La relativa objetividad de los números: no nos dejemos engañar

Blog Profesor IESE Domenécd Melé.-Los números tienen fama de ser objetivos, es decir independientes de juicios, intenciones o consideraciones personales. Y, por ello, convincentes. Todos hemos escuchado expresiones como: “números cantan”, “las cifras son las que son”, “no hablo de teorías, sino de datos” y expresiones por el estilo. Se pueden cuestionar interpretaciones pero los números raramente se cuestionan, al menos si detrás hay una metodología que se supone rigurosa o son expuestos por personas creíbles. Pero, a veces, es mucho suponer. Un botón de muestra: el respetable y respetado Libor, utilizado para muchos cálculos financieros resulta que estaba fuertemente manipulado.

numerosA veces, aun partiendo de metodologías reconocidas, se obtienen resultados discrepantes según se aplique una u otra. Es lo que ocurre con la valoración de empresas en la que hay muchos métodos de cálculo. Diferentes criterios contables puede dar lugar números distintos. Tal es el caso de la valoración de activos intangibles como el valor de una marca o la reputación empresarial. En el ámbito político, según sean los criterios utilizados para calcular balanzas fiscales entre lo que una autonomía aporta y recibe, así son las cifras que se presentan.

Otro caso de discrepancia, que los políticos deberían aclarar. El déficit del Estado español de 2012 anunciado por el gobierno era de 6,74%. Bruselas lo retocó hasta el 6,98% al parecer por discrepancias en el modo de contabilizar. Después lo cifró en el 7,1%. Una diferencia equivalente a 4.000 millones de euros. Añadiendo las ayudas a la banca, el déficit llega al 10,6%.

A veces las cifras se manipulan para lucro personal o con fines políticos. En Grecia se manipularon estadísticas oficiales para ocultar las cifras de déficit y deuda a la Comisión Europea. Es también conocida la manipulación contable en la que incurrieron varias empresas que en la última década se vieron envueltas en escándalos financieros, ya sea ocultando deudas o hinchando activos. Lo hicieron con sistemas, a menudo, muy sofisticados, como el de Enron que creó hasta 3000 empresas con menos del 3% de participación, que no exigía consolidar balances, y para pasó allí las deudas. Así presentó al mercado unos resultados excelentes hasta que se descubrió el pastel.

Los números pueden ser ciertos, pero faltarles objetividad por estar influenciados por cierta intencionalidad personal. Pueden darse unos números pero no otros que ayudarían a interpretar los primeros, u ocultarse situaciones significativas que dan contexto a los números presentados. Así, al dar datos de caída de ventas no es lo mismo que la caída afecte sólo a una empresa, o a todo el sector.

En algunas ocasiones, con auras de objetividad, su suman bueyes y castañas, casi siempre con fines partidistas. Un caso reciente es la campaña de las juventudes socialistas para atacar la financiación de la Iglesia Católica, que en España le viene por asignación voluntaria de contribuyentes católicos a través del IRPF. En el último ejercicio, fue de 247,1 millones de euros, básicamente destinados a culto y clero. En contraste, las juventudes socialistas afirmaban que la Iglesia católica recibe más de 6.500 millones de euros anuales entre exenciones fiscales y percepción directa de las arcas públicas. ¿De dónde sale esta desviación superior al 5.000%? Sencillamente de hacer sumas increíbles, por no mencionar algunas falsedades ya denunciadas. A la asignación tributaria le suman subvenciones a centros concertados católicos (que las reciben como cualquier otro centro no católico y ahorrando dinero al estado en educación). Añaden subvenciones para la conservación del patrimonio artístico, un bien nacional que atrae muchos turistas y que si tuviera que hacerlo el estado el costaría incluso más; en ayudas a ONG “afines a la Iglesia” como Cáritas, que recibe la subvención no por ser una institución de Iglesia sino por su labor social, como ocurre en muchas otras ONG. La labor social de Cáritas, ampliamente reconocida, multiplica con creces la subvención. Otras partidas contabilizadas son las partidas para capellanes del ejercito, hospitales y prisiones, que como en otros países cubren necesidades espirituales de ciudadanos en condiciones especiales, y los sueldos de los profesores de religión, como remuneración de su tiempo docente a solicitud de los padres. La partida más importante contabilizada corresponde a lo que la Iglesia deja de pagar por exención del IBI (impuesto sobre bienes inmuebles), un impuesto del que están exentos un gran número de instituciones sin afán de lucro, y no sólo la Iglesia católica.

Mención aparte merecen las estadísticas. Se ha dicho que hay tres tipos de mentiras: las normales, las grandes y las estadísticas. Creo que esta expresión no hace justicia a multitud de profesionales de la estadística competentes y honrados, que trabajan con rigor y señalan las limitaciones de su resultados. Pero, también hay estadísticas procedentes de encuestas muy sesgadas, por la pregunta que se hace, por la nuestra seleccionada, por la falta de rigor en el tratamiento de datos o por las conclusiones interpretativas. En algunos casos se puede dudar incluso de la recolección de datos.

En resumen, los números pueden convencer, pero hay que estar alerta porque también pueden engañar, eso sí, con aires de objetividad.

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