La sociedad civil europea frente a las minorías antifamiliares.Aceprensa

“La Manif pour tous” vuelve a la carga. La organización que lideró la protesta contra el matrimonio gay, saldrá otra vez a la calle el 18 de junio para pedir que no se acepten en Francia las consecuencias de la maternidad de alquiler. Ya ha habido un prólogo de la proesta en la manifestación celebrada el 8 de junio en Lyon contra el reconocimiento jurídico de los vientres de alquiler (GPA: generación para otro). La organizaban varias asociaciones, como “la Manif pour tous”, “Alianza VITA”, asociaciones familiares católicas y “Lawyers for Children”. El contexto es la sentencia pendiente del Tribunal Supremo francés sobre la inscripción en el Registro Civil de actas de nacimiento de niños nacidos de madres de alquiler en el extranjero.
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Contra una nueva explotación femenina

Aude Mirkovic, profesora de derecho privado en la universidad de Évry –autora de PMA, GPA, la controverse juridique, (Téqui, 90 págs., 7,90 €)–, explica algunas razones de esa convocatoria, ante lo que considera doble lenguaje de las autoridades civiles francesas: mientras se oponen a la GPA, frente a la mercantilización del cuerpo humano, no actúan contra entidades que ejercen con impunidad ese tipo de actividad en Francia. Además, si se aceptan las realizadas en el extranjero, se abrirá paso enseguida el clásico argumento de que sólo pueden tener hijos por ese sistema parejas con medios económicos, camino de una generalización del proceso.

La manifestación en París el día 18, convocada por “la Manif pour tous”, será ante la sede del Tribunal Supremo, Los organizadores insisten –contra las tesis del Ttribunal Europeo de Derechos Humanos– en que no está en juego la protección jurídica de los nacidos por ese procedimiento, sino la de sus madres biológicas, sometidas de hecho a una inédita forma de explotación. Consideran que esa servidumbre “consentida” comporta la gran perfidia de la ausencia de posible reacción de la víctima. De otra parte, exponen el interés meramente económico de quienes explotan la GPA en el extranjero y querrían repatriar a Francia las ganancias de inversiones en clínicas de la India o Ucrania.

En el fondo, salen al paso de la paulatina transformación en derecho de cualquier deseo humano, aun noble, como el de tener hijos. Ese deseo no puede aceptarse jurídicamente a cualquier precio.

Italia: reacciones frente a la imposición de la ideología de género

Por su parte, Nicoletta Di Giovanni, de la asociación Red Liberal, profesora de una escuela pública en Rieti, lanza una “huelga blanca” –una idea para pensar en verano y poner en práctica el próximo curso académico– contra la enseñanza obligatoria de la teoría del género en la enseñanza italiana. Así lo plantea una enmienda del partido demócrata (Renzi) al proyecto de reforma educativa en trámite parlamentario. Di Giovanni invita a “maestros libres y fuertes, atrapados en el ámbito de una instrucción monopolista estatal, a vigilar mediante el instrumento del consentimiento informado de las familias y, en su caso, a resistir como maestros objetores y a batirse contra ese proyecto de ley”.

La profesora advierte la ignorancia de maestros y padres sobre esa enmienda, así como el clima de resignación ante las reformas (los sindicatos de profesores actúan en defensa de los derechos o privilegios de los docentes, sin entrar en el fondo de la reforma). Con su convocatoria, intenta advertir a la opinión de la realidad que se esconde detrás de un lenguaje edulcorado, pero muy presionante: aparece ya en manuales, compendios o guías didácticas de tipos diversos. Con la característica común de presentar como prejuicio cualquier idea en contra.

Desde su planteamiento clásico liberal, Di Giovanni considera que la familia es el último bastión de la sociedad abierta frente al estatalismo: ayuda mutua, ahorro, autogobierno: “la ideología de género tiende a arrancar de raíz la familia y, como demuestra la historia, en el intento de destruirla, se llega siempre a un régimen dictatorial, por la sencilla razón de que para negar la naturaleza se necesita un gran poder, que sólo poseen las dictaduras gracias a la fuerza de la ley”.

Al margen de esa iniciativa, el 8 de junio se presentó oficialmente en Roma la marcha del 20 de junio contra la introducción de la ideología de género en las escuelas. Se trata de una acción laica, como escribe Marco Tosatti en La Stampa (5 de junio): viene de la base, de la sociedad civil, de los padres, al advertir que la familia y los niños, los más débiles e indefensos, están en grave peligro. Las asociaciones que propugnan esa acción rechazan la intimidación de las acusaciones de homofobia, tan violentas en otros países, como Gran Bretaña, en que algunos han llegado a hablar de una “gaystapo”.

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