil disculparse ante un amigo, que ante un enemigo.
Los padres también tienen que tener, el conocimiento de lo que hacen y la entereza y honradez, de saber ofrecer disculpas a sus hijos, principalmente cuando les fallan en las cosas de su educación. Cuando injustamente no ofrecen disculpas, estando obligados familiar, moral o socialmente a hacerlo, su conciencia se encontrará mal, aunque nadie se las exija, y demostrarán una falta de educación hacia sus hijos.
Los padres deben enseñar a sus hijos, a que piensen muy bien las cosas antes de hacerlas, decirlas o pensarlas, para que posteriormente no tengan que ofrecer disculpas, por lo que han hecho mal.
Los padres deben enseñar a los hijos, poco a poco, y desde que son muy pequeños, a que se vayan acostumbrando, a ofrecer disculpas por las cosas que han hecho mal o no ha hecho, cuando tenían que haberlas hecho. Esa costumbre de ofrecer disculpas, se convertirá en hábito y posteriormente en virtud. Les deben inculcar que: Vencer y disculparse, es vencer dos veces.
El que siembra disculpas, recoge disculpas. Acostumbrarse a ofrecer disculpas, supone que estoy enseñando, con el ejemplo a que otros, hagan lo mismo conmigo o con otros, mereciéndolas o no. Pero aunque no reciba disculpas de otros, debo pensar que he cumplido con mi deber moral y social de hacerlo, lo que me dará paz y bienestar.
Hay errores que se quieren subsanar, ofreciendo disculpas, a pesar de que provengan, de no haber previsto la posibilidad de que al hacerlos, pudieran perjudicar a otros.
Ofrecer disculpas, es como soltar los nudos que nos atenazan mentalmente. Es desenrollar el ovillo para siempre, en el que se ha convertido un problema con otra persona.
Saber ofrecer disculpas, es traspasar la frontera entre un enfado grave o leve, grande o pequeño. Cruzarla o no, supone unos minutos de humildad o un dolor y remordimiento para toda la vida.
Si no se está preparado para poder ofrecer disculpas, por algo mal hecho, no se puede presuponer el poder equivocarse, lo que equivale, a no pensar que existen otras alternativas, a lo que quiero hacer.
Por el bien propio y por el bien ajeno, las disculpas, aunque moleste hacerlo, deben ofrecerse, cuando son una obligación irrenunciable. Pueden llegar a ser un acto de humildad o generosidad, sobre todo cuando se dan de un padre a un hijo, entre cónyuges, de un superior hacia un empleado, de un político al pueblo, etc. Incluso si el motivo nos ha llegado por culpa de terceros, pero somos la cabeza responsable de esa situación.
Hay personas que no quieren ofrecer disculpas, empecinándose en no dar el brazo a torcer, y aferrándose a mil razones para encerrarse en su orgullo, aunque sepan perfectamente, que han cruzado la línea roja de la duda razonable sobre lo bien o mal realizado. En estos casos, no queda más que el recurso de perdonarle y decírselo, para que aprenda lo que debe hacer, para una próxima ocasión.
Hay personas que no quieren aceptar las disculpas de nadie, aunque se las ofrezcan sincera y humildemente. Por su orgullo o dolor, prefieren refunfuñar sus penas, antes que aceptar las que disculpas que otros ofrecen. Prefieren ir de ofendidos o de mártires de la circunstancia, para no saldar la cuenta, con el que les ha presentado las disculpas.
Disculpas no pedidas, acusación manifiesta. Este clásico refrán tiene otras interpretaciones. Las disculpas hay que ofrecerlas, aunque la otra persona no se haya dado por ofendido. Sirven para redimir cualquier tipo de culpa, que se pudiera tener. Además hay que correr el riesgo, de que las disculpas ofrecidas, produzcan enfados en la persona que las recibe. Es posible que con el paso del tiempo, esas disculpas, ayuden a perdonar y a olvidar las posibles ofensas realizadas.
La parte peyorativa de las disculpas. Cuando se realizan actos o se dicen cosas y después, si caen mal, se busca alguna disculpa para justificar lo hecho. Muchas veces se hacen las cosas a sabiendas, que si se soportan con una buena disculpa, sea esta verdad o mentira, pasará justificada ante los demás.
