No se trata de una persona cualquiera, no. Es nada más y nada menos que la vicesecretaria general del PSOE, es decir la número dos del partido que es a su vez alternativa de gobierno. Ahora se ha despachado a gusto contra el ministro Ruíz Gallardón. Hasta aquí nada que decir, entra en su sueldo de opositora de oficio, la cuestión no es que critique al ministro sino cómo lo hace y por qué lo hace.
El tema es el aborto que ella, en la línea habitual de quienes practican la ingeniería social, manipula convirtiéndolo en maternidad. “La maternidad –dice- no es cuestión de ministros ni de curas, es de las mujeres”. La frase, referida al ministro de Justicia, tiene difícil encaje pero si substituyen maternidad por aborto entonces lo que está diciendo Elena Valenciano queda claro.
A la vicesecretaria del PSOE no le gusta el proyecto de ley que prepara Ruíz Gallardón y que realmente todavía nadie conoce. En el fondo no dice nada nuevo más allá de la manipulación del lenguaje. Se trata como siempre de reducir a la nada el embrión, el feto, el inmaduro; en definitiva el no nacido. Elena Valenciano sostiene la tesis impresentable de que la mujer, y solo la mujer, tiene el derecho de hacer lo que le plazca con la vida del no nacido, como si esto fuera un forúnculo que le hubiera surgido de la nada y no la consecuencia de un acto que ella cometió con la participación necesaria de otro. El resultado de este acto es una nueva vida humana. Porque esto, y hay que repetirlo un millón de veces hasta que lo asuman, es lo que es el embrión.
Pero, no se trata de que lo diga yo o que lo digamos los defensores de la vida. Es que ahora ya podemos contar con una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que en su momento ForumLibertas comentó ampliamente, que estableció que la protección del embrión es necesaria y que por esta razón impidió la iniciativa de patentar determinados procedimientos, que es exactamente la razón por la cual se pronunció. Según el Tribunal de Justicia de la Unión Europea en el caso Brüstle “se define al embrión humano como el principio del desarrollo del ser humano” (…) “para asegurar la coherencia en las áreas de su competencia, en las cuales está en juego la vida del embrión humano, la UE debe establecer una prohibición y poner fin a la financiación de actividades que suponen la destrucción de embriones humanos”. Al hilo de esta sentencia, se ha puesto en marcha la importante iniciativa europea ‘One of us’ que tiene por objetivo recoger las firmas necesarias, un millón, para que en Europa se establezca la prohibición y el fin de la financiación de actividades que suponen la destrucción de embriones humanos.
Pero, volviendo a Valenciano, hay que recordarle esta evidencia, que no es la primera pero sí que es en estos momentos la que jurídicamente posee un mayor potencial y relieve. ¿Cómo relaciona la vicesecretaria general del PSOE este derecho absoluto a la vida y a la muerte de la madre sobre su hijo no nacido con la protección del embrión que ha establecido la justicia europea? Antes que ella, el anterior presidente de Uruguay, Tabaré, que por cierto no era cristiano, se negó a ratificar una ley del Parlamento sobre el aborto precisamente aludiendo que, bajo su punto de vista y el de la ciencia, en el embrión existían ya todo el fundamento material que identificaba y definía un ser humano distinto a la madre. Claro, para eso existe el análisis del ADN que lo demuestra. En la mujer embarazada no hay un solo ser humano, la madre, sino también el hijo y este es portador de derechos, naturalmente, y el primero de ellos es el de poder desarrollarse autónomamente para realizarse como ser humano. Este es un principio fundamental de la Ilustración y de la Modernidad que el PSOE, a través de su visión sectaria del aborto, no asume.
Antes que Tabaré, el Tribunal Constitucional español ya estableció que el embrión también era un sujeto de protección jurídica y que el aborto significaba un conflicto entre dos derechos, el de la mujer y el del no nacido. Todo esto lo que significa es que Elena Valenciano es de una entidad intelectual que solamente es capaz de desarrollar un discurso primariamente demagógico, tanto que ni tan solo es capaz de encajar lo que propone con los hechos más evidentes. Dios nos libre que alguna vez llegara a gobernar.
Josep Miró i Ardèvol, presidente de E-Cristians y miembro del Consejo Pontificio para los Laicos