Claire Perry, diputada conservadora británica, decidió hace cuatro años que había llegado la hora de pasar a la acción para proteger a los menores frente a la pornografía online. Fue un día en que buscaba en la red algunos dibujos de las muñecas preferidas de sus hijas, pero al teclear el nombre en el buscador encontró algo muy distinto. Lo que comenzó siendo un asunto doméstico acabó en una comisión formada por miembros de varios partidos, que en abril de 2012 presentó un informe al Parlamento con una propuesta de actuación a medio y largo plazo. De ahí se pasó a un proyecto de ley que actualmente está tramitándose en la Cámara de los Lores.
La principal conclusión del informe es que si se quiere dar un paso real hacia la seguridad de los menores en la red, es imprescindible que las empresas proveedoras de Internet, las ISP, se impliquen más. En concreto, les pide que desarrollen filtros en los que los contenidos inconvenientes (fundamentalmente pornografía y violencia) sean bloqueados por defecto: si un usuario –necesariamente un adulto– quiere desactivar el suyo, tendría que pedirlo explícitamente a su proveedor.
Además, el informe propone a las ISP que ofrezcan a los hogares filtros como los que existen en muchos colegios o bibliotecas públicas, que no bloquean un equipo en particular sino cualquiera conectado a esa red. Esta recomendación está motivada porque cada vez es más común, sobre todo entre los jóvenes, conectarse a la red desde dispositivos diferentes al ordenador, fundamentalmente los móviles y las consolas.
El gobierno británico ya ha dado algunos pasos. En octubre pasado se reunió con los cuatro grandes proveedores de Internet en el Reino Unido: Talk Talk, BT, Virgin Media y Sky Broadband. Acordaron ofrecer con cada nueva línea vendida la posibilidad de instalar un filtro. Esta política (llamada active choice) obliga a los proveedores de Internet pero deja las manos libres a los usuarios. De las cuatro ISP convocadas, solo Talk Talk ha cumplido su compromiso. Desde que comenzó a ofrecer este servicio en abril, un tercio de las nuevas líneas vendidas han instalado el sistema de seguridad de la compañía, llamado HomeSafe. (En España, la operadora telefónica Movistar ofrece un servicio similar, Canguro Net.)
Los contrarios al filtro por defecto creen que desincentiva a los padres de formarse y educar a los hijos en el uso de Internet; los partidarios sostienen que el filtro es un medio para educar
Críticas al filtro por defecto
Sin embargo, las grandes ISP se ha opuesto desde el principio a que el filtro venga instalado por defecto. Los que abogan por este sistema consideran que active choice resuelve solo una pequeña parte del problema, puesto que el 77% de los hogares británicos ya tienen contratada una línea. Además, el acuerdo al que llegaron las ISP y el gobierno no incluye la obligación de desarrollar filtros de red, así que los jóvenes que vivan en hogares con sistemas de seguridad active choice podrán seguir conectándose a Internet sin limitaciones desde otros dispositivos.
Últimamente, Google se ha sumado a los críticos de los filtros por defecto. En una convención de la compañía el pasado mayo, Sara Hunter, responsable de políticas públicas, señaló que estaban de acuerdo con el gobierno en el objetivo final (evitar que los niños vean pornografía), pero no en los medios. Desde su punto de vista, lo que hay que hacer es educar a los hijos en un consumo responsable de Internet, y para eso formar a los padres.
Lo que no queda claro es por qué eso es incompatible con los filtros por defecto. Quizá, como señalaba recientemente un directivo de Talk Talk, Google entiende que este tipo de sistemas supone una “pendiente resbaladiza” hacia la censura en la red. En cambio, otros han señalado que una de las razones que mueven al rey de los buscadores a rechazar el bloqueo automático es la cantidad de dinero que dejaría de percibir por los anuncios que aparecen junto a los resultados de búsquedas pornográficas.
Google se ha defendido de esta acusación aduciendo que siempre ha mostrado su compromiso con la seguridad de los menores en la red, y que de hecho ofrece herramientas de bloqueo muy desarrolladas, como SafeSearch. Francisco Ruiz, responsable para España del Centro de Seguridad Familiar de la compañía, declaraba a principios de junio, en una entrevista para Magisterio y reproducida en Safe Social Media (iniciativa europea dedicada a promover el uso seguro de la red entre los jóvenes), que “Google ha creado herramientas para que el usuario pueda informar de contenidos que no deberían aparecer en sitios como YouTube, Blogger, Google Buzz y los álbumes web de Picasa”.
Otra crítica a los filtros por defecto señala que no es sencillo separar en el maremágnum de la red los contenidos realmente pornográficos de los que tratan la sexualidad desde otro punto de vista, por ejemplo científico.
¿Quién tiene que vigilar?
Mientras tanto, la pornografía online sigue proliferando. Según algunas estadísticas (con datos de 2010), un 34% de los usuarios encontró pornografía online sin pretenderlo, fundamentalmente a través de anuncios emergentes, enlaces falsos o correos electrónicos masivos; y la edad media a la que los niños la consumen por primera vez bajó hasta los 11 años en 2010. Un estudio del Foro de Generaciones Interactivas (ver Aceprensa, 3-05-2012) señala que los más jóvenes se conectan muy a menudo desde su cuarto, sin ninguna vigilancia: un 48% de los europeos de 8 a 18 años lo hacen regularmente.
Además, muchos menores han conseguido engañar a sus padres respecto a lo que ven en la red, transmitiéndoles una falsa sensación de seguridad: según un estudio de Sonia Livingstone, directora de EU Kids Online, el 41% de los padres cuyos hijos habían consumido pornografía en Internet durante los últimos doce meses declararon que sus hijos no lo habían hecho, y un 29% manifestaron no estar seguros.
Es interesante observar la opinión de los usuarios. En una encuesta realizada por el gobierno británico el pasado abril, el 47% de las mujeres y el 25% de los hombres estaba de acuerdo con adoptar los filtros por defecto. El porcentaje disminuía hasta el 20% (hombres y mujeres) en la franja de edad de los 25 a los 39 años, frente al 36% de los de 18 a 24 años. Además, en Londres la aceptación es menor que en el resto del país.
Estos datos sugieren que el consumo de pornografía online tiene una base sociológica, que conviene tener en cuenta. Sin embargo, esta consideración no tiene por qué contraponerse a las soluciones tecnológicas. Como señalaba Claire Perry en un artículo en el Daily Mail, “no aceptamos este tipo de argumentación con otros medios de comunicación, donde una acción conjunta de la industria, el gobierno y los consumidores ha producido un beneficio para todos”.
La idea de dejar a los padres o a los propios usuarios la responsabilidad de que la red no sea dañina para los menores no se corresponde con la capacidad de unos y otros para administrar los contenidos.
Prohibir y educar
Anne Collier, directora de NetFamilyNews.org, defiende que el modelo de seguridad basado en filtros cada vez más restrictivos desincentiva la preocupación de los padres por formarse en el ámbito online. En apoyo de sus argumentos, recuerda la conclusión del “Informe Thornburgh” (2002), resultado de un intenso debate en Estados Unidos sobre la protección de los menores en la red. El informe comparaba Internet con una piscina: “Las piscinas pueden ser peligrosas para los niños. Para protegerlos, podemos colocar candados, levantar vallas o instalar alarmas. Todas esas medidas ayudarán, pero lo más importante que podemos hacer por nuestros hijos es enseñarles a nadar”. Según Collier, la atención a la psicología de los hijos, y al ambiente de la escuela o el hogar donde desarrollan sus vidas, son mejores herramientas de prevención que cualquier filtro.
También Francisco Ruiz, de Google, se inclina por la solución educativa. Pese a recomendar la máxima prudencia en el uso de Internet (“no hagas en tu vida online lo que no harías en tu vida offline”), desconfía de las prohibiciones: “Frente a prohibir, educar”. Sin embargo, la educación offline de los hijos está llena de prohibiciones por parte de los padres, empleadas además como un medio para educar.
Haciendo otra comparación con la seguridad en la vida real, se puede argumentar que enseñar a los niños a no abrir la puerta a los extraños no está reñido con contratar a un vigilante de seguridad que les impida llegar hasta la puerta de casa. Según Claire Perry, son las ISP las que disponen de esos vigilantes, “pero no tenemos capacidad para obligarlas. […] No queremos una regulación draconiana de la red que sea impuesta a las ISP. Y eso significa que mejorar la seguridad de los más jóvenes en Internet se ha convertido en una materia de responsabilidad corporativa para estas empresas”.
Perry recuerda con orgullo la actuación de estas mismas ISP, en colaboración con la policía y el gobierno, para eliminar una gran cantidad de imágenes de pornografía infantil en 2007. De este esfuerzo surgió la Internet Watch Foundation. Ahora, esta parlamentaria y madre quiere la misma implicación de todos para ayudar a los jóvenes a navegar la red sin peligro: “Podemos hacerlo otra vez. Y dejaremos un fantástico legado a nuestros hijos”.
FERNANDO RODRÍGUEZ-BORLADO 27.JUN.2012.-Aceprensa