Se acaba de publicar el volumen 35 de los célebres cómics de Las aventuras de Astérix el galo. La saga, que comenzó en 1961, fue creada por el guionista René Goscinny el dibujante Albert Uderzo. En 1977 murió Goscinny, y Uderzo se hizo cargo tanto de los dibujos como de los textos hasta que Astérix llegó a la cincuentena. Ahora se inicia una nueva etapa con la publicación de Astérix y los pictos, a cargo de Jean-Yves Ferri (guión) y Didier Conrad (dibujos).
De los muchos y divertidos personajes de la saga, con personalidades y nombres muy diferentes (los galos acaban en –ix o –ic y los romanos en –us), nos quedamos con dos que presentan sendas formas de ver la vida.
Por una parte, se encuentra el pescadero Ordenalfabétix, que regenta, junto a su esposa Yelosumarín, la pescadería de la aldea. Su única preocupación es vender pescado. “Lo primero es lo primero”, parece tener como lema, algo que lleva en su nombre. Ese celo porque las cosas sigan su orden alfabético hace que sea extremadamente sensible a las insinuaciones que recibe, especialmente por parte de Esautomátix, sobre la dudosa frescura de su mercancía. Como era de esperar, las indirectas acaban en pelea a pescado limpio.
Por otra parte, tenemos al venerable Panorámix, el druida de la aldea, creador de la famosa poción mágica que otorga una fuerza descomunal; gracias a ella, el poblado galo resiste a la prepotente invasión romana. Es un hombre alto y delgado, con una larga barba blanca, vestido con túnica blanca y una pequeña capa roja. Es el único que sabe cuáles son los ingredientes de la poción mágica, los cuales toma de la naturaleza y los combina con exactitud. Pero para ello no necesita, como era de esperar, la meticulosidad de Ordenalfabétix, sino una visión de conjunto, una visión panorámica, como pone de manifiesto su nombre.
Mientras Ordenalfabétix se queda en su tienda intentando disimular el mal olor de su pescado y espantando las moscas, el sabio Panorámix sale al bosque a buscar plantas (no se queda tumbado bajo un árbol hasta que cae el muérdago, como hace el druida corso Patológix), lo recorre de cabo a rabo para tener una visión global que le permita acertar con los ingredientes idóneos y no duda, aun a su edad, en subirse al árbol más alto.
Las dos formas de tomarse la vida están perfectamente dibujadas en ambos personajes. Ordenalfabétix representa el interés, el primum vivere, la preocupación por lo práctico, algo muy lícito y necesario. Panorámix, por su parte, simboliza una cierta indiferencia por lo que inquieta a su paisano y un desvelo por la aldea en su conjunto: cocina para los demás, de su marmita toman todos un sorbo (todos menos Obélix, claro está), y alimenta, a pesar de que la reacción sea física, más sus espíritus que sus cuerpos.
Las personalidades de estos dos personajes dan para mucho (la práctica y la teoría, el hacer y el saber, el egoísmo y el altruismo, la razón de la fuerza y la fuerza de la razón, lo analítico y lo sintético…), pero vamos a aplicarlo a nuestra labor de padres. En nuestra familia debemos ser tanto Ordenalfabétix como Panorámix: no podemos ocuparnos sólo de vender pescado, aunque debemos hacerlo, porque tenemos que cubrir las necesidades de los nuestros; pero hemos de buscar también todos esos ingredientes (amor, paciencia, compresión, exigencia, cariño, dedicación, comunicación…) para dar a nuestros hijos esa poción mágica que les hará enfrentarse a todos los romanos que quieran invadirlos.