Los conflictos familiares contribuyen a que los adolescentes puedan ser víctimas de violencia escolar

El conflicto que el adolescente percibe en su familia contribuye a que éste sea objeto de victimización en la escuela y el instituto. Esta es una de las conclusiones que se extraen de un estudio dirigido por Amapola Povedano, investigadora de la Universidad Pablo de Olavide, que analiza las relaciones entre la percepción del clima familiar y la victimización en la escuela, teniendo en cuenta variables como la autoestima, la depresión y el género.

Los resultados, publicados por la revista Infancia y Aprendizaje, muestran además que la expresión de las emociones de forma abierta entre los miembros de la familia protege al adolescente de sufrir acoso escolar.
Se considera que un estudiante es víctima de violencia escolar cuando percibe que es objeto de agresiones realizadas por otros estudiantes, no necesariamente compañeros de clase. Según muestran estos investigadores en su estudio, elaborado con 1.884 adolescentes españoles de entre 11 y 17 años procedentes de nueve centros educativos, la victimización verbal, como insultos o burlas, es la forma más frecuente (con una incidencia del 21,13 por ciento). La siguen la victimización relacional (15 por ciento), con comportamientos como la exclusión social o contar rumores, y la física (6,8 por ciento), que abarca desde pegar hasta robar cosas de la persona objeto de acoso.
“La victimización en la escuela está vinculada con la baja autoestima, la presencia de sintomatología depresiva, la ansiedad y el estrés de los adolescentes. Algunos autores sugieren que estos síntomas psicológicos negativos podrían ser no solo la consecuencia de sufrir acoso escolar, sino también su causa, y ahí hemos enmarcado este trabajo”, afirma Amapola Povedano. Siguiendo esta hipótesis, que los adolescentes muestren síntomas de depresión o baja autoestima puede suponer un factor de riesgo, si aquellos que ejercen la violencia perciben que estos estudiantes son blancos fáciles, con dificultades para defenderse a sí mismos. Una relación que, apunta el estudio, afecta por igual a hombres y mujeres.
Entre los principales hallazgos de este trabajo destaca la existencia de una relación, tanto directa como indirecta, entre el clima familiar percibido, percibido por el adolescente, como conflictivo y la victimización escolar. Así, una familia en la que los conflictos son frecuentes parece disminuir los recursos personales de los adolescentes, como la autoestima, y potenciar la presencia de síntomas de depresión. “Es probable que esta percepción negativa de sí mismos lleve a los adolescentes a mostrar conductas sumisas y, en consecuencia, a ser objetivos vulnerables, fáciles de abusos por parte de compañeros, en la medida que, como sostienen algunos autores, los agresores esperan signos de sufrimiento y de sumisión en sus víctimas”, subraya la directora del estudio.
Otro de los resultados apunta a que la expresividad familiar, es decir, la expresión libre de sentimientos entre los miembros de la familia, si bien no está directamente relacionada con la victimización se relaciona con ésta a través de un impacto positivo en la autoestima y en los síntomas ligados a la depresión. De este modo, los adolescentes que perciben que en sus familias son escuchados y pueden expresar sus sentimientos sin restricciones, se sienten más seguros y valiosos, lo que podría protegerles de las agresiones de sus compañeros. Una expresividad que, señalan los investigadores, es útil cuando existen conflictos en la familia. En este sentido, una buena dinámica a la hora de resolver conflictos puede ayudar a los padres a revisar sus creencias y respetar la opinión de sus hijos, y a los jóvenes que ganan en autoestima y en una menor sintomatología depresiva.
Este trabajo, liderado por Amapola Povedano, ha contado con la participación de Teresa I. Jiménez, de la Universidad de Zaragoza, y de los profesores de la Universidad Pablo de Olavide David Moreno, Luis Vicente Amador y Gonzalo Musitu, todos investigadores del GRUPO LISIS. Para desarrollarlo, han contado con financiación del Ministerio de Economía y Competitividad, a través del proyecto “La violencia escolar, de pareja y filio-parental en la adolescencia desde la perspectiva ecológica”; de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, por el proyecto “Violencia y victimización en la adolescencia: análisis desde una perspectiva de género”; y de fondos FEDER.

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