Las 8 Disculpas más usadas en las familias:
Algunos padres se amparan en hacer lo que quieren, poniendo como disculpa algunas ideas o comportamientos personales, o achacables a sus hijos, máxime cuando estos no pueden rebatirla, por ejemplo:
1. En mi familia acostumbramos a dormir o comer siempre a la misma hora. Nos tenemos que marchar ahora, porque nuestro hijo tiene mucho sueño. Lo que pasa es que se están aburriendo y se olvidan que otras veces, han estado hasta mucho más tarde, pero estaban más a gusto.
2. En mi familia no comemos carne, pescado o verduras, porque a mi hijo no le gustan.
3. En mi familia no queremos que nuestros hijos, estén con sus primos, porque dicen que ellos les enseñan cosas de más mayores. En el fondo, es una disculpa para que no estén juntos, ya que las diferencias educacionales son tan grandes, que los padres no quieren verse reflejadas en ellas, por eso ponen esa disculpa, para que los primos no se vean.
4. En mi familia no vamos a los actos religiosos, porque mis hijos dicen que se aburren.
5. En mi familia no vamos a visitar a los padres, hermanos o sobrinos de mi cónyuge, porque mi hijo no se lo pasa bien y no quiere ir. En su mente está ocultando que, nunca se ha llevado bien con su propia familia y ahora, el visitar a la familia del cónyuge, se escapa a su concepto de lo que es una familia unida, cosa que le chirria en su cerebro, pues no tiene ese concepto arraigado en su mente.
6. En mi familia no vamos a visitar a nuestros padres y no llevamos a nuestros hijos a ver a los abuelos, porque estamos muy ocupados, con nuestro trabajo y con nuestras actividades sociales y las de nuestros hijos. Les mandamos un regalo una vez al año y con eso ya se conforman.
7. En mi familia nunca corregimos ni castigamos los berrinches, rudezas, groserías o insolencias de nuestros hijos, para que no se frustren. Pensamos que las otras personas lo aceptarán, porque al fin y al cabo “los jóvenes, son jóvenes”.
8. En mi familia nunca ofrecemos disculpas, porque nuestros padres no nos lo han enseñado. Por eso seguramente, nuestros hijos tampoco ofrecerán disculpas nunca. Así se continúa con el círculo de mala educación, entre padres e hijos.
Ofrecer disculpas, así como pedir perdón, supone una limpieza interior, es una sensación del deber cumplido, pues hace desaparecer el remordimiento de conciencia, por las faltas cometidas, bien sean por acción o por omisión. Pero queda pendiente el arrepentimiento, el propósito de la enmienda y la satisfacción de los posibles delitos cometidos.
Dime de qué, cómo y cuándo te disculpas, y te diré quién eres. En la disculpa, puede haber un gran fondo de sinceridad o de mentira, que demuestra la calidad o condición de las personas. Por eso hay disculpas irónicas, retorcidas o con doble sentido. Algunas veces las disculpas, están alejadas del fundamento y raíz del arrepentimiento, del perdón, de la verdad y de la sinceridad, escudándose en la mentira y en la defensa de las faltas cometidas o por cometer.
Ofrecer disculpas es también curarse las viejas heridas, ya que cada día que pasa sin hacerlo, se infectan más y más. Una sincera conversación, pidiendo disculpas, es como entrar en el hospital de campaña cuando hay heridas o circunstancias concretas difíciles de curar. Cuando no existe el conocimiento y la práctica de las virtudes y valores humanos, todo se vuelve confuso y no se puede distinguir el bien del mal, en las cosas que se han hecho o dejado de hacer.
Ofrecer disculpas por alguna mala información dada o acto indebido, debe tener el mismo tamaño, dimensión, profundidad, formato, calibre, magnitud, importancia, alcance, proporción, extensión y valor que la falta cometida. Hacerlo sin esa proporción, es otra falta que todavía agranda más lo anterior. Por ejemplo: Los medios de comunicación que ofrecen disculpas, por las mentiras que han dicho en primera página y en letras grandes, y posteriormente ofrecen disculpas, en la letra más pequeña, del interior de sus páginas.
Los padres deben enseñar a sus hijos a que ofrezcan disculpas, examinando con seriedad a la luz de su conciencia, las ofensas cometidas por acción u omisión. Ese análisis será un gran medio, para alcanzar su mejor conocimiento personal, lograr su madurez, obtener coherencia en su vida, e iniciar su progreso por el camino del bien.
Los padres deben acostumbrar a sus hijos a que ofrezcan disculpas, siempre que sean necesarias o aconsejables. Esto les hará más sensibles y les ayudará a superar las futuras tentaciones, y a sobrepasar y dominar las pruebas y contrariedades que se producen en la vida.
Los 5 errores más comunes, al momento de ofrecer disculpas.
1. Decir que “Lamento, me arrepiento, me apeno, me aflige, haber provocado la desconfianza de todo lo que Vds. ya saben, sobre mi comportamiento”. Si no se hace un acto de arrepentimiento, propósito de la enmienda y programa de restitución, los lamentos quedarán como “hojas que se lleva el viento”
2. Decir que “Se cometieron errores”. Deja en el anonimato al o a los responsables de los errores, y califica los daños como errores debido a las circunstancias, sin admitir lo malo que se ha hecho.
3. Decir que “Se creará un comité para que investigue a fondo, y llegue a hasta las últimas consecuencias”. Se sabe de sobra, que esos comités no funcionan y que es la manera más tramposa, de no ofrecer ninguna disculpa y diluir las responsabilidades de lo acontecido.
4. Decir que “Se lamenta profundamente, si alguien se sintió ofendido”. Esto es pasar la culpa a otros, por haberse sentido los ofendidos y ser muy sensibles, sin aceptar ser el ofensor.
5. Decir que “Se piden disculpas en nombre de otros”. Si es por ocultarse deliberadamente, para encubrir al verdadero responsable del problema, indica falta de sensibilidad o sinceridad hacia los damnificados, a no ser que los verdaderos responsables, no puedan ofrecer las disculpas.
Los 17 Mejores consejos, sobre cómo ofrecer disculpas, sinceras y efectivas:
1. Admitir que ofrecer disculpas, no es solamente pedir perdón. Algunas veces hay que pedirlo explícitamente, junto a todos los requisitos inseparables.
2. Agradecer la oportunidad que nos dan, de poder ofrecer disculpas, para que ello alivie nuestra conciencia y podamos recuperar la confianza perdida.
3. Centrar el ofrecimiento de las disculpas, en la persona ofendida y no en el ofensor.
4. Concentrarse sinceramente, en el daño o dolor que se ha provocado y cómo se puede sentir la persona ofendida, diciéndolo de forma clara y directa.
5. Conocer las características de la persona, a la que se le ofrezcan las disculpas, para decírselas en una forma y lenguaje apropiado, de manera que no haya duda de la sinceridad.
6. Dejar muy claro, sin ambigüedades ni rodeos, que el ofrecimiento de disculpas, es por lo que se ha hecho mal o no se ha hecho bien.
7. Estudiar la forma de que las disculpas, sirvan para restablecer en el futuro, la confianza que hemos falseado y el sufrimiento causado.
8. Hablar muy claro, sobre cuál es el motivo por el que se ofrecen las disculpas.
9. Hacer que la disculpa no suene a excusa, asumiendo la responsabilidad de lo hecho. Suele haber una línea muy estrecha, entre lo que es una explicación razonable y un disculpa.
10. Intentar demostrar el compromiso de que en el futuro, corregiremos lo que en el pasado o en el presente, no hemos respetado.
11. Pensar en lo que pueda estar esperando la persona ofendida, de nuestro ofrecimiento de disculpas.
12. Poner siempre a la persona ofendida, como centro del ofrecimiento de la disculpa, dándole el tiempo necesario, para que piense su reacción y aceptar de antemano, con mucha paciencia, que su respuesta pueda ser positiva, negativa o ambigua.
13. Pretender ofrecer remediar la situación, en la medida de los daños realizados y de los medios para poderlos compensar, aunque sea simbólicamente y prometer poner remedios, para que no vuelva a ocurrir.
14. Procurar que el ofrecimiento de disculpas no sea impulsivo, sino muy meditado, para decir las palabras adecuadas, y que posteriormente no haya arrepentimiento de lo dicho, sin haberlo pensado.
15. Reconocer que el ofendido, tiene el pleno derecho a no aceptar nuestras disculpas, máxime, si ve algún asomo de falta de sinceridad, burla u obtención de beneficios.
16. Ser completamente sinceros, sobre el motivo que generó el ofrecimiento de las disculpas.
17. Tratar que el ofrecimiento de disculpas sea concreto, específico y adecuado en cantidad y calidad.
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