Son tus hijos.-Unas consideraciones de cara a los padres.
«¿Quién me manda una foto de los ejercicios de mate? ¿Que había hoy de lengua? ¿Alguien sabe si el trabajo de inglés es para mañana?»
Probablemente a muchos padres con hijos en primaria, estos mensajes les resultan muy familiares. ¿A quién no le han supuesto alguna vez un quebradero de cabeza las tareas escolares? Por eso merece la pena pararse a reflexionar sobre el tema.
¿Cuál es el objetivo de los deberes? El motivo de que existan las tareas no es que al profesor no le de tiempo a dar toda la materia en clase, sino dar a los alumnos la posibilidad de desarrollar la autonomía, la responsabilidad y el hábito de trabajo, que les serán muy necesarios en su vida universitaria y profesional.
Por lo tanto, una primera conclusión podría ser: son sus deberes, no los míos. Es su oportunidad de frescor, de aprender a responsabilizarse, a trabajar sin tener un adulto observándole. Esto no significa que los padres no pueden ayudarle. Le pueden resolver una duda, o dejarle que pregunte a un compañero de clase, pero sin que eso sea lo habitual. Lo normal es que si no sabe hacer algo, lo pregunte al día siguiente en clase, no que se lo hagamos en casa. Y si no se ha enterado de lo que había que hacer de deberes, o se ha olvidado el libro, irá a clase sin hacerlos, y asumirá las consecuencias. Si no, pensará que da igual apuntar o no los deberes, porque siempre está la posibilidad de que alguien me envíe una foto por teléfono, y los olvidos serán cada vez más frecuentes.
Respecto a la conveniencia o no de tener una clase particular, el criterio es similar. Puede haber ocasiones en las que resulte conveniente, porque ha habido un cambio de colegio, es una asignatura que le resulta especialmente difícil, u otro motivo, pero asegurando que aprovecha al máximo la clase que recibe en el colegio: la clase particular no sustituye a la otra, y habrá que comprobar que el comportamiento y la atención no empeoran, porque » luego me lo explica mi profesor particular».
En cuanto al tiempo necesario para hacer los deberes, es difícil generalizar, porque no existen dos alumnos iguales. En primaria puede oscilar entre media hora en el primer ciclo hasta una hora u hora y cuarto al finalizar la primaria. Y en secundaria y bachiller en torno a dos horas, dependiendo del curso, el ritmo del alumno y su aprovechamiento de la clase: cuanto mejor la aprovechen, menos tiempo tendrán que dedicar después.
Si vemos que nuestro hijo dedica demasiado tiempo, o que «nunca tiene deberes» lo mejor es hablar con el profesor para averiguar las causas, porque tan negativo es un extremo como el otro.
Finalmente, una hora delante de los libros no significa necesariamente una hora de estudio, sobre todo si el móvil está encima de la mesa. Si queremos ayudar a nuestros hijos, nos aseguraremos de que estudian en las mejores condiciones para concentrase, evitar distracciones, y que les cunda cada minuto.