Leo en un medio de comunicación español un titular que dice: “Piden una vuelta de tuerca de la reforma laboral…”. Como si fuera un potro de tortura. Luego el texto es más moderado, claro, pero la impresión del lector es, probablemente, que eso de las reformas es un acto de sadismo encaminado a perjudicar a algunos, en nombre de no se sabe qué principios o, peor aún, para beneficiar a otros.
Protesto contra esa interpretación. Las reformas son una necesidad, no un medida de castigo. La reforma laboral consiste en corregir los defectos que, año tras año, se han ido acumulando en nuestro mercado de trabajo, frenando el crecimiento, impidiendo la creación de empleo, marginando a los jóvenes, creando un mercado dual y dificultando los equilibrios de la economía española.
Naturalmente, las reformas crean costes para algunos y ventajas para otros, pero no son una “vuelta de tuerca”. Si no tenemos esto en cuenta, estamos dificultando la solución de nuestros problemas que, al final, nos hundirán a todos.