Publicado el octubre 7, 2015 por Antonio Argandoña
En una carta al Financial Times el pasado 2 de octubre, un lector hacía referencia a la propuesta del nuevo líder del Partido Laborista de renacionalizar algunas empresas, entre ellas los ferrocarriles del Reino Unido. “Como alguien que tuve el ‘placer’ de utilizar los servicios de British Rail durante años, pensar en aquello me ha traído un sudor frío.
Y concluye: “No puedo dejar de pensar que esa política es una mezcla del deseo de los sindicatos de tener más peso y del de algunos usuarios de que el coste del ferrocarril vuelva a recaer sobre el que paga los impuestos y no sobre el que lo usa”.
El usuario de un servicio, que estaría dispuesto a pagar 10 por él, pero que solo tiene que pagar 8, se lleva un beneficio de 2; no le da ese nombre, que es el de excedente del consumidor, pero es un beneficio para él. Ese beneficio puede desplazarse. Los costes del servicio pueden aumentar, a costa del usuario; eso es lo que el lector del FT teme que hagan los sindicatos, si British Rail se nacionalliza. Me parece que en este país tenemos muchos ejemplos de este problema. La otra estrategia es bajar el coste para el usuario, cubriendo la diferencia con subvenciones públicas; de esto también sabemos mucho; algún día les contaré las cifras del servicio público de bicicletas subvencionadas en Barcelona. Está bien que los políticos hagan propuestas sobre lo que les gustaría hacer, pero alguien tendrá que recordarles los costes de esas propuestas para los ciudadanos. Ideología anti-libre mercado, bien, pero poniendo todos los factores sobre la mesa.