La presión occidental sobre los países africanos para que liberalicen las políticas de homosexualidad ha tenido un efecto contrario: unió a los africanos contra ella, en lo que algunos ven como un nuevo movimiento de países no alineados. La semana pasada, las Naciones Unidas eligieron a un ugandés como presidente de la Asamblea General contra los intentos desesperados de activistas que, junto con el gobierno de Obama, han condenado la ley ugandesa recientemente promulgada contra las prácticas homosexuales.
(C-FAM/InfoCatólica) Los activistas LGBT (lesbianas, gais, bisexuales y transgénero) apelaron al gobierno de Obama para que se negara la visa a Sam Kutesa, pero llegado el día de la elección en la ONU, su petición había reunido solo 13.466 firmas.
Kutesa es el Ministro de Asuntos Exteriores de Uganda y defendió la ley a nivel internacional diciendo que la promoción y la exhibición de la homosexualidad «es mala para nuestros jóvenes y ofende nuestra cultura». Los africanos calificaron de ataque a la soberanía nacional las críticas occidentales a Uganda y algunos señalaron: «el mundo occidental penaliza casi todos los mismos delitos» que la ley enmendada, como, por ejemplo, la violación homosexual.
La función del presidente de la Asamblea General es simbólica, si bien destacada. La tarea más notable es presidir la asamblea mientras los jefes de estado dirigen la palabra a sus 193 miembros cada año. El cargo rota anualmente entre las regiones. Es el turno de África, y la Unión Africana (que en su mayoría prohíbe las prácticas homosexuales) propuso solo un candidato.
En febrero, el Presidente de Uganda, Museveni, insinuó que buscaba vínculos militares más próximos con Rusia debido a que Estados Unidos se inmiscuía en asuntos LGBT. Rusia igualmente ha desafiado las críticas a su prohibición de exponer a los niños a la propaganda homosexual.
La ex secretaria de Estado Hillary Clinton lanzó el primer ataque en pro de los derechos LGBT en un discurso ante la ONU en 2011. Poco después, el presidente Obama anunció que condicionaría la ayuda exterior a los derechos LGBT.
Los líderes africanos pronosticaron que la política estadounidense provocaría una «confrontación diplomática significativa». Los keniatas dijeron: «Quienes viven como gais necesitan ayuda para vivir adecuadamente y no deberíamos estar apoyándolos a vivir en una realidad equivocada».
En marzo, los africanos se vieron obligados a renunciar a su resolución sobre sida después de haber sido enmendada por los gobiernos que defendían los derechos sexuales. La resolución auspiciada por los países de África que lidian con la mortal enfermedad había sido elaborada a medida para atender la salud pública y proteger a las mujeres y a las niñas.
Delegados europeos, estadounidenses y latinoamericanos, quienes ven el sida como una oportunidad política para promover los derechos sexuales, exigieron que se suprimieran de la resolución las referencias a la reducción del número de parejas sexuales y al retraso del inicio de la actividad sexual.
Tras perder en extensas negociaciones, los países occidentales finalmente ganaron la partida a los africanos apelando a un tecnicismo en los últimos minutos de la conferencia. Una delegada africana abatida dijo: «Todo es sexo, sexo, sexo para ellos».
Un alto diplomático estadounidense advirtió poco tiempo atrás sobre el enfoque despótico del gobierno de Obama, según informa CNSNews. Richard Hoagland copatrocinó la primera «celebración del orgullo» LGBT en la embajada estadounidense en Pakistán en 2011. Una semana más tarde, manifestantes dijeron que los Estados Unidos habían «desatado el terrorismo cultural contra nosotros».
Al hacer uso de la palabra en un evento sobre derechos LGBT mundiales, Hoagland advirtió que algunos países «reaccionarán frente a nuestros valores y metas con respuestas negativas» contra la homosexualidad. La semana pasada, un senador estadounidense presentó un proyecto de ley para convertir los derechos LGBT en un aspecto permanente de la política exterior estadounidense.