Luis Enjuanes vive a contrarreloj desde que comenzó la pandemia. A sus 76 años, lidera un equipo de 16 personas cuyo objetivo es terminar la que podría ser una de las mejores vacunas contra el SARS-CoV-2. Por varias razones: Es autoamplificable, lo que significa que la dosis de ARN que se inyecta puede multiplicarse 5 000 veces dentro del organismo. Genera una inmunidad esterilizante, es decir, las personas vacunadas no solo no enferman, sino que tampoco se infectan ni transmiten el virus. Su administración podría ser intranasal, lo que da mayor protección en las vías respiratorias, la principal puerta de entrada del coronavirus.
Enjuanes, que desarrolla su actividad en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), prevé que su vacuna estará lista en un año. “Saldremos más tarde, pero con todo actualizado”, afirma. Se refiere a que en los ensayos han incorporado las mutaciones de las variantes del SARS-CoV-2 de Reino Unido, Sudáfrica y Brasil.
Más allá de su investigación, el virólogo explica por qué este coronavirus es más letal que otros, augura nuevas epidemias y cambios en nuestro modo de vida, y da por hecha la irrupción de las vacunas españolas en la lucha contra la covid-19. Nada más empezar, advierte: “Ahora no podemos bajar la guardia”.
Después de un año de pandemia, ¿cómo valora el momento actual?
Estamos en un momento relativamente optimista. Hay tres vacunas que ya se administran y la UE acaba de aprobar la de Janssen. Esto es lo más importante: la vacunación es la única forma frenar la pandemia de forma masiva. Las vacunas de Pfizer, Moderna y AstraZeneca son efectivas, pero no perfectas: hay que dar dos dosis y la gente vacunada, aunque está protegida de sufrir una patología intensa y morir por covid-19, también se infecta y puede diseminar el virus. Hay que llegar al 70 % de la población inmunizada. Las cifras han bajado, pero ahora no podemos bajar la guardia y dilapidar la labor que la mayoría de la población y las instituciones están realizando. Si esperamos 2 o 3 meses más, solucionaremos el problema. Con el 70 % vacunado, el virus se extingue de forma natural: cuando va a infectar a una persona, fracasa en el 70 % de los casos.
Además de cierto optimismo, la vacunación está generando interés respecto a las 3 vacunas que se desarrollan en el CSIC. ¿En qué fase está la suya? ¿Cuándo estará finalizada?
La nuestra es una vacuna original, no se ha hecho ninguna de este tipo. Está basada en la manipulación genética del propio SARS-CoV-2, del que hemos derivado un replicón de ARN [que multiplica la dosis génica que desencadena la protección]. Esa parte ya está definida, pero necesitamos tecnologías complementarias para la administración de la vacuna. Tenemos que combinar ambas cosas y comprobar que todo funciona, que la vacuna es estable y segura. De aquí al verano realizaremos los ensayos con ratones y hámster. Si todo va bien, haremos lo mismo con macacos. Creo que estará lista en el primer trimestre de 2022. Entonces habremos obtenido datos de ensayos clínicos para probar la seguridad de la vacuna y poder administrarla entre la población. Nos gustaría ir más deprisa, pero es un modelo nuevo y requiere tiempo.
Nos cuesta entender los ritmos de la ciencia, aunque precisamente lo que más nos preocupa es la seguridad de las vacunas. Y para garantizarla es necesario realizar sucesivos experimentos con animales y ensayos clínicos en humanos.
Así es. Generalmente, una vacuna tarda entre 10 y 15 años en desarrollarse. Ahora las multinacionales están trabajando con equipos de unas 600 personas, grandes instalaciones y muchos recursos económicos para ir más rápido. A nosotros no nos ha faltado financiación en estas primeras fases, y tanto el CSIC como el Ministerio de Ciencia nos apoyan mucho, pero tenemos que completar la investigación para una vacuna nueva. Otras, como la de AstraZeneca o la que desarrolla Mariano Esteban, se basan en vectores conocidos y por tanto aprobados por las agencias reguladoras de medicamentos. Eso les permite correr más. Nosotros, antes de hacer la vacuna contra el SARS-CoV-2, ya habíamos desarrollado otra [similar] para el virus MERS que era muy eficaz en los modelos animales experimentales. Inducía una inmunidad esterilizante: cuando inmunizamos a ratones humanizados [modificados genéticamente] y tratamos de infectarlos 3 semanas después, el virus no podía entrar porque estaban muy bien protegidos. Eso no ocurre con las otras vacunas.
